Una técnica desarrollada en la Universidad de Colorado en Boulder ha logrado imitar la compleja geometría de los vasos sanguíneos mediante impresión 3D.
El empleo de la impresión 3D para imitar tejidos humanos, incluso órganos, es cada vez más algo plausible en lugar de una hipótesis futurista. Por ahora se trata sobre todo de piezas dedicadas a la investigación, aunque en el punto de mira está en poder hacer trasplantes de órganos creados artificialmente.
Este extremo se encuentra aún lejos de ser real, aunque la impresión 3D sí ha entrado en el mundo de los trasplantes. Los médicos la han utilizado para recrear la cavidad del paciente al que hay que colocar el órgano. Esto les permite a los cirujanos estudiar con detenimiento la zona antes de lanzarse a la operación. Por así decirlo, es como si se pudiera practicar en un simulacro cómo ha de ser la intervención. Para que así, cuando se abra al paciente, los facultativos prueben directamente lo que saben que funciona.
Son formas en las que la impresión 3D apoya los cuidados médicos. Pero continuamente surgen nuevos avances en este terreno. Uno de los últimos es el de la Universidad de Colorado en Boulder. La investigación que se ha llevado a cabo en este centro destaca por haber creado una nueva técnica. Con ella es posible imitar la compleja estructura geométrica de los vasos sanguíneos.
Estos vasos son elementos aparentemente sencillos, pero su estructura no es fácil de imitar. De ahí que el trabajo de estos científicos merezca una especial atención. Además, también han logrado que controlar la rigidez de estos vasos sanguíneos artificiales. Durante el proceso de impresión 3D los investigadores han monitorizado la forma en que el oxígeno se despliega. Ejerciendo un control sobre este parámetro han podido hacer que el resultado final sea más o menos flexible.
Un arma para combatir enfermedades vasculares
La impresora 3D es capaz de trabajar con biomateriales que tienen el tamaño de 10 micras , alrededor de una décima parte del grosor de un cabello humano. Sin embargo, se espera que en el futuro las dimensiones de trabajo se reduzcan aún más.
El objetivo es crear estructuras que funcionen como lo haría una célula sana. La presente investigación da un paso hacia esta meta. La intención de los científicos es que estos vasos sanguíneos artificiales les sirvan para combatir de nuevas maneras las enfermedades cardiovasculares. Por ejemplo, si son capaces de crear tejidos más suaves, que permitan venas más flexibles, se podría paliar la obstrucción en estos conductos.
Ni que decir tiene, ya ha habido quien se ha planteado directamente crear un corazón impreso en 3D. Por ahora este objetivo está lejos. Aunque en el Instituto de Innovación Cardiovascular de la Universidad de Louisville se han marcado una fecha: 2023. No queda mucho para saber si consiguen su reto.
Imágenes: KazuN