La biología sintética, la nueva rama de la ingeniería genética, ha despertado mucho la atención en los últimos años por su innovador enfoque. El objetivo de esta disciplina es crear sistemas biológicos que no existen en la naturaleza, nuevos organismos programables capaces de realizar tareas que ayuden en campos como la medicina o la seguridad. Está dando solo sus primeros pasos pero las ideas para que su desarrollo se potencie son muchas. Una de ellas, es aplicar el concepto del código libre a sus herramientas e informaciones. ¿Sería posible que cualquiera interesado en la biotecnología pudiese investigar desde casa?
La analogía con la programación
Simplificándolo, se puede decir que los biólogos sintéticos escriben código. La diferencia es que, cuando su código se compila, no se convierte en una aplicación sino en algo parecido a la vida. En lugar de unos y ceros utilizan cadenas de ADN.
Entre sus aplicaciones potenciales está crear microbios artificiales que producen combustibles o convierten el dióxido de carbono en plástico o incluso organismos diseñados para atacar las células cancerígenas. Pero la biología sintética todavía no ha llegado a uno de los estadios donde la industria del software sobresale: el acceso abierto a la información. Aunque las ciencias de la computación y la biología sintética no son idénticas, un modelo de open source dentro de la biología sintética podría mejorar el proceso de experimentación, permitiendo a los investigadores centrarse en los aspectos más relacionados con la ingeniería para, finalmente, sacar al mercado todas esas nuevas creaciones.
De los laboratorios a los garajes
En los últimos años, una de las facetas más destacadas alrededor de la biología sintética es un movimiento que están saltándose las rutinas y la encorsetada forma de trabajar en ciencia para, en sus laboratorios caseros y de forma a veces poco ortodoxa, sacar adelante proyectos increíbles. Hablamos de ellos en el blog hace un tiempo: son los biohackers.
Pero tal vez el futuro de la biología sintética no esté en los laboratorios profesionales o en los garajes sino en programas de código abierto para crear vida. Si este tipo de biología pudiese demostrar que el open source, tal vez podría evolucionar gracias al empuje de muchos de aquellos que, ahora mismo, no tienen acceso a las mejores herramientas.
Los primeros pasos
Desde que se empezó a tratar de crear células, hace casi una década, se dieron cuenta de que sus experimentos estaban limitados por la cantidad de secuencias de ADN que estaban disponibles. Cada vez que querían experimentar con un gen diferente, tenían que reconstruir la pieza de ADN que necesitaban, lo que dio pie a pensar en una biblioteca con partes de ADN donde los investigadores pudiesen compartir información sobre ella, genes específicos y sus funciones. De ahí, evolucionó el Registro de Partes Biológicas Estándar, una colección de miles de partes y herramientas que cualquiera podría utilizar para crear nuevas máquinas genéticas.
La complejidad y el coste del ADN no es análogo al código libre para programar. Además, no es tan sencillo ser autodidacta en este campo. La clave sería que más piezas de ADN fuesen accesibles a los estudiantes, de modo que la información sustanciosa pudiese llegar a más gente.
Ginkgo Bioworks es un ejemplo de compañía que intenta salvar el escalón. Ofrecen software que trabaja con el ADN en ciertos aspectos, dejando que los investigadores puedan centrarse en la parte más creativa y experimental de la ingeniería biológica. También existe TeselaGen, con una interfaz de arrastrar y soltar que permite a los usuarios elegir las secuencias de ADN que necesitan para un experimento que son procesadas para calcular la mejor manera de producir el ADN físico. Herramientas como estas permiten a los investigadores jóvenes un acercamiento, con mayor facilidad, a campos complicados. ¿Tal vez deberían pasar sus sistemas a un código abierto para beneficiarse de lo que otros puedan aportar?
Si la biología sintética tiene tantas posibilidades como parece y no se están explotando todas en los campos más habituales (laboratoris, universidades) ni en los más curiosos (los garajes y sótanos) tal vez llevar la información y la tecnología a todos los que están interesados en ella podría hacer mucho por su desarrollo.
Imagen | Ginkgo