En el ámbito militar, un código rojo significa que se acerca una amenaza grave e inminente. Un ataque que requiere una acción inmediata de defensa y, en ocasiones, de contraataque. Este concepto se aplica también en el mundo de los negocios. Sin ir más lejos, Sam Altman ha declarado, recientemente, el código de rojo de OpenAI. Lo que significa acelerar el proceso de desarrollo de ChatGPT, su producto estrella. ¿El motivo? Uno de sus principales competidores, Google, le está ganando terreno con su inteligencia artificial Gemini.
Según las cifras que barajan varios medios, ChatGPT tiene más de 800 millones de usuarios semanales. Una cifra nada desdeñable y que coloca a este asistente de inteligencia artificial en la lista de aplicaciones móviles más descargadas. Tanto en Android como en iOS. Sin embargo, otra aplicación similar, Gemini de Google, se va ganando el favor popular a medida que la maquinaria del gigante de Internet lo va integrando en su ecosistema de productos, servicios y dispositivos. Si en julio de 2025 tenía 450 millones de usuarios activos mensuales, en octubre la cifra subía a 650 millones.
Así que, además de la presión que ya tenía OpenAI para seguir siendo la empresa de referencia en el desarrollo de inteligencia artificial generativa, ahora se le suma la necesidad de aumentar, más si cabe, la velocidad de trabajo para mejorar ChatGPT y que siga siendo la aplicación de referencia de millones de personas. Porque como muchos saben, en los negocios, no basta con llegar el primero. Mantenerse ahí puede resultar mucho más complicado a riesgo de perder relevancia con el tiempo. Y acabar en el olvido. Un escenario muy lejano para OpenAI pero no imposible.
Qué significa el código rojo de OpenAI
El mes de diciembre empezaba turbulento para los empleados de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, Sora y de los modelos de IA GPT, como GPT-5 y anteriores. Su CEO y máximo representante de la compañía, “activaba” lo que los medios y analistas han llamado código rojo de OpenAI. Haciendo un símil con el concepto militar. En un documento interno, al que tuvo acceso The Informer, Sam Altman explicaba a sus empleados que declaraba el código rojo para centrar sus recursos en mejorar ChatGPT a medida que aumentan las amenazas de Google y otros competidores.

Esto tiene varias consecuencias directas. La principal es que, si se dedican recursos a mejorar ChatGPT, otros proyectos tendrán que aplazarse. Principalmente, la introducción de publicidad en ChatGPT. Hasta el momento de declarar el código rojo de OpenAI, los responsables de ChatGPT han estado probando diferentes tipos de publicidad integrada en su asistente de inteligencia artificial. Algo de lo que ha dado que hablar, pero que resultaba inevitable. Esta novedad está ligada a las nuevas funciones de ChatGPT para buscar productos y comprarlos directamente desde el asistente.
Otro proyecto de OpenAI que sufrirá retrasos tiene que ver con los agentes de IA, una versión avanzada de ChatGPT que permite automatizar tareas más complejas. Y que, a medio plazo, debía formar parte de las funciones relacionadas con compras online o con salud digital.
Y, a cierta distancia, también ralentizará su desarrollo el proyecto Pulse o ChatGPT Pulse. El concepto, anunciado a finales de septiembre de 2025, es que ChatGPT se convierta en un asistente personal inteligente proactivo. Es decir, en vez de esperar a que le preguntes algo, será la IA la que tomará la iniciativa. Lo que se traducirá en “actualizaciones personalizadas basadas en tus chats, comentarios y aplicaciones conectadas, como tu calendario”.
Por qué el código rojo de OpenAI
OpenAI puso de moda la inteligencia artificial entre el gran público. Hasta que OpenAI anunció ChatGPT en noviembre de 2022, la inteligencia artificial se desarrollaba en laboratorios de universidades, centros de investigación o de empresas como DeepMind, que en 2014 compraría Google y que tan buenos resultados le ha dado en el ámbito de la investigación. Hasta el punto de obtener el Premio Nobel de Química de 2024.
El éxito de ChatGPT abrió la veda para que la inteligencia artificial generativa generara todo un ecosistema de empresas, pequeñas y grandes, que desarrollan modelos de IA para generar texto, imagen, audio o video a partir de órdenes de texto con lenguaje más o menos natural. Solo hay que echar un vistazo a plataformas de referencia como LMArena para ver que la competencia es abundante y de calidad. Y las listas cambian con cada nueva actualización en los modelos probados. Así que hay que pelear cada victoria constantemente. Mes a mes.

En el momento de escribir estas líneas, Gemini 3 Pro de Google encabeza varias de las listas (texto, visión, texto a imagen, edición de imágenes o búsquedas online). Por encima de GPT 5.1. Y en algunas de esas listas, el modelo de IA de OpenAI se ve superado por otros competidores como Grok de Elon Musk o Claude de Anthropic. De ahí que Sam Altman activara su particular código rojo de OpenAI.
Y aunque dejemos a un lado la búsqueda de la excelencia, por así decirlo, a Sam Altman también le preocupa que ChatGPT deje de ser la app más descargada de las tiendas de aplicaciones. Algo que perjudicaría futuras inversiones y que dificultaría proyectos como los que hemos mencionado antes, como integrar publicidad, añadir funciones de compra online o convertir ChatGPT en un asistente inteligente proactivo.
La gran maquinaria de Google
Google es el principal competidor de OpenAI, según ha expresado en varias ocasiones su CEO, Sam Altman. Si comparamos ambas compañías, podríamos utilizar el clásico símil de David contra Goliat. Puede que OpenAI esté valorada en más de 500.000 millones de dólares, según estimaciones de octubre de 2025. Y que tenga más de 3.000 empleados.
Pero es innegable que Google es un gigante de mayores proporciones. Es más. OpenAI sigue sin tener una infraestructura propia, ya que emplea, principalmente, Azure de Microsoft. Ni con un ecosistema de productos mundialmente conocidos como YouTube, el buscador Google o Android. Y, con todo, hizo tambalear a Google.

Hace dos años, en diciembre de 2023, Google presentaba Gemini. Se trataba de una nueva familia de modelos grandes de lenguaje que venía a sustituir los modelos de IA anteriores, LaMDA y PaLM 2. El objetivo era presentar batalla contra OpenAI y su exitoso ChatGPT. En un contexto en el que el buscador de Google veía un descenso en su uso a favor de otras plataformas como YouTube, Reddit o TikTok. Desde entonces, Google ha colocado a Gemini en el centro de su ecosistema de dispositivos, aplicaciones y servicios online.
Gemini versus ChatGPT
El resultado ya se está viendo. De ahí el código rojo de OpenAI. La maquinaria de Google ha conseguido colocar a Gemini en sus dispositivos móviles y en sus aplicaciones más populares. Una estrategia que ya le funcionó cuando dio a conocer Google Chrome hasta convertirlo en el navegador más popular gracias a publicitarlo en su buscador. Algo que OpenAI no puede hacer al no contar con un ecosistema propio del que dependan millones de usuarios.
¿Logrará Google adelantar a OpenAI en su terreno de juego? ¿Gemini será el vencedor frente a ChatGPT? El tiempo, y los usuarios, lo dirán. Lo que está claro es que OpenAI se juega mucho. Seguir siendo el referente en IA generativa permitirá monetizar ChatGPT con la inclusión de publicidad. Pero si Gemini logra hacerle sombra, OpenAI podría tener problemas serios, ya que pese a su elevada valoración y la entrada constante de dinero de inversores, sigue teniendo grandes gastos al carecer de infraestructura propia en la nube.
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