Easton LaChappelle, un estudiante de secundaria de Colorado, ha diseñado una prótesis robótica de bajo coste gracias a la impresión 3D.
La impresión 3D se ha convertido en una tecnología de gran proyección con aplicaciones en muchísimos ámbitos. En apenas unos años, ha sentado las bases para desarrollar prototipos rápidamente, construir dispositivos o piezas de repuesto, difundir obras culturales y artísticas e, incluso, se ha colado también en el ámbito de la medicina, permitiendo el desarrollo de huesos artificiales. Las impresoras 3D simplifican procesos de fabricación, abaratan costes y ofrecen tanta flexibilidad que, en el futuro, quizás lleguemos a imprimir nuestras propias casas usando esta tecnología.
Quizás aún sea pronto para pensar en proyectos de gran envergadura que se han realizado mediante impresión 3D pero, sin duda, esta tecnología se está convirtiendo en el pilar sobre el que construyen sus proyectos muchas personas con talento. Precisamente, gracias a la impresión 3D y a su talento, un chico de 17 años, de Colorado (Estados Unidos), ha desarrollado un brazo robótico que podría utilizarse a modo de prótesis ortopédica y que, además, tiene un coste 160 veces inferior a las prótesis ortopédicas que se pueden encontrar en el mercado (abriendo así la puerta a su uso masivo, independientemente de la clase social o nivel adquisitivo que se tenga).
Las prótesis ortopédicas, generalmente, suelen tener unos costes elevados y no siempre son accesibles a todos los bolsillos. Una prótesis robótica (brazos y piernas mecánicas), aunque podría mejorar la calidad de vida de mucha gente, puede llegar a tener un coste de 80.000 dólares, lo que para muchas personas supone una gran barrera de acceso.
Easton LaChappelle, un chico de 17 años de Colorado, conoció en 2011 a una niña de 7 años que usaba una prótesis robótica y quedó tan impresionado por sus funcionalidades y por su coste que decidió abordar el diseño y construcción de una prótesis similar que fuese de bajo coste y, por tanto, accesible a mucha más gente.
LaChappelle, que era un entusiasta de la electrónica, se puso manos a la obra con el proyecto y pronto llegaría a la conclusión de que el diseño tradicional terminaba derivando en un producto caro. Buscando en la red recursos que pudiese usar libremente, este estudiante de secundaria llegó a Thingverse, un gran repositorio de diseños de piezas y dispositivos en el que encontraría los esquemas de una mano mecánica que se podría imprimir en 3D. Usando esta mano, LaChappelle, junto con un amigo, se centró en el desarrollo de un brazo y en el sistema de control de la prótesis (basado en el encefalograma, es decir, ondas cerebrales).
Mi objetivo era crear una prótesis que fuese asequible. Quiero continuar mi trabajo para conseguirlo y, de hecho, ya he comenzado a trabajar en la tercera generación de este brazo robótico.
¿El resultado? Un brazo robot impreso en 3D que se puede «controlar con la mente» y que tiene un coste inferior a los 500 dólares, un precio que hace que este sistema sea accesible y, además, ofrece al usuario una prótesis robusta y con un diseño muy avanzado.
Gracias a esta contribución, Easton LaChappelle fue invitado a la feria anual de ciencias que se organiza en la Casa Blanca y tuvo la ocasión de mostrarle el proyecto al presidente Barack Obama, quien quedó impresionado y recomendó a LaChappelle a contactar con DARPA (la Agencia de Investigación del Departamento de Defensa) que trabaja, precisamente, en el desarrollo de prótesis ortopédicas avanzadas para los veteranos de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Este estudiante, que hoy en día está considerado una referencia en el ámbito de la impresión 3D y las prótesis ortopédicas, ha colaborado en el desarrollo de otras prótesis para niños y también está colaborando con la NASA en el proyecto Robonaut de robots-astronautas.
Una interesante historia que nos muestra las posibilidades de la impresión 3D y la puerta que nos abre para desarrollar proyectos creativos que pueden ayudar a mucha gente.