El Oak Ridge National Laboratory, de Tennessee, crea una nueva supercomputadora, Summit, que se ha convertido en la más potente del mundo.
Hacía tiempo que Estados Unidos no contaba en su territorio con la supercomputadora más potente del planeta. Desde hacía algunos años este mérito correspondía a China, que con su serie Tianhe y, después, con Sunway TaihuLight, lideraba el ranking. Precisamente esta es ahora la segunda más potente.
La primera es Summit, un superordenador que se ha construido en el Oak Ridge National Laboratory, situado en Tennessee. Su potencia es tal que puede llevar a cabo 200.000 billones (de los españoles) de cálculos por segundo. Esto supone 100 millones más de veces de lo que es capaz de hacer un ordenador convencional.
En nomenclatura técnica Summit ofrece un rendimiento de 200 petaflops (cada petaflop equivale a 1.000 billones de operaciones de cálculo por segundo). Esto es una cifra significativamente superior a la que ofrecía Sunway TaihuLight. La supercomputadora china empezó su andadura con un rendimiento de 93 petaflops. Sin embargo, ahora, con las modificaciones practicadas a lo largo del tiempo –se presentó en 2016– alcanza los 125 petaflops.
En cuanto a Summit, se empleará en la investigación médica y en tareas de inteligencia artificial. Uno de los campos que explorará este superordenador será el Alzheimer. Su potencia se utilizará para tratar de encontrar nuevos tratamientos para esta enfermedad. Aunque también se prestará atención a las adicciones y a cómo tratarlas.
La carrera tecnológica por la supercomputación
Del mismo modo que la carrera espacial servía para mostrar el poderío técnico y el progreso tecnológico en la Guerra Fría, el afán por contar con la supercomputadora más potente también tiene algo de efectismo propagandístico. El liderazgo lo tenía China desde el año 2013, y precisamente lo obtuvo de manos de Estados Unidos.
La supercomputadora Titan superó a IBM Sequoia, también estadounidense, a finales de 2012 como la supercomputadora más potente. Pero sus flamantes 17 petaflops no aguantaron mucho el empuje chino. Unos meses más tarde llegaba Tianhe-2, que desplegaba casi 34 petaflops.
Se inició así una era de dominio de las máquinas chinas. El país lanzó años más tarde la tercera generación de su supercomputadora. Los fines siempre apuntan hacia la investigación de altos vuelos, simulaciones, inteligencia artificial y progresos en medicina. Tianhe-3 se disputó la primera posición como el superordenador más potente con Sunway TaihuLight. Y ha sido así hasta que ha llegado Summit, por cierto, ubicada en el mismo laboratorio del que salió Titan. Probablemente, no habrá que esperar mucho para ver novedades en esta carrera.
Imágenes: Alex Schwenke, Oak Ridge National Laboratory