El manejo estratégico de grandes flujos de información, que se recolectan y procesan a una velocidad inédita, está moldeando desde ahora nuestra cotidianidad y la manera de hacer negocios. Quizá, sin darnos cuenta, el fenómeno tecnológico determinará cómo será nuestra vida en los próximos años.
Uno de los temas recurrentes de la mayoría de las publicaciones especializadas en tecnología es, sin duda alguna, el Big Data. Parece que cada día descubrimos nuevas formas de utilizar los innumerables datos que son producidos cada minuto por personas y organizaciones privadas o gubernamentales.
La capacidad de ofrecer importantes ventajas competitivas y la posibilidad de acercar a las personas a todos los niveles de toma de decisiones, hacen de este fenómeno un elemento atractivo y poderoso.
Así es como en la actualidad, la avalancha de información se convierte en una oportunidad única, a la hora de lograr una mayor visibilidad de datos múltiples. De manera que el gran reto es extraer su valor estratégico y personalizarlos.
Aunque aún queda camino por recorrer, este nuevo tipo de análisis abre un mundo de posibilidades de uso en diferentes áreas, que está cambiando de manera significativa nuestra vida diaria y promete moldear desde ahora nuestro futuro. Aquí repasamos cuatro de ellas:
Una nueva profesión: el científico de datos
Desde el año 2008 conocemos el término “científico de datos”, gracias a Jeff Hammerbacher y DJ Patil, quienes desde sus posiciones en Facebook y LinkedIn respectivamente, desarrollaron sus propias herramientas y algoritmos para abrirse paso en esta marea informativa.
Durante la década de los 90, los mercados de valores, comenzando por Wall Street, vieron cómo los llamados analistas cuantitativos se convirtieron en la voz autorizada de las decisiones. Generalmente eran individuos con una sólida formación matemática, capaces de aportar soluciones eclécticas a diversos problemas de la bolsa, a partir de su creatividad y curiosidad.
Con un perfil similar surgen los científicos de datos, que van más allá de un mero análisis de la información recolectada. Son los encargados de darle diversos usos, y, además, generar modelos que hagan que el proceso tenga una óptima relación costo beneficio.
Por eso, mientras muchos estudiantes y sus padres se preguntan si deben cursar derecho, medicina, administración, o alguna otra carrera tradicional, puede que estén dejando de lado la ciencia que dota las competencias para una de las profesiones que mayor demanda espera tener: el científico de datos, clave en el mundo tecnológico.
Turismo personalizado
Durante años, los prestadores de servicios turísticos han tenido datos desorganizados de sus usuarios: cada reserva de boleto de avión, tren u hospedaje genera patrones de comportamiento sobre los lugares, fechas y preferencias de los viajeros.
No obstante, a juzgar por la forma en que continúan tratando a los clientes, según categorías genéricas, como rangos de edad o tipo de viaje: de placer o de negocio, ahora es cuando comenzaremos a ser testigo de lo que lo que significa el potencial del Big Data es la industria turística.
Plataformas como TripAdvisor, a partir de los seguidores, interacciones y búsquedas anteriores de cada usuario, ofrecen recomendaciones con cierto grado de personalización. Sin embargo, es apenas el umbral de lo que puede venir en un futuro cercano.
¿Imaginan alguna herramienta que pueda evaluar nuestro ritmo de trabajo durante un determinado período del año, así como nuestra información financiera para proponernos en qué momento el cuerpo necesita vacaciones, y cuáles son los destinos que podemos costearnos? Ése tipo de sugerencia es posible gracias al cruce de las miles de huellas digitales que vamos dejando, al usar diferentes aplicaciones y servicios.
Adiós a la privacidad
El reciente cambio en sus condiciones de servicio anunciado por Facebook, en relación con el manejo de la información de cada usuario, ha causado cierta rebeldía por parte de personas que han llegado al extremo de prometer el cierre de sus cuentas.
En términos generales, parecen aferrarse a un paradigma que ha cambiado irreversiblemente: el de la privacidad como la conocíamos anteriormente. En la era del Big Data, el precio por entrar en el sistema es permitir que software, unidades de procesamiento y analistas tengan un acceso inédito a nuestros movimientos.
Y si bien en distintos países se adelantan leyes para promover la vigilancia de la privacidad y las reglas claras sobre el alcance del uso de dichos datos, la realidad es que cada día nos vemos, tentados por un lado y por otro presionados, a permitir este acceso para desenvolvernos en una nueva cotidianidad.
Así, el Big Data nos proporciona márgenes muchos más pequeños en este tema, por lo que debemos estar dispuestos a vivir en medio de una vigilancia silenciosa.
Propaganda electoral
Durante las últimas campañas electorales en los Estados Unidos se ha presentado un fenómeno interesante. A partir del análisis de múltiples fuentes de datos, los mensajes iban dirigidos sólo a los votantes que, efectivamente, presentaban rasgos afines a cierta ideología. Todo, como una forma de optimizar los recursos de los candidatos.
Por ejemplo, en la campaña de reelección del presidente Barack Obama, su comando político utilizó una plataforma llamada Narwhal, que recolectaba datos en línea sobre los comportamientos de millones de usuarios. La herramienta les permitió dirigir esfuerzos efectivos a aquellos potenciales financistas y votantes.
De hecho, el análisis de información -que incluyó millones de comentarios que los electores compartían en redes sociales durante los debates con su contrincante Mitt Romney- dio la oportunidad al equipo político de determinar que los mensajes debían ser dirigidos a jóvenes y grupos emergentes, según variables como raza o preferencia sexual. Tales resultados fueron cruciales en el resultado de la elección.
Hasta ahora, el experimento es exitoso, sin embargo, basta saber cómo sería la política si cada individuo viviera exclusivamente en la burbuja de informaciones y mensajes que, de antemano, se sabe que son de su agrado, sin poder hacer el contrastaste con el resto de las propuestas.