*La favorita* es una película de época, aunque a los pocos minutos de estar viéndola nos damos cuenta de que no es como las demás. Cuenta la vida de Ana Estuardo y su triángulo amoroso con su consejera y una doncella recién llegada a palacio. Lo más sorprendente de todo no es la historia en sí, sino la forma de contarlo a través del ojo de pez. Puedes verla en Movistar Estrenos.
La favorita nos lleva hasta la Gran Bretaña del siglo XVIII. En ese momento, gobierna Ana Estuardo, una reina lesbiana con muchos dolores, que mantiene una relación íntima con su consejera, Lady Sarah. Todo parece maravilloso, la reina consigue afecto por parte de Sarah a cambio de darle cada vez más poder a esta, hasta que llega Abigail en busca de trabajo. Es una joven audaz, que pronto encontrará la forma de ascender socialmente. Entre faldas y guerras se sitúa el director Yorgos Lanthimos, con su director de fotografía Robbie Ryan.
El lenguaje visual de la película es brillante y llamativo. Lo primero que sorprende al espectador es el uso de un tipo de lente común en las cámaras deportivas, pero que no lo es tanto en el cine: el ojo de pez. Robbie Ryan eligió objetivos angulares muy extremos, que llevan a que la imagen se asemeje a “mirar por la mirilla de una puerta”.
Las cámaras que utilizó eran de la marca Panavision PVintage con una distancia focal de 6mm, con las que consiguió abarcar a los personajes y destacar su atrapamiento. Con esto, Lanthimos y Ryan cumplían con su objetivo: conseguir que el espectador se convirtiera en un “mirón” observador de una vida burguesa absurda y claustrofóbica. Porque así es la vida de la protagonista, la reina de Inglaterra Ana Estuardo.
El ojo de pez convierte al espectador en testigo presencial de la trama
Con distancias focales exageradas y planos imposibles, se muestra la locura y la ansiedad que caracterizan a la protagonista. Su reflejo en la pantalla viene dado con la distorsión de largos pasillos, que replican el sarcasmo surrealista que mostraban hace años pintores como Salvador Dalí. El espectador tendrá la sensación constante de estar ante un espectáculo imperfecto que guarda un símil directo con la alta sociedad de la Inglaterra de la época.
Pero la potencia visual del film no solo se muestra a través de la cámara, pues el director decidió eliminar todo tipo de foco. La iluminación de la película se limitó a la luz que dictaba el tiempo o el espacio de rodaje. Leyendo esto, parece que la grabación se iba complicando por momentos. Sin embargo, el director de fotografía lo desmentía cuando afirmaba: «La idea de fotografiar con luz natural es emocionante, porque hay que rodar con el clima que haya. Por suerte, en las localizaciones donde grabamos teníamos grandes ventanales y el clima fue muy amable con nosotros con una primavera excepcionalmente soleada».
Fuente imágenes: Movistar Plus y © 2018 Twentieth Century Fox Film Corporation