El empleo de imanes superconductores resistentes a las altas temperaturas podría dar pie a desarrollar estructuras para confinar la fusión nuclear.
Hacer que la fusión nuclear sea posible depende de muchos factores, pero lo que suele aparecer como el gran escollo para materializar reacciones de fusión tiene que ver con el confinamiento. La estructura donde debe tener lugar la fusión de los núcleos de los átomos tiene que estar formada de unos materiales capaces de resistir unas altas temperaturas y presiones.
Los investigadores llevan décadas dedicando esfuerzos a crear un confinamiento adecuado para la reacción. Por ahora no se ha dado con una solución que solvente todos los problemas. Pero este año el MIT ha dado a conocer su nueva propuesta , que tiene en su punto de mira un diseño innovador. La universidad estadounidense tampoco cuenta con la piedra filosofal, pero su trabajo supone un nuevo acercamiento.
La aproximación del MIT se recoge en un paper, publicado en el Fusion Engineering and Design. La base de la propuesta consiste en mejorar la evacuación de calor del reactor nuclear. El trabajo compara esta tarea de disipar calor en una planta de fusión nuclear con el sistema de escape de gases de un vehículo.
La solución, por tanto, consistiría en hacer que esta tubería, que sirve para disipar el calor, sea más ancha y larga. De esta forma, la acción será más efectiva. Este paso es necesario para que la fusión sea realmente eficiente y no se gaste más energía para mantener el proceso de la que se obtiene.
Esto se combina con el uso de un tipo de imanes superconductores y resistentes a altas temperaturas. Se trata de dispositivos más robustos , cuya composición ha diseñado el propio MIT. Por ello se pueden acercar más al plasma, donde se produce la reacción. Así, se logra una estructura de confinamiento más compacta y más efectiva, pues se logra incrementar la presión.
Un camino construido a base de pequeños hitos
El objetivo de lograr la fusión nuclear se cocina a fuego lento. Son muchos los recursos que se dedican a lo largo de varios laboratorios repartidos por diferentes países para avanzar. Sin embargo, los pasos son pequeños.
Hace unos años el NIF (National Ignition Facility), perteneciente al Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore, en Estados Unidos, compartieron un éxito importante. Habían concentrado 192 rayos láser en un punto para incrementar la temperatura de una bola de hidrógeno y compactarla. El gasto energético, evidentemente, fue enorme. Pero se consiguió que el hidrógeno liberara más energía de la que absorbió el proceso.
El pasado año las noticias llegaron de China. El centro de investigación nuclear EAST consiguió generar una suerte de pequeño sol artificial. Se mantuvo durante 101,2 segundos y se necesitaron 50 millones de grados para lograrlo. Un enorme gasto energético, sobre todo teniendo en cuenta que el núcleo del Sol, donde tiene lugar el proceso de fusión, está a 15 millones de grados. Pero es otro escalón más y todos van en la misma dirección.
Imágenes: testone22, will biscuits