Un estudio en Nature Communications estima el perjuicio económico que se derivará del deshielo de la capa de hielo permanente del océano Ártico.
Hay muchas variables que no se tienen en cuenta generalmente al hablar del cambio climático. Los focos de preocupación suelen ser unos pocos, los más urgentes o los más peligrosos. Pero la realidad es que la degradación del clima acarrea repercusiones de todo tipo. Incluido en el plano económico.
La destrucción de ecosistemas o el deshielo de los casquetes polares son perspectivas lo suficientemente aterradoras en sí como para que no haya que buscar más para crear alerta. Pero un estudio publicado en Nature Communications se ha propuesto mirar las consecuencias desde un punto de vista económico. Evidentemente, las conclusiones son devastadoras.
Los investigadores han estimado los costes económicos del deshielo del permafrost, la capa que se mantiene permanentemente helada todo el año. A medida que esto ocurra, los perjuicios económicos ascenderían hasta los 70 billones de dólares a partir de ahora y hasta el año 2300. Para hacerse una idea, el PIB de Estados Unidos se estima en unos 19,4 billones de dólares.
Uno de los grandes problemas ocultos asociados al deshielo del permafrost es la materia orgánica que cubre. A lo largo de siglos se ha ido acumulando y con el deshielo reaparecerá. Lo hará en forma de metano y de dióxido de carbono, con lo que contribuirá a las emisiones contaminantes. A esto se suma el hecho de que el hielo refleja la luz solar. De esta manera, parte del calor que transmite el sol se rechaza. Sin este hielo, la Tierra absorberá todo lo que la superficie del Ártico reflejaba.
Síntomas preocupantes
El impacto económico del deshielo del Ártico se ha calculado con ayuda de modelos computacionales. Los científicos han introducido datos sobre la materia orgánica conocida que está tapada por unos tres metros de capa de hielo. Han calculado cuánto gas se arrojaría a la atmósfera y han obtenido su estimación.
El proceso ya ha empezado. El deshielo ya ha provocado que una primera parte de la materia orgánica sepultada se libere en forma de gases. Pero, a medida que la temperatura suba, las emisiones lo harán aún más. Hay que tener en cuenta que desde 1990 el casquete polar del Ártico se ha reducido en un 10%.
Hay más pistas que mueven a la preocupación. En Groenlandia el hielo se derrite cuatro veces más rápido hoy que en 2003. Es una aceleración muy rápida en muy poco tiempo. Mientras tanto, en tierra firme otras estimaciones apuntan que los glaciares del Himalaya podrían desaparecer en 2100.
Los datos que se tienen hoy sobre el calentamiento global indican que a final de este siglo tendremos 3 grados más. Esto significará un mayor deshielo del permafrost ártico. En gases de efecto invernadero se calcula una aportación de la atmósfera de 280 gigatoneladas de dióxido de carbono, y 3 gigatoneladas de metano.