La tecnología de impresión 3D ya cuenta con un desarrollo avanzado, incluso se han reducido los precios de forma considerable, pero aún faltan varios detalles para su popularización.
Hoy en día las impresoras 3D están destinadas a compañías relativamente grandes y a aficionados muy entusiastas. Pero en los próximos años se prevé que se extiendan ampliamente, alumbrando una impresión 3D masiva. Si en 2013 la facturación de las principales empresas, como Stratasys y 3D Systems, alcanzó alrededor de los 500 millones de dólares cada una, para 2016 algunos analistas de Wall Street prevén que las ventas se duplicarán, rondando los 1.000 millones de dólares.
Es cierto que abundan las noticias relacionadas con las impresoras 3D. A cada poco tiempo se conoce una nueva maravilla que no deja indiferente a nadie, ya sea la introducción de otros materiales aparte del plástico, la construcción de casas o un nuevo modelo low cost que baja un escalón más el precio de estas máquinas. Sin embargo, ¿quién tiene una impresora 3D? Lo más probable es que si nos ponemos a pensar en nuestro entorno, poca gente, o nadie, tenga cerca uno de estos dispositivos, ya sea en su casa o en la oficina.
¿Qué tiene que pasar para que en los próximos años se desarrolle una impresión 3D masiva? Lo primero que hay que tener en cuenta es que resulta más sencilla la adopción por parte de las empresas que a nivel de consumidor, como comentan en ZDNet. Pero para que estas máquinas lleguen a las oficinas, talleres o almacenes se necesitan más casos de éxito, explicar de forma ilustrativa por qué son beneficiosas. Un ejemplo de esto es el de Trek Bicycle, que ha simplificado la producción de sus bicicletas usando impresoras 3D.
Para las empresas también es fundamental el apoyo de los integradores y consultores, al igual que ocurre con el software empresarial, para acercar a los posibles clientes esta tecnología. Estas compañías suelen tener una gran base de clientes y una relación afianzada con ellos, dos elementos preciados a la hora de forzar la adopción de un producto.
Por otra parte – y esto sirve tanto para las empresas como para el mercado de consumo – se necesitan productos adaptados a la impresión 3D. Cuando empiecen a surgir, toda la industria les seguirá. La entrada de Adobe, con la introducción de un software dedicado en su suite de creatividad, es un paso importante en este sentido.
Otra de las cuestiones fundamentales es la entrada en el mercado de grandes compañías de la industria de la impresión convencional. Las marcas conocidas suscitan más confianza, tanto en consumidores como en empresas, y tienen una mayor capacidad para arrastrar al consumo. Por no hablar de su capacidad de marketing, ya que bajo su paraguas es más fácil promocionar la impresión 3D y crear una necesidad en las masas. Pero no se trata sólo de estos intangibles. Para llegar al consumidor masivo los precios tienen que bajar aún más y esto se conseguirá mucho más rápido con la introducción de compañías como HP o Canon, con una economía de escala probada.
