Desde que OpenAI diera a conocer su modelo de inteligencia artificial, ha dado que hablar prácticamente a diario en medios tecnológicos y financieros. Ya sea por sus frecuentes anuncios de nuevos productos, o actualizaciones de los mismos, como DALL-E, ChatGPT y su IA GPT, o por los también frecuentes problemas dentro de la propia empresa. La enésima crisis en OpenAI tiene que ver con su futuro. ¿Es una empresa viable económicamente?
Fundada a finales de 2015, OpenAI se dio a conocer en 2019. Logró un gran acuerdo con Microsoft y, desde entonces, se ha vuelto muy popular entre el gran público con sus productos. Cuando tuvo listo su modelo de IA, GPT, OpenAI anunció Playground, una herramienta para probar su inteligencia artificial. Luego vendría DALL-E, que genera imágenes a partir de una palabra o frase. Y todos conocemos ChatGPT, el chatbot que permite usar GPT. Ahora, OpenAI sigue trabajando en mejorar GPT y dotarlo de más funciones. Y, recientemente, anunció su nuevo asistente de voz integrado en ChatGPT.
Pero este verano ha surgido una nueva crisis en OpenAI. Se duda de su futuro. Una empresa, todavía considerada startup, con sede en San Francisco y más de 1.000 empleados, con inversores como Microsoft, Sequoia Capital y otros grandes fondos de inversión. Y valorada, a finales de 2013, en 86.000 millones de dólares. ¿Por qué se desconfía de su viabilidad?
El centro de todas las miradas: ¿está en crisis OpenAI?
OpenAI, con casi una década de vida, ha logrado llamar la atención de los grandes inversores de Estados Unidos y se ha sabido posicionar prácticamente en el centro de las miradas en el campo de la inteligencia artificial. Es más. Ha logrado trasladar la inteligencia artificial a pie de calle con su modelo de IA GPT. Hoy, la inteligencia artificial es algo conocido entre el gran público, que la ven integrada en toda clase de aplicaciones y servicios online.
La IA era una tecnología que se estaba utilizando y perfeccionando en universidades, empresas y centros de investigación. Se hablaba de ella como algo a futuro para el ciudadano medio. Pero en pocos años, todas las empresas de Silicon Valley están interesadas, lanzan sus propios modelos de IA, como Google Gemini o Apple Intelligence, y anuncian su integración en sus productos y servicios. Como hace Meta (antes Facebook) con su IA en Facebook, Instagram y WhatsApp.
La viralidad y fama que logró OpenAI al lanzar DALL-E y ChatGPT hicieron que Microsoft apostara por integrar su IA GPT en sus productos. A través de la marca Copilot, GPT está en Bing, en Windows, en Edge y en Office. Prácticamente, todo el software de Microsoft integra o, pronto, integrará IA. Y todo esto se ha traducido en grandes inversiones. Así, pues, ¿cuál es el problema?
Un problema en el modelo de negocio
En el verano de 2023 ya se hablaba de una crisis en OpenAI relacionada con su viabilidad. Un artículo publicado en Forbes estaba titulado “OpenAI no va a la quiebra, pero tiene un problema en el modelo de negocio”. ¿Cómo es posible que se dude de su estabilidad? Recibe grandes cantidades de dinero por parte de inversores, tiene más de 100 millones de personas usando ChatGPT semanalmente, y su valoración sube mes a mes llegando a los miles de millones de dólares.
El problema en el modelo de negocio que hablaba Forbes y que comentan expertos en finanzas tiene que ver con los elevados costes de mantener su modelo de IA. Especialmente para entrenar GPT, y eso que su técnica para entrenar IA es más económica que el método tradicional, más artesanal, lento y costoso. Según los datos que manejan los medios, mantener ChatGPT en funcionamiento cuesta casi 700.000 dólares diarios. Y eso que OpenAI, en su acuerdo con Microsoft, tiene un descuento en el uso de la infraestructura en la nube de Microsoft Azure.
Esta nueva crisis en OpenAI surgió a raíz de una cifra concreta. 5.000 millones de dólares en pérdidas proyectadas. Ese era el dato que varios medios consideraban como una alerta de que OpenAI podía acabar en bancarrota en cuestión de un año. Más cifras. Los costes de entrenar GPT llegan a 7.000 millones de dólares. A lo que hay que sumar 1.500 millones en costes de empleados. Al otro lado de la balanza, los ingresos están situados en los 3.500 millones de dólares. Repartidos, principalmente, en 2.000 millones de ChatGPT y 1.000 millones del acceso a su LLM. Por lo que hay un gran desajuste entre el dinero que entra y el que sale.
Las constantes crisis en OpenAI
OpenAI no es la primera startup que pierde dinero durante años pese a recibir inversiones millonarias y a ser popular entre inversores, medios y el gran público. Y aunque las cifras que hemos visto antes puedan parecer preocupantes, mientras los grandes fondos de inversión o gigantes como Microsoft sigan insuflando dinero, no tendría por qué haber problema. Debemos tener en cuenta que OpenAI está siendo pionera en un campo poco explorado hasta ahora, la inteligencia artificial, y es normal que su despliegue actual suponga un elevado coste. Algo que debería solucionarse en los próximos años.
Sin embargo, OpenAI tiene otro problema añadido. Y que pone en duda, no ya la viabilidad económica, sino el rumbo que sigue la compañía. Y tiene que ver con los empleados y, especialmente, los cargos y talentos más importantes dentro de esta startup. Un artículo reciente de Financial Times titulado “A dónde han ido los fundadores de OpenAI” afirma que “solo dos de los once fundadores de OpenAI siguen activos trabajando en ChatGPT”.
Hay que recordar la crisis en OpenAI de finales del año pasado. En noviembre de 2023, Sam Altman, fundador y CEO de OpenAI, decidió marcharse de la compañía por una disparidad de opiniones con otros miembros del equipo y de la junta directiva. Pero, finalmente, volvió a su puesto. En parte, por el apoyo de parte del equipo de empleados. Eso sí. Se marcharon quienes discrepaban de Altman.
Y durante este 2024, pesos pesados de la compañía también se han marchado. Destacan John Schulman, que ahora trabaja para Anthropic, startup rival y precisamente creada por antiguos empleados de OpenAI: los hermanos Dario y Daniela Amodei. Otros talentos y cofundadores que han abandonado OpenAI este año son Greg Brockman, el hasta ahora presidente y que se ha tomado unos meses sabáticos. E Ilya Sutskever, que ha creado su propia startup de IA llamada Safe Superintelligence junto a Daniel Gross, emprendedor, y que trabajó en IA con Apple, y Daniel Levy, jefe de optimización de OpenAI.
Qué puede ocurrir en el futuro
¿Desaparecerá OpenAI en los próximos doce meses, como afirman los responsables del informe que inició esta nueva crisis en OpenAI? ¿Seguirán los inversores confiando en esta startup o cortarán el grifo del dinero? Tal y como afirman otros medios, no es el primer informe que pone en duda la viabilidad económica de OpenAI. Como vimos antes, la prestigiosa Forbes ya hablaba de ello el verano pasado. Y ahí sigue OpenAI, con una valoración de miles de millones de dólares.
Otro peligro que amenaza a OpenAI, y al resto de empresas que invierten en inteligencia artificial, es que desde hace unos meses ya se empieza a hablar de burbuja de la IA, comparándola irremediablemente a la burbuja de las punto com que vivimos a finales del siglo XX y que estalló en la primavera del año 2000, ocasionando grandes pérdidas en las bolsas y en las cuentas de grandes empresas. Y de muchos inversores, grandes y pequeños.
Pese a la importancia de la economía en nuestras vidas, para bien o para mal, los mercados se rigen por rumores, sensaciones y especulaciones. Un entramado demasiado frágil que puede dar pie a grandes subidas o grandes bajadas en las bolsas por contagio o por un informe que pone en duda la viabilidad de una empresa tan relevante como es OpenAI. Como contraste, NVIDIA está viviendo su momento dorado. Su valor crece, semana a semana, gracias a los mismos motivos y al mismo sistema que hace que OpenAI sea puesta en duda.
En su favor, OpenAI tiene sus 100 millones de usuarios de ChatGPT y el ecosistema de aplicaciones y servicios que se nutren de sus APIs de pago. La IA está de moda, y todo apunta a que se mantendrá en el tiempo. Su acuerdo con Microsoft también le da puntos. Y la constante entrada de dinero de grandes inversores. Por otro lado, como afirma su CEO, Sam Altman, están haciendo algo grande, y mientras sus productos basados en IA sean valorados como tal, OpenAI no debería temer por su futuro. Por último, los costes de entrenamiento y mantenimiento de GPT se van a ir reduciendo a medida que se optimiza el modelo de IA. Cada nueva versión es más eficiente y potente que la anterior.