Los anillos de Urano se descubrieron en 1977, cuando pocos pensaban que hubiera más planetas con anillos aparte de Saturno.
En 1977 todo el mundo sabía que el único planeta del sistema solar con anillos era Saturno. Gigantescos aros rodeaban a este gran cuerpo celeste, el segundo planeta más grande del sistema solar. Su visión era hermosa y la estructura circular que lo rodeaba ofrecía una visión hermosa a cualquier astrónomo que los pudiera admirar. La comunidad científica había buscado evidencias de una configuración similar en otros lugares pero había sido en vano.
Hasta el 10 de marzo de 1977. Aquel día el astrónomo Jim Elliot y su equipo tenían previsto un vuelo desde la ciudad australiana de Perth. La idea era permanecer 10 horas en el avión y volver al punto de salida. Se trataba de una maniobra de observación, en el momento preciso en que estaba prevista la ocultación de una estrella por el planeta Urano.
Era la primera vez que un fenómeno así se predecía con tiempo, así que sería una oportunidad única para estudiar algunos aspectos de esta gran masa que daba vueltas en torno al Sol. Cuando el planeta tapara a la estrella, la luz de esta se proyectaría exactamente sobre la cara oculta de Urano. Si todo iba bien los astrónomos podrían medir de forma precisa el diámetro del planeta y registrar al detalle la temperatura de la parte más externa de su atmósfera.
Las observaciones se harían desde el avión y desde un telescopio que se lanzaría desde la aeronave. Su meta era llegar a los 12.500 metros de altitud , donde el dispositivo se alzaría por encima del vapor de agua, que bloquea la radiación infrarroja.
La misión de Elliot era de estas cosas que no pueden salir según lo planeado. Hubo tensión, prisas y la observación se comenzó tarde. Pero precisamente gracias a este retraso los ajustes técnicos permitieron observar una anomalía no esperada.
Cuando días más tarde los astrónomos analizaron los datos comprobaron que las anomalías que habían observado se debían a la presencia de numerosos cuerpos celestes. Todos orbitaban en torno a Urano y lo hacían en forma de cinturón. La conclusión estaba clara: el planeta tenía una estructura de anillos a su alrededor.
Los anillos de Urano
Los 13 anillos de Urano forman una estructura más estrecha que la de Saturno. Están compuestos de partículas macroscópicas y de polvo, aunque en menor medida. Si en los de Saturno la composición está dominada por el hielo, los anillos de Urano no pueden ser de agua pura porque tienen componentes oscuros.
Desde 1977 se han descubierto otros cuatro anillos de Urano, en una observación con la sonda Voyager 2, durante 1986, y, más recientemente, con el telescopio Hubble. Como el equipo de Elliot los empezó nombrando con letras griegas , los descubrimientos posteriores también siguieron esta nomenclatura.
Entre los anillos de Urano hay algunos muy brillantes, mientras que en otros –los menos– predomina la parte oscura. Se postula que su origen se debe a l a colisión de satélites que giraban en torno al planeta. Estos se habrían roto en una gran cantidad de pedazos, algunos de los cuales habrían sobrevivido en forma de partículas que hoy siguen orbitando alrededor del planeta.