Un grupo de investigadores de Malasia, liderado por el ingeniero Senior Kasun Karunanayaka, ha desarrollado un dispositivo capaz de enviar una pequeña carga eléctrica al cerebro a través de la nariz.
Smartphones, altavoces inteligentes, Smart TV’s, robots y coches autónomos son avances que nos permiten ahorrar tiempo en nuestras actividades diarias, y nos acercan a aquellos que están lejos. Nuestros sentidos en este aspecto reciben, no solo estímulos inmediatos de la realidad, sino otros muchos estímulos digitales que, a través de los dispositivos, llegan a nosotros a gran velocidad.
La tecnología ha logrado ya que vista y oído superen barreras espaciales: podemos ver imágenes y vídeos en tiempo real tomados por un dispositivo a miles de kilómetros de distancia; podemos escuchar a una persona que nos habla desde el otro lado del planeta, ¿qué sucedería si pudiéramos también oler, degustar y palpar texturas desde la distancia?
Si esto llegase a pasar, nuestra forma de relacionarnos y de comunicarnos cambiaría por completo. La posibilidad de que sea real no está tan lejos, de hecho, los expertos aseguran que ya estamos de camino hacia un Internet multisensorial que permita transmitir los cinco sentidos a través de la red.
Un grupo de investigadores de Malasia, liderado por el ingeniero Senior Kasun Karunanayaka, busca hacerlo realidad, y ha desarrollado un dispositivo capaz de enviar una pequeña carga eléctrica al cerebro a través de la nariz, y desencadenar en el usuario la sensación de estar percibiendo un aroma. Los científicos están experimentando con diferentes patrones de estimulación, intercambiando la frecuencia y la cantidad de corriente liberada hasta conseguir cada olor específico. En declaraciones para IEEE, Karunanayaka afirma que el dispositivo se encuentra aún en una versión de prueba y que todavía hay que determinar si esos parámetros de estimulación son fiables para ciertos olores.
El ser humano es capaz de detectar cerca de 1.200 millones de olores, y además, los receptores olfativos de cada individuo tan diferentes como las huellas dactilares. Por ello, trabajar en la combinación de diferentes olores complica notablemente el trabajo de los investigadores. Los estudios realizados revelan que los participantes eran capaces de diferenciar olores con matices afrutados, dulces o amargos.
El australiano David Cheok, profesor titular en la Universidad de Malasia, afirma que, con el nivel de desarrollo tecnológico actual, digitalizar los sentidos del olfato y el gusto solo nos llevará 15 años, casi nada, teniendo en cuenta que la digitalización del audio llevó más de un siglo; y el desarrollo del vídeo, unos 50 años. La comunicación presencial siempre abarcará mucho más que la transmisión de la realidad en bits. Aún así, esta tecnología nos dará la posibilidad de humanizar las comunicaciones, conectando no solo los datos sino las emociones.
El olfato está en relación estrecha con el sentido del gusto, ya que ambos están basados en partículas sensoras de tipo más hormonal que cerebral.
La técnica de digitalizar olores, más conocida como cromatografía, ha sido empleada en muchas ocasiones con fines comerciales, pero nunca ha llegado a cuajar en el mercado del entretenimiento. Uno de los primeros productos fue ‘Smell-O-Vision’, del productor Michael Todd, que, siguiendo los pasos de su padre en la Expo Mundial de Nueva York de 1939, presentó un film que incorporaba banda olorosa.
A partir de ahí, se han presentado diversos productos de entretenimiento que incorporan experiencias sensoriales, pero no han llegado a lograr el éxito necesario para extenderse… todavía.