Siempre me ha desconcertado la expresión «un traje revelador». ¿Se trata de un atuendo formal que tienes que llevar, digamos, al juzgado, al despacho del procurador o a la comisaría de policía?
De acuerdo con las webs de noticias en las que se utiliza esta frase, parece que un «vestido revelador» solo es el que se lleva a la ceremonia de los Oscar. ¿Será que se hacen revelaciones jurídicas en estos eventos?
Tengo que saber esta clase de cosas, porque a menudo los analistas describen la tecnología como un mercado de la moda. Las distintas tecnologías se ponen y pasan de moda con una regularidad predecible. En un momento dado, todo el mundo está entusiasmado con el control centralizado; al minuto siguiente es el control distribuido, y luego el centralizado otra vez… no puedo seguir este ritmo. He notado que cuando fue el furor de la nube, todos los hombres del sector empezaron a dejarse enormes barbas informes. ¿Una coincidencia? Lo dudo mucho.
Sin embargo, hay otra teoría que relaciona el mercado de la tecnología con los bajos de las faldas. En tiempos de austeridad, se llevan las faldas largas, como mandan los supervisores de fondos. Sin embargo, me han dicho que cuando los mercados están boyantes, se compran faldas con los bajos cortos. No hay datos (de momento) sobre los efectos en las faldas escocesas.
Los wearables parecen ser el punto de encuentro entre la moda y la tecnología. ¿Son todos estos dispositivos una forma de marcar tendencias? Esa fue mi sospecha inicial. Me equivocaba, pero la culpa es de los pioneros.
Solo hay que pensar en las etiquetas electrónicas. Al principio se suponía que eran un castigo, pero pronto se convirtieron en una insignia de honor, al igual que los pantalones caídos pasaron de la ropa carcelaria a la alta costura en un santiamén. ¿Quién iba a pensar que alguien se fuera a dejar el dinero en parecer un joven delincuente a quien han confiscado el cinturón y que corre siempre el peligro de tropezar con sus propios pantalones?
La primera tecnología wearable no hizo gran cosa para disipar esta sospecha. Estoy seguro de que las Google glasses son una llamada desesperada de atención. Algunos de los primeros artilugios para facilitar los entrenamientos parecían más una distracción que una ayuda. Estoy seguro de que si pasaras menos tiempo intentando configurarlos y utilizases esos minutos extra para hacer más flexiones, correrías más metros, pesarías menos kilos y tendrías muchos más euros. Un artilugio anónimo que tuve que reseñar te preguntaba si estabas cansado y, según tu respuesta, te decía si estabas suficientemente en forma para entrenar (todo lo que hacía aquel artilugio era automatizar ciertos tipos de consultoría tecnológica).
Como siempre en asuntos de moda, lo había entendido todo al revés. Existen por ahí algunos dispositivos wearables de tipo médico increíblemente sofisticados y útiles. Solo hay que sacarse la venda de los ojos.
Valedo, por ejemplo, utiliza interacciones estilo videojuego para persuadirte de realizar sus ejercicios para la zona lumbar. El estímulo (en forma de feedback) procede de unos sensores que almacenan y compilan automáticamente informes sobre tus progresos. De modo que la máquina no te dice solo lo que tienes que hacer: también te enseña a hacerlo.
Por otro lado, hay otros dispositivos wearables que atajan tus problemas de salud. Quell Relief, por ejemplo, compila la información utilizada para ajustar una rodillera de modo que te proporcione siempre el alivio ideal. Eso sí es inteligente. Una máquina que te ahorra tener que pensar.
Otro aparato que utiliza activamente los biosensores es el HealthPatch MD, que va más allá de las constantes vitales habituales (ritmo cardíaco, respiración, temperatura) y calcula también los pasos que das o incluso tu postura corporal.
La única cosa que sé sobre la moda es que cuesta dinero y que tiene que doler. Mientras que gestores de objetivos como Garmin o Fitbit gestionan tus objetivos, lo que de verdad necesitas es administrar tu dolor. Y para eso está Painmaster Patch.
Es un parche para el dolor que puedes ocultar discretamente bajo la ropa y que utiliza la electroterapia para tratar una serie de afecciones psicológicas y relacionadas con el dolor.
El parche funciona con corrientes pulsantes por debajo de los niveles perceptibles que coinciden con las transferencias eléctricas del propio cuerpo. La corriente pasa de un parche a otro a través del tejido afectado y ayuda a estimular los procesos de sanación natural del propio cuerpo.
Es demasiado bueno para ocultarlo. No creo que pase mucho tiempo antes de llevemos esta ropa interior digital a la vista, estilo Lady Gaga. Este es mi pronóstico para la moda: el último grito para el próximo verano será llevar a la vista las líneas de dolor. Como una revelación del sufrimiento.