La velocidad de carga una de las características que debemos tener en cuenta a la hora de escoger qué smartphone comprar. Si bien puede parecer menos importante que, por ejemplo, la propia capacidad de la batería, se trata de una prestación que puede salvarnos de más un apuro. E incluso convertirse relevante en nuestro día a día según nuestros hábitos. Por suerte, la mayoría de móviles que se comercializan hoy en día son compatibles con esta función, y cada vez los hay más potentes. Pero, ¿cómo funciona estos sistemas de carga rápida para que sea capaces de recargar la batería de un teléfono en apenas 10 o 15 minutos?
La carga rápida depende, sobre todo, de la potencia que el cargador transmita al dispositivo –siempre que este sea capaz de admitirla–. Esa potencia se mide en vatios y se calcula multiplicando la intensidad de la corriente eléctrica por el voltaje de la misma. Es posible, por lo tanto, llegar a 18 W con una corriente de 9 voltios y 2 amperios y con una de 6 voltios y 3 amperios.
En telefonía móvil se empezó a catalogar como sistema de carga rápida todo aquel que superaba los 5 o 10 vatios, una cifra que durante muchos años había sido el estándar de la industria. A día de hoy, no obstante, el abanico de propuestas de carga rápida es muy amplio. Muchos de los teléfonos más populares del mercado admiten 20 o 30 vatios. Pero también es posible encontrar otros que llegan a 120 o incluso 240.
Las tecnologías de carga varían en función de la marca
La tecnología detrás de cada sistema de carga rápida varía en función del fabricante, a pesar de que todos ellos parten de la misma base: suministrar una mayor potencia. Las diferencias residen en cómo logran alcanzar la cifra de vatios que prometen (es decir, la combinación de voltaje e intensidad de corriente), la construcción de la propia batería, la electrónica que actúa como intermediaria, la forma en la que monitorizan la temperatura de los diferentes componentes para evitar incidentes, etc.
Los sistemas de carga rápida también suelen diferir en la forma en la que se entrega esa potencia. Por lo general, alcanzan la máxima velocidad cuando la batería tiene menos energía (por ejemplo, menos del 50% de carga). Y, cuando se alcanzan ciertos niveles, reducen la potencia entrante para evitar la degradación de la misma. No obstante, la forma exacta en la que se incrementa o disminuye esa potencia en relación a la temperatura o el porcentaje de carga es diferente en cada marca.
Debido a estas variaciones, algunos fabricantes exigen el uso de cargadores o cables específicos –fabricados por ellos– para poder disfrutar de la máxima velocidad de carga que admiten sus teléfonos. Es el caso de Xiaomi u Oppo, por ejemplo. Por lo tanto, a la hora de adquirir un nuevo adaptador, no basta con que los vatios sean iguales o superiores a los que se supone que admite el teléfono. Debe haber sido fabricado o aprobado por la propia marca. De lo contrario, la velocidad de carga será menor.
El consorcio USB está impulsando tecnologías como el Power Delivery o PPS con el objetivo de estandarizar estos sistemas. Y, aunque muchas marcas han empezado a implementar estos sistemas en sus productos y accesorios, todavía queda camino por recorrer.
¿Cuáles son los sistemas de carga rápida más veloces del momento?
En el mercado es posible encontrar sistemas de carga rápida de 20 W (Apple), de 80 (Oppo) o de 120 (Xiaomi). No obstante, en el Mobile World Congress 2023 hemos visto nuevos pasos hacia delante en este campo.
Redmi, marca propiedad de Xiaomi, ha mostrado como un sistema de carga rápida de 300W capaz de suministrar el 100 % de una batería de 4.100 mAh en tan solo 5 minutos. Solo tarda 2 minutos y 12 segundos en llegar a un 50 %. Se trata, eso sí, de un prototipo. Si nos centramos en dispositivos disponibles en el mercado, Realme, es la compañía con la carga más rápida del mundo disponible actualmente. Su Realme GT 3 llega a 240W, lo que permite llenar el 20 % de una batería de 4.600 mAh en tan solo 80 segundos. La carga completa la realiza en 10 minutos.
Ambas compañías, reiteramos, utilizan su propia tecnología para añadir, entre otras cosas, funciones de seguridad para evitar disminuir la vida útil de la batería. Por ejemplo: el sistema de carga rápida de Xiaomi funciona gracias a una modificación en los componentes de la propia batería. En algunas áreas se ha sustituido el grafito por carbono y también se ha añadido materiales térmicos para evitar que esta se caliente en exceso cuando llega a su máxima potencia.