¿Cuarta Revolución Industrial? La personalización en masa del producto es el catalizador del cambio que, entre otras cosas, origina la Industria 4.0.
Ha llovido mucho desde que la máquina de vapor cambiara el curso de la historia de nuestra civilización con la mecanización de la producción en la llamada Primera Revolución Industrial. Los avances científicos a finales del siglo XIX permitieron vivir una Segunda Revolución Industrial con el descubrimiento de la electricidad, que sería la base para la producción en masa, seguida de una tercera revolución en pleno siglo XX, gracias al poder de la informática y la electrónica en la automatización de procesos de producción.
Hoy, se está gestando ante nuestros ojos una Cuarta Revolución Industrial, producto de la fusión de una serie de tecnologías exponenciales como el Big Data, la Inteligencia Artificial, el [Internet de las cosas (IoT)], la fabricación aditiva, la realidad aumentada, entre otras, que están difuminando las barreras entre lo físico y lo digital.
Se dice mucho sobre esta nueva etapa que la industria afronta. Desde ya, las grandes corporaciones se están movilizando para adaptarse a los cambios que esto conlleva y están empezando a extraer beneficios en torno a la Industria 4.0. Nos retrotraemos de nuevo y por última vez para entender por qué esta revolución es tan singular. La clave es entender el papel que tenemos nosotros, como individuos, en este nuevo cambio de paradigma.
La gran diferencia de la Cuarta Revolución del resto de ellas es que, ésta última no es causa del cambio sino consecuencia. En el caso de la segunda revolución, por ejemplo, ésta produjo como consecuencia la introducción a la producción en masa. Es decir, fue la revolución la que trajo el cambio en el modo de consumo, mientras que la cuarta revolución que se fragua se entiende, en gran medida, como consecuencia de los nuevos hábitos de consumo de las personas. La personalización en masa del producto, es pues, el catalizador del cambio que, entre otras cosas, origina la industria 4.0.
Cambio en el consumo y en el proceso de fabricación
El cambio en el consumo supone que ya no nos es suficiente con que el producto sea lo más barato posible, sino que además el producto debe adaptarse a todo lo que necesitamos como consumidores y lo que demandamos según nuestros gustos. Todo a un solo clic y con envío gratuito. Y es esto justamente el gran cambio que ha obligado a las empresas a buscar soluciones más ágiles y rápidas que den respuesta a sus clientes, ahora hiperconectados, acostumbrados a reservar un vuelo, pedir un taxi, hacer un pago, todo en remoto.
Desde el punto de vista de la industria, el cambio no solo consiste en la eterna búsqueda de ahorrar costes de producción sino que ahora además deben responder de forma rápida y personalizada a sus consumidores. La solución la han encontrado en la digitalización del todo; desde el diseño a la manufactura.
La digitalización trae consigo un hecho clave, y es que, al estar todo conectado, se genera una cantidad infinita de datos que son de gran utilidad para conocer más y mejor tanto la cadena de producción como al cliente; impactando no solo en la mejora de la eficiencia operativa sino también en la generación de nuevos ingresos de cara al consumidor final.
Anteriormente, si se presentaba algún problema en pleno proceso de fabricación, toda la cadena debía detenerse, evaluar dónde estaba el fallo, arreglarlo, y ponerlo en marcha nuevamente. Esto suponía pérdidas económicas cuantiosas por cada minuto que la producción se detenía. Lo mismo ocurría cuando se debía hacer algún mantenimiento de las máquinas, siempre con fechas fijadas y sin tener en cuenta si realmente era necesario o no.
Pues bien, la nueva industria conectada evitaría que los procesos se detuvieran. Si todo está comunicado, y se dispone de la información en tiempo real, somos capaces de modificar acciones y predecir fallos antes de que supongan un verdadero problema que cause que se detenga toda la producción.
Gracias a las tecnologías Big Data somos capaces de llevar a cabo mantenimiento predictivo de las máquinas y de procesos, garantizando así mayor eficiencia dentro de la industria.
Pero no tan rápido…
Por supuesto, estos cambios no vienen con seguro a todo riesgo, y por tanto debemos pagar las consecuencias de la automatización; la primera factura: el empleo. Según el estudio de “World Bank Development Report” (2016), las máquinas podrían reemplazar el 57% de los puestos de trabajo de media en los países de la OCDE, el 69% en India y hasta el 77% en China. Afecta más, por tanto, a aquellos países donde la industria tradicional tiene protagonismo.
Otro estudio; The Future of Employment (2013) nos dice más y sobre otros sectores; un teleoperador tiene un 99% de probabilidades de ser reemplazado por la automatización; un cajero de supermercado un 98%, un asistente legal un 94%, un taxista un 89% incluso un cocinero de una cadena de comida rápida un 81%.
Estas previsiones sólo muestran un dato estático y una de las caras de la moneda. La realidad es que, como siempre, buscaremos adaptarnos al cambio y dominarlo; surgirán nuevos perfiles profesionales como está ocurriendo actualmente. Perfiles como el de “Community Manager”, por ejemplo, eran impensables hace una década, o la disciplina Data Science.
Pero en un futuro no tan lejano hablemos de abogados especializados en drones y ciberseguridad o diseñadores de órganos. Lo que está claro es que en el futuro primarán las habilidades humanas sobre el conocimiento de algo en concreto, se valorará más una persona a la hora de ser contratada por sus dotes de liderazgo, su capacidad de gestión o su creatividad por encima de un conocimiento en concreto, que además de ir cambiando a gran velocidad será fácilmente accesible a todos a través de nuestros dispositivos móviles.