Ayer conocíamos el nombramiento del nuevo máximo dirigente de la OMC, el brasileño Roberto Carvalho de Azevêdo. Aprovechando el cambio en la dirección de esta organización sería interesante repasar la influencia que en las últimas décadas ha tenido la OMC en la configuración de las relaciones comerciales y su impacto directo en la industria de la Telecomunicaciones.
El nacimiento de la OMC se remonta a 1947. Finalizada la II Guerra Mundial, las principales potencias internacionales tratan de establecer un nuevo orden institucional internacional que regulase las relaciones financieras, políticas y económicas. Entre las últimas destaca la necesidad de establecer un marco internacional estable y que promocionase las relaciones comerciales entre los distintos países.
Tras varios intentos fallidos escenificados en el fracaso de la “Conferencia sobre comercio y empleo”, celebrada en 1948 en La Habana, se toma como base negociadora el acuerdo que unos meses antes habían firmado en Ginebra 23 países y que se denominó GATT (General agreement on trade and tariffs). A lo largo de las 3 décadas siguientes al GATT se fueron adhiriendo países, se ampliaron los acuerdos comerciales existentes y se establecieron los principios que van a regir las relaciones comerciales que a día de hoy conocemos. En 1993, y como colofón a la Ronda de Uruguay, se institucionalizan todos los acuerdos firmados bajo el auspicio del GATT hasta la fecha y se configura lo que hoy conocemos como la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Es precisamente en la Ronda de Uruguay y en los años posteriores al nacimiento de la OMC (1994-97) cuando se van a firmar los primeros acuerdos que afectan al sector de las Telecomunicaciones. Hay que recordar que las décadas de los 80 y los 90 son el punto de inflexión para la privatización y liberalización del sector tanto en Europa como en los EEUU y la OMC va a contribuir a acelerar y completar este proceso.
Los acuerdos multilaterales se van a concretar en el acuerdo sobre el comercio de servicios, también conocido como GATS. Los países miembros de las Comunidades Europeas (hoy UE) y otros países se comprometen entonces al suministro de servicios transfronterizos, al consumo en el extranjero, así como a liberalizar la presencia comercial.
Entre los servicios concretos que quedan liberalizados se encuentran la transmisión de datos, el correo electrónico, el correo vocal, los servicios de recuperación de información en línea y de bases de datos y el intercambio electrónico de datos entre otros. No obstante, algunas de las premisas del acuerdo sufren algunas limitaciones. Un ejemplo de las mismas es el acceso al capital de las empresas de telecomunicaciones, que queda limitado para empresas no pertenecientes a la UE.
Aunque el acuerdo sobre comercio de servicios de 1994 supone un avance significativo para la liberalización del sector, va a ser la apertura de la Ronda de Doha –aún inconclusa a día de hoy– la que defina la agenda de los distintos temas que deben afrontarse dentro del marco de la OMC relacionados con las Telecomunicaciones.
La principal petición por parte de los distintos países involucrados en las negociaciones hace referencia a la mayor apertura de los mercados y la consolidación de reformas recientes (es decir, el compromiso de no incrementar un tipo de derechos por encima de un nivel acordado). Hasta julio de 2008, son 39 los gobiernos que habían presentado ofertas para mejorar sus compromisos vigentes o contraer compromisos por primera vez en lo que se refiere al sector de las Telecomunicaciones.
No obstante, fue en la Conferencia Ministerial de Hong Kong (diciembre de 2005) cuando los ministros de comercio establecieron un mandato sobre un nuevo mecanismo de negociación por sectores específicos. Entre dichos objetivos de negociación establecidos por los miembros de la OMC destacan:
- Lograr una amplia cobertura del sector de una manera neutra desde el punto de vista de la tecnología y compromisos significativos relativos a todos los modos de suministro.
- Trabajar en colaboración con los países menos adelantados y potenciar el desarrollo para encontrar formas de alentar a que se presenten ofertas nuevas y revisadas y prestar asistencia técnica destinada a respaldar este proceso;
- Reducir o eliminar los derechos exclusivos, las pruebas de necesidades económicas (esto es, pruebas que utilizan criterios económicos para decidir si se justifica la entrada de una nueva empresa extranjera en un mercado), las restricciones respecto a los tipos de persona jurídica permitidos y las limitaciones a la participación extranjera en el capital
- Compromiso de adoptar todas las disposiciones del Documento de Referencia sobre las Telecomunicaciones
- Eliminación de las exenciones del trato de nación más favorecida (NMF). Es decir, no discriminación.
El principal reto que debe afrontar el nuevo máximo dirigente de la OMC es poner fin a la Ronda de Doha; dar un paso hacia adelante en las negociaciones y cerrar aquellos temas que sean susceptibles de ser finalizados. El sector de las Telecomunicaciones, Internet y el mundo digital necesitan normas homogéneas, estándares mundiales y una verdadera apertura mundial del sector. Tanto los países desarrollados como emergentes tienen una misión, y el brasileño Azevêdo la obligación de llevarla a cabo.
Fuente: OMC
Imagen: VOANews