Delicadeza, precisión, emoción, intensidad… Son solo algunos de los sentimientos que transmite la esgrima. Esta disciplina olímpica tiene miles de años de antigüedad, pero su historia como deporte data de finales del siglo XIX, siendo uno de los diez deportes incluidos en el programa de los primeros Juegos Olímpicos celebrados en Atenas en 1896.
En la esgrima existen tres modalidades según el arma utilizado: espada, florete y sable. Cada una de ellas, tiene un blanco válido de diferente tocado. Por ejemplo, en un combate de espada los tiradores pueden dar el tocado con la punta en todas las parte del cuerpo del contrincante. Mientras que, en florete está permitido solo el tronco y en sable es de cintura para arriba.
Iñaki Bravo y Teresa Díaz, ambos esgrimistas profesionales y especializados en la modalidad de sable y florete, respectivamente, forman parte del Programa de Becas Podium de Telefónica y el Comité Olímpico Español. Ambos llevan desde su niñez practicando esta disciplina. Aunque su primera conexión con el deporte fue diferente para cada uno de ellos.
En el caso de Teresa, su madre le transmitió la pasión por el florete, ya que esta era floretista y, posteriormente, se convirtió en entrenadora de su actual club de esgrima Cardenal Cisneros. Recuerda que cuando era pequeña, su madre la llevaba con ella al centro de entrenamiento. Así que, «crecí oyendo y viendo la esgrima«, cuenta.
Para Iñaki, su conexión con la esgrima surge de los libros y las películas de caballeros. Confiesa que de pequeño siempre llevaba una espada en la mano. Sus padres no tardaron en ver el afán de su hijo por esta arma, de manera que decidieron apuntarlo a esgrima en un club donde se impartía la modalidad de sable. Todo empezó como un juego en el que, Iñaki recuerda con especial cariño cuando sus padres le compraron su primer sable. «En ese momento pensé: esto va a en serio, no es solo una actividad más».
La esgrima: un deporte minoritario en España
A pesar de que, en los últimos años la situación de la esgrima ha atraído a más personas – en 2019 había cerca de 7.000 personas federadas -, sigue siendo un deporte que cuenta con poca visibilidad. Sobre todo, si lo comparamos con disciplinas como el pádel o el triatlón que superan los 30.000 federados.
Ambos deportistas consideran que este deporte necesita de una mayor difusión. Teresa confiesa que, durante mucho tiempo no era seguidora de las redes sociales. Hasta que comprendió la gran labor que cumplen estas como medio para dar a conocer su deporte. «Nos quejamos de que no se habla sobre la esgrima. Por eso, lo mejor que podemos hacer es contarlo nosotros«, explica. Y así ha sido. Desde que comenzó a hacer un mayor uso de estas redes, ha recibido mensajes de personas interesadas en practicar este arte de defensa y ataque.
A diferencia de otras disciplinas, la esgrima no es un deporte que permita a sus practicantes vivir de ella. De ahí que, muchos de estos deportistas compaginen su carrera deportiva con una formación educativa superior. Iñaki ha estudiado Ingeniería Aeroespacial y, actualmente, está cursando un máster en Matemáticas Computacionales. Por su parte, Teresa hizo Magisterio y ahora se encuentra realizando un máster en Psicopedagogía.
Para Iñaki esto es vital porque, «si lo único que haces en tu día a día es esgrima, es muy fácil obsesionarte y entrar en un bucle nada sano«, menciona. Por esta razón, tanto ellos como otros deportistas, deciden dividir cada año de carrera en dos con el objetivo de poder cumplir sus objetivos de una manera saludable en los dos ámbitos. Porque como explican, cuando uno de las dos partes – deporte o estudios – no va bien, acaba afectando a la otra.
El papel femenino en la esgrima española
Entre entrenamientos, competiciones y exámenes, Teresa, junto a María Mariño, Andrea Breteau y Bárbara Ojeda, constituyeron un equipo español femenino de florete. Esta modalidad femenina cuenta con poco apoyo. Así, este equipo surgió sin una inversión previa y con la pasión de cinco floretistas y el apoyo de sus familias.
Tras mucho esfuerzo, en 2018 lograron meter, por primera vez, al equipo de florete femenino en el top 8 de Europa. Siendo, el impulso que necesitaban para lograr ir a un mundial. Para ello, hicieron un crowdfunding para poder costearse el vuelo, el hotel, competición, etc., de las cuatro. La gente les demostró que estaban a su lado, ayudándoles a cumplir uno de sus mayores retos. Alzándose hace unos días como las 5ª de Europa.
Becas Pódium y la posibilidad de competir en unos juegos
El poco apoyo con el que cuenta la esgrima ha dado lugar a que los deportistas hagan frente a dos tesituras: dejar el deporte por falta de apoyo o marcharse a otro país donde la esgrima tiene un mayor número de recursos.
Este es el caso de Teresa. Ella se vio en la necesidad de marcharse a Italia, desde 2020 al 2021, porque en España no había personas para entrenar. «Me estaba preparando una clasificación olímpica sola«, confiesa. Gracias al Programa de Becas Podium, del que forma parte desde 2021, se pudo permitir pagar el arriendo en el país italiano para poder seguir luchando por su sueño olímpico desde allí.
Mientras que, Iñaki comenzó a formar parte de estas becas en su primer año como Absoluto – categoría que sucede a la Junior -, permitiéndose poder costearse material nuevo, competiciones, etc. Para él, este apoyo llegó en un momento crucial, ya que el cambio de una etapa a otra es muy grande. A diferencia de otros deportes donde se llega a la madurez técnica con 22 o 23 años, en este, suele estar en torno a los 28. Por lo que, en ese paso de Junior a Absoluto, en una competición puede haber un contrincante de 21 y otro de 27, de ahí la dificultad de esa transición.
De manera que, el poder contar con este soporte económico, más el apoyo de sus padres y el querer seguir luchando por su sueño de ser olímpico, consiguieron que tras ese primer año comenzase a notar que cada vez estaba más cerca de su objetivo.
Próxima parada: la clasificación para los JJOO de París 2024
Estos dos esgrimistas representan a todos aquellos deportistas de élite que luchan por dar visibilidad a su deporte, además de luchar por situarse entre los mejores. Este último aspecto es algo que ya están consiguiendo a base de mucha constancia, de un camino de subidas y bajadas, pero, sobre todo, de ilusión y pasión por lo que hacen.
Iñaki ha sido bicampeón de España Junior en 2017 y 2018, tricampeón de España sub23 en 2018, 2019 y 2020. Además de haber sido 10 veces Campeón de España por equipos y haber obtenido una 7ª posición en el Campeonato del Mundo Junior de Verona en 2018. Esta última competición ha sido la más bonita para este esgrimista especializado en la modalidad de sable. Recuerda que, cuando perdió fue una sensación horrible, pero, «vinieron mis padres y el estar rodeados de ellos, de gente que me quiere, me hizo sentirme muy apoyado«, confiesa.
En ocasiones, basta con saber que hay una persona al otro lado sujetarnos la mano cuando caemos. Un campeonato especial no tiene por qué ser uno con medalla. También, son aquellas veces en las que son conscientes de que su lucha es apoyada por muchas personas.
Por su parte, Teresa, primera española clasificada en el ranking oficial de la Federación Internacional de Esgrima, campeona de España sub23, etc., define la esgrima como un deporte que la ha enseñado a resolver problemas, a mantener las emociones en su justo nivel y a pelear siempre por los objetivos. De ahí que, uno de sus campeonatos más especiales haya sido cuando se alzó como campeona de España por primera vez en 2018. «Ahí me di cuenta de que si trabajas, los resultados llegan«.
El futuro de Teresa e Iñaki en la esgrima solo acaba de despegar. Ambos tienen la vista puesta en los Juegos Olímpicos de París 2024.
«El que tiene un porqué puede sobrevivir a cualquier cómo»