La compañía estadounidense Rambus ha creado una cámara diminuta sin lente, que podría integrarse sin apenas costes en objetos con internet de las cosas.
Los objetos conectados a la Red cada vez son más, han saltado de los teléfonos móviles a cualquier variopinto elemento del hogar, del paisaje urbano y del no tan urbano. Incluso una lámpara normal se puede convertir en un objeto inteligente con un simple ‘smartplug’ que incorpora un chip para comunicarse con la red WiFi. Y como toda nueva tecnología que emerge necesita de complementos para aumentar sus posibilidades. Aquí es donde entra el minúsculo dispositivo creado por Rambus, una cámara para Internet de las cosas.
Rambus es una compañía de Sunnyvale especializada en crear tecnología nueva y venderla a otras empresas para que éstas la comercialicen. Una de sus últimas invenciones aún no tiene comprador, de hecho, todavía son necesarios algunos retoques antes de que pueda plantearse una fase comercial. Sin embargo, habrá más de un candidato interesado a integrar esta cámara para Internet de las cosas en sus productos.
A pesar de la creciente miniaturización del hardware, una cámara es un elemento que difícilmente puede encoger más de lo que lo ha hecho hasta ahora. Reducir aún más el tamaño resulta prácticamente inviable. Rambus ha escogido otro camino para crear un dispositivo diminuto, capaz de incorporase a cualquier tipo de objeto, con otra particularidad importante: el coste de fabricación apenas se incrementaría.
Se trata de un sensor óptico que ni siquiera dispone de lente, pero permitiría obtener un mínimo de información sobre el entorno para conocer su estado. No tiene nada que ver con las cámaras de alta resolución que integran los dispositivos móviles, cuyas lentes tienen que estar fabricadas con una superficie curva muy calculada. La solución que han visto desde Rambus es retirar este componente para poder disminuir el tamaño del sensor.
La lente curva que utiliza una cámara se sustituye por un sensor diminuto que mapea la luz con ayuda de una estructura espiral. Esta información es procesada por un ordenador, que de esta manera compone la imagen. El dispositivo podría ser integrado dentro de chips y el aumento del coste sería sólo de un puñado de céntimos por unidad, algo irrisorio en comparación con el precio de una cámara.
El funcionamiento de la cámara de Rambus está basado en una rejilla grabada con una forma espiral, lo que permite que la luz entre desde cualquier orientación. Un sensor recoge todas estas espirales, que un humano no es capaz de interpretar, pero que con el software adecuado se convierten en imágenes. Eso sí, de baja resolución, por ahora el máximo conseguido es de 128×128, suficiente para que un objeto se haga una idea de lo que tiene delante.
Imagen: ViaMoi