Cómo se transmiten las órdenes mentales a un ordenador

Dar órdenes con la mente es una de las ilusiones más futuristas/humanas que existen. Es el camino más corto que hemos imaginado para comunicarnos: sólo pensarlo y que la información quede transmitida o la acción realizada. Gracias a las interfaces cerebro-ordenador se ha avanzado en el conocimiento del órgano y en cómo se pueden manejar los impulsos nerviosos que éste emite. Muchas incógnitas que permanecen en el misterio, aunque poco a poco se va sabiendo más acerca de cómo la mente controla una máquina.

Una interfaz cerebro-ordenador consiste en una herramienta, como un casco o un implante, que recoge la actividad neuronal de una persona, convierte los impulsos nerviosos en señales eléctricas y los envía a una máquina, codificados en lenguaje digital. La información se puede utilizar de forma pasiva o activa. En el primer caso serviría solamente para el estudio posterior por parte de científicos. Ayudaría así a conocer mejor cómo funciona el órgano más desconocido.

Pero estas señales nerviosas convertidas en lenguaje digital también se pueden utilizar para enviar órdenes a la máquina. De esta forma el sujeto es capaz de realizar tareas de cierta complejidad, pensándolas, como demostró el experimento de la Universidad de Pittsburgh, que permitió a una mujer tetrapléjica mover un brazo robótico con la mente. Un estudio liderado por Jeremiah Wander, de la Universidad de Washington, en Seattle, ha profundizado sobre cómo se comporta nuestro cerebro cuando da órdenes directamente a una máquina.

Un experimento con siete participantes con epilepsia mostró que éstos pasaron de pensar en una tarea a procesarla automáticamente. El cambio se produjo de forma similar a lo que ocurre cuando las personas aprendemos otras acciones motoras, como tocar el piano o montar en bicicleta. Se les pidió que jugaran a un juego sencillo de ordenador y los científicos creen que su habilidad puede ir incrementando a medida que jueguen.

La investigación lo ha comprobado: controlar tareas con la mente es un proceso que activa las mismas zonas del cerebro que el aprendizaje psicomotor. Se puede por tanto asimilar el uso de una interfaz cerebral y progresar con la práctica, tal y como sucede con actividades cotidianas. Sabiendo esto se pueden optimizar estos dispositivos para que los usuarios aprendan a utilizarlos.

El problema: su carácter intrusivo

Las interfaces cerebro-ordenador aún no están lo suficientemente desarrolladas como para un uso comercial masivo; incluso para su utilización médica todavía tiene que avanzar más la investigación. El principal inconveniente está en los métodos intrusivos que se emplean para conectar la actividad neuronal a una máquina. Para recoger la información de las señales nerviosas es necesario colocar unos electrodos que tengan acceso a este tipo de datos.

interfaz cerebral

Este procedimiento se puede hacer de varias formas. Los implantes cerebrales son una opción que asegura la conexión más directa con las neuronas, pero constituye el método más intrusivo. Los cascos repletos de electrodos son otra de las vías que se utilizan para captar la información del cerebro. En este caso se suele cubrir la cabeza con una solución que hace de intermediaria para mejorar la comunicación entre la interfaz y el órgano. Hasta el momento el formato que menos trastorna al usuario es un sensor, como el MindSet de NeuroSky, que se coloca de manera similar a como se haría con unos auriculares. La herramienta obtiene ondas cerebrales y las envía a una máquina como datos inteligibles para ésta.

Por el momento las posibilidades de sensores como el de NeuroSky son limitadas, pero hay laboratorios que están investigando con el dispositivo. En la University of California, el profesor Chuang ha desarrollado lo que dio en llamar los ‘passthoughts’ (contraseñas mentales). El usuario puede establecer su clave como un pensamiento (una imagen, una frase, un recuerdo), la máquina graba la información y la pide cada vez que se requiera el acceso. Si alguien conociera cuál es el pensamiento requerido para acceder, no serviría de nada. El carácter único de las ondas cerebrales de cada persona impide la suplantación de identidad.

Sin embargo, otros métodos son más intrusivos y más engorrosos para el usuario, aunque también permiten profundizar más en la captación de impulsos nerviosos. Una de las últimas investigaciones en el campo ha sido la interfaz cerebral inalámbrica desarrollada en la Brown University, en Rhode Island (Estados Unidos). Este dispositivo liberaba de cables al usuario, un factor importante para estudiar el cerebro, ya que el comportamiento no puede ser el habitual cuando se está enganchado a una máquina. Sin embargo, se trata de un implante por debajo de la piel. El aparato fue probado en primates, a quienes se tenía que refrescar con agua al cargar la batería, de forma inalámbrica también.

Imágenes:  Sybren A. Stüvel y  Cea.

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