Un equipo de investigadores noruegos consigue que el rendimiento de una batería de ion litio aumente entre un 300% y un 500%.
La tecnología de ion-litio tiene propiedades limitadas, tal y como hoy la conocemos. Cada vez se queda más estrecha parar las necesidades actuales. En los tiempos de los teléfonos móviles tradicionales, la época dorada de Nokia, este tipo de baterías servía para mantener vivo un terminal durante una semana. Hoy el tiempo entre carga y carga se ha reducido a un día.
Pero el problema viene detrás. Los smartphones solo son un reflejo de la creciente demanda de mejores baterías. Los coches eléctricos son quizá el mayor exponente del problema. Sus autonomías se ven limitadas a 200 o 300 kilómetros, algo más de 400, como mucho. Y llegarán nuevos vehículos que necesiten ion-litio si quieren volverse eléctricos. Los autobuses y camiones a batería son el siguiente paso. Pero también llegará transporte marítimo y aéreo que tire de energía eléctrica.
Aquí es donde empieza a haber problemas de duración serios y se necesita nueva tecnología. El ion-litio, tal y como se encuentra ahora, no puede sostener un crecimiento en el transporte como el previsto. Por eso una parte de la comunidad científica se deshace en esfuerzos por mejorar las baterías existentes o encontrar nuevas soluciones. La última esperanza la trae un equipo de investigadores noruegos pertenecientes al Institute for Energy Technology, en Kejller, una localidad cercana a Oslo.
Este grupo de especialistas ha logrado que el rendimiento de una batería de ion-litio aumente entre un 300 y un 500%. Los resultados son prometedores porque en aplicación real esto tendría como resultado smartphones que aguantarían varios días sin cargar y coches con autonomías de más de 1.000 km.
Encontrar la fórmula perfecta
La clave está en el equilibrio que los científicos han logrado. Uno de los elementos que aumenta la capacidad energética del ion-litio es el silicio. Normalmente este no se utiliza de forma abusiva porque cuando se hace el volumen de la batería varía un 400%. Le resulta imposible soportar esta tensión, con lo que rompe.
Así que durante las últimas dos décadas los investigadores se han lanzado a probar fórmulas para introducir silicio en el grafito que usan las baterías convencionales. El objetivo siempre es aumentar la capacidad energética pero los resultados han sido parcos.
Sin embargo, los científicos noruegos han tenido más acierto. Gracias a la nanotecnología han podido conformar los materiales con una microestructura que hace al conjunto resistente a la degradación. Por este motivo han podido incluir una alta cantidad de silicio, que supone incrementar el rendimiento de una batería de tres a cinco veces. No es tanto como multiplicarlo por diez, que es el objetivo teórico que se puede lograr con el silicio. Pero no deja de ser un gran avance.
Imágenes: rawpixel, Chase Lewis
