Casas de bambú en plena Gran Vía de Madrid o en las montañas de los Alpes. ¿Ficción o realidad? Muy a nuestro pesar, de momento se acerca más a una película de género fantástico o futurista. Sin embargo, arquitectos de todo el mundo intentan potenciar el uso de este material en la construcción de viviendas europeas.
El bambú se ha utilizado tradicionalmente en países de Asia y Sudamérica. Sin embargo, está despertando un gran interés en el resto del planeta por sus beneficios para el medioambiente y sus magníficas propiedades. Algunas de las especies de bambú -existen más de 1450- tienen la capacidad de tracción del acero y la resistencia del hormigón a la compresión. Dicho de otra manera, una caña de solo 10 centímetros de diámetro puede llegar a soportar más de 4 toneladas de peso.
La arquitecta balinesa Elora Hardy se ha convertido en la promotora de este material a nivel mundial. Y ya ha construido decenas de edificios en su país, entre los que se encuentran colegios, hospitales y restaurantes. Pero, ¿por qué apuesta tanto por este material? Según cuenta ella misma, cada año el bambú crea una nueva generación de brotes, lo que se traduce en un crecimiento de entre 20 y 30 centímetros en 24 horas. Además, se reproduce de forma natural, es uno de los mayores captadores de CO2 y su huella ecológica es inferior a cualquiera de los elementos que se utilizan habitualmente en la construcción.
En Europa, Anna Heringer es la arquitecta de referencia en el uso de bambú en sus trabajos, entre los que destacan museos y escuelas en países como Bangladesh, India y Zimbabwe. Isaac González, el diseñador que codirige la empresa española Bambusa Estudio, que construye estructuras de bambú desde hace más de 10 años, afirma que: “Entre 1.000 y 1.500 millones de personas viven en casas de bambú porque son más baratas que las de madera, pero también más ligeras, fuertes y resistentes a los terremotos que las construcciones de ladrillo y cemento”.
A pesar de las ventajas que supone este componente, en España todavía no es posible utilizarlo libremente dado que no cuenta con un marco regulatorio. En el resto de Europa ocurre lo mismo. Además, hay otro obstáculo: se trata del único continente en el que no crece esta planta. Sin embargo, la ley da camino libre cuando se utiliza para recubrimientos, porches o instalaciones temporales para eventos y festivales. Dos ejemplos de referencia en España son los pisos sociales del distrito de Carabanchel en Madrid, donde se utilizó como revestimiento exterior. Y, por supuesto, la cubierta de la Terminal 4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez.
Los especialistas creen que el bambú será el material del futuro, por su abundancia y sus propiedades.
Diferentes empresas del sector de la construcción, arquitectos e investigadores están luchando para que sea incluido dentro de los materiales estructurales permitidos en el Código Técnico de la Edificación español. Puesto que la planta no es endémica en el territorio europeo, la principal pregunta es si realmente es sostenible importarlo. Según confirma un estudio del Grupo de Investigación de Agroenergética, perteneciente a la Universidad Politécnica de Madrid, sí lo es, pues la energía que se ahorra en su cosecha compensa con la importación en Europa desde países como Indonesia.