Tras los cambios introducidos en Android 8 Oreo con Project Treble, es el momento de ver qué es nuevo en Android 9 Pie con respecto a las actualizaciones.
Uno de los mayores problemas de Android, si no el más grande históricamente, tiene que ver con las actualizaciones de software. Tras casi diez años, usuarios y medios han asumido, aunque no aceptado, que lo normal es que un terminal se actualice una o, con suerte, dos veces a lo largo de su vida útil, y que, por supuesto, el proceso se produzca de forma muy lenta, existiendo smartphones con actualización prometida a Android 8 Oreo que casi un año después siguen en Nougat.
Todo puede cambiar en esta ocasión, y hay motivos para el optimismo. El primero es que fabricantes como Nokia, Sony o OnePlus han ido lanzando betas de Android 9 Pie desde que era Android P, algo que nunca antes había pasado fuera de la familia Pixel o Nexus. Sólo Motorola en su día había logrado actualizar tan pronto, pero la empresa ahora china pertenecía a Google, y si bien no había trato de favor según ambas compañías, sí muchos recursos puestos en actualizar a toda prisa.
Ahora, Essential, la marca creada por Andy Rubin y ya casi extinta, pues no fabricarán una segunda generación, se ha adelantado al resto actualizando a Android 9 Pie el día uno. Más allá de dar esperanza, muestra que si el resto de fabricantes quiere actualizar con celeridad, es posible no hacer hacer esperar al usuario más de 3-4 meses.
Lo que sí ofrece esperanza es que con Android 8 Oreo llegó Project Treble, el plan más ambicioso de Google hasta la fecha para frenar la fragmentación. Básicamente, consiste en cambios profundos en el sistema de particiones y drivers de Android, y permite a los fabricantes actualizar a la última versión sin tener que esperar a que Qualcomm o Mediatek ofrezcan el software necesario que garantice compatibilidad con la nueva versión, como ocurría hasta ahora. No es la solución definitiva, pues para muchos fabricantes, el mayor problema no es tomar la base de Google y portarla a su dispositivo, sino hacer los cambios a su capa de personalización, que es lo que de verdad requiere un gran trabajo.
La solución ideal es que los fabricantes rápidamente a Android 9 Pie y luego, en actualizaciones posteriores se pongan manos a la obra con la puesta al día del software propio, que es menos importante y menos usado por los usuarios que las ventajas que el nuevo sistema aporta. Veremos si todos los actores implicados superan la prueba de fuego de Android para que los usuarios tengan cuanto antes la nueva «tarta» de Google.