Chicas Bondi es un proyecto de fotografía móvil cuyos retratos silenciosos en el transporte público de Buenos Aires generaron grandes controversias en la Argentina. Los retratos, no obstante, llegaron a exponerse en La Rural, sede de la exposición ArteBA, en un bus acondicionado para la ocasión.
Con la premisa de fotografiar a las ocasionales pasajeras del transporte público porteño, el proyecto Chicas Bondi combina el uso de la fotografía digital desde teléfonos móviles con los retratos cándidos, que llegan a rozar el límite de lo furtivo de un paparazzi on line.
“Sin pose y sin permiso” es el lema que rige para aquellos participantes del proyecto público, cuyas fotos apenas reciben como retoque el filtro fotográfico distintivo de aplicaciones como Instagram.
El mentor de Chicas Bondi, Torcuato González Agote, estuvo en el anonimato desde los incipientes comienzos en 2011 de este álbum fotográfico, que, a pesar de su nombre, no distingue de géneros.
Chicas Bondi combina todos los ingredientes típicos del universo hipster: el estilo analógico que le imprimen a los retratos aplicaciones como Hipstamatic e Instagram, factores clave para utilizar la lente del teléfono inteligente del fotógrafo móvil voyeur. Éste por lo general usa un iPhone, un modelo de circulación restringida en el mercado argentino. Todo esto se termina de plasmar en la plataforma de blogs por excelencia para este tipo de producciones: Tumblr.
La curiosa mirada trascendió a sus seguidores y generó controversias, hasta llegar a la Defensoría de la Ciudad de Buenos Aires, que emitió un dictamen al advertir la vulneración de la privacidad de las personas retratadas. La resolución igualmente califica a Chicas Bondi como un proyecto que incurre a la violencia simbólica, al reproducir determinados estereotipos en torno a la figura femenina.
Tras este revuelo, seguido de cerca por los medios locales, el proyecto volvió a irrumpir en la escena porteña al presentarse en la puerta de La Rural, en el barrio de Palermo, sede de la exposición ArteBA. Fiel a su lema, su irrupción no dejó de lado al título del proyecto, de la mano de un transporte público, un “bondi” acondicionado para la ocasión.
De esta forma, la muestra pública del proyecto tuvo lugar en su ámbito natural, el entrañable vehículo que utilizan los habitantes de Buenos Aires para recorrer de punta a punta a la ciudad, adecuado para la ocasión para la muestra fotográfica, que tuvo además una particular “chica bondi”: una chofer que está al mando del volante de la línea 36.
Más allá de las chicas: el origen del bondi
Bondi, una expresión del argot porteño que bautiza al bus en Buenos Aires, en su momento era la forma habitual de referirse a los tranvías. Hasta la década del sesenta era la opción preferida de los pasajeros, hasta que diversas medidas gubernamentales terminaron de imponer al transporte automotor.
Su origen no deja de ser curioso, como cualquier término que se acuña en el lunfardo porteño, y proviene de una deformación de una palabra inglesa entre los brasileños: bond, referido a un bono para capitalizar una empresa. ¿Qué tiene que ver un término financiero con el transporte público?
Resulta que, a fines del siglo 19, la Botanical Garden Rail Road Company, emitió una serie de títulos (bonos) con la imagen de un tranvía, el vehículo que la firma iba a capitalizar. Eso, sumado a que el boleto o ticket de viaje tenía también la palabra bond, hizo que los pasajeros comenzaran a denominar a este transporte como bondi, término adoptado por el lunfardo rioplatense y que terminó por transmitirse a los actuales vehículos que sucedieron al tranvía porteño.