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Snapchat, ¿un nuevo concepto de privacidad?

La aplicación móvil Snapchat ha causado sensación, tanto entre los usuarios como entre los inversores, debido a su original fórmula de gestionar los mensajes.

La privacidad se ha convertido es una de las preocupaciones fundamentales de los usuarios, al menos entre los más avezados, aunque se expande rápidamente al resto, en todo lo referente a Internet y los dispositivos móviles. Como no podía ser de otra forma, la comunicación es, de los aspectos personales, uno de los más sensibles. La cuestión ha quedado suficientemente clara después de las revelaciones de espionaje por parte de la NSA, que interceptó mensajes y se introdujo en plataformas de comunicación de todo tipo. Ante la aparente vulnerabilidad de las herramientas que utilizamos, el modelo empleado por Snapchat se presenta como una novedad atractiva.

Snapchat consiste en una aplicación móvil para enviar fotos y vídeos, que pueden acompañarse de un poco de texto. Hasta aquí no pasa de ofrecer una funcionalidad como muchas otras, pero su carácter genuino viene después, a la hora de gestionar la recepción del contenido. Cuando un usuario manda un mensaje puede elegir la duración que éste va a tener; pasado este tiempo se eliminará automáticamente sin dejar rastro en el dispositivo.

Este concepto, que recuerda a los mensajes con capacidad para autodestruirse que recibe un agente secreto de película, es el principal atractivo de Snapchat, cuyos millones de usuarios mandan al día 400 millones de estos envíos llamados ‘snaps’, una cifra superior al número de imágenes que se suben a Facebook diariamente (350 millones). También ha sido una zanahoria para los inversores, que el pasado mes de junio completaron una ronda de financiación de 60 millones de dólares.

El entusiasmo suscitado ante la novedad de Snapchat ha propiciado que se vea como una nueva forma de enfocar la privacidad, que permite menos intromisiones. Tal y como está diseñada, la aplicación constituye un método eficaz y seguro para ciertas comunicaciones delicadas en países donde las libertades están restringidas. Activistas y otros ciudadanos que comparten información por la que podrían ser castigados tienen en Snapchat un gran valor.

Tampoco hay que despreciar la ventaja en caso de robo del terminal móvil, cuando el ladrón no tendrá acceso a todas las imágenes y vídeos que nos han enviado, ni podrá leer los mensajes que las acompañan. Sin embargo, el servicio también se ha ganado algunas críticas. Es cierto que Snapchat es útil para evitar la intromisión de un tercero en la comunicación, pero se trata de un sistema basado en la confianza.

Para que Snapchat sea utilizado correctamente quien envía el contenido tiene que confiar plenamente en el receptor, mientras que éste debe corresponder a estas expectativas. En el momento que esta relación se desequilibra puede aparecer un problema. Es por ello que la aplicación ha sido criticada como un medio para impulsar el sexting (envío de contenido personal con carácter sexual explícito), pues el receptor puede hacer una captura de pantalla de la imagen antes de que ésta se elimine, según reconoció Evan Spiegel, cofundador de la compañía.

Spiegel también admitió que las habilidades de un hacker con recursos podrían igualmente conceder acceso a los mensajes, conservando una copia. Por no hablar de que – aunque la calidad no sea la misma – cualquiera puede sacar una foto o grabar un vídeo mientras el contenido se reproduce, siendo en ocasiones más que suficiente para chantajear o comprometer al que está al otro lado. Sin dramatizar más de lo necesario, hay que entender que Snapchat ofrece lo que puede convertirse en una falsa sensación de seguridad.

Imagen:  TempusVolat

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