Los televisores 4K se están adueñando del mercado, pero no en todos los casos merece la pena hacerse con una de estas nuevas pantallas, por lo que es conveniente comprender las diferencias entre ambas tecnologías.
De a poco, los televisores 4K están llenando las vitrinas de las tiendas quitando lugar definitivamente al Full HD que estuvo imperando hasta hace poco. Se trata de una tecnología relativamente nueva, con poco menos de un año de haberse hecho realmente asequible para el ciudadano común y que se ya se ha convertido en el estándar de facto y estandarte para los fabricantes a la hora de vender pantallas a aquellos que están en busca de dar un salto generacional.
En cualquier caso, más allá de lo que los fabricantes buscan proyectar, los compradores suelen hacerse siempre la misma pregunta. Puestos a tener que pagar el elevado costo de una tecnología tan puntera, la mayoría suele preguntarse cuáles son las diferencias reales entre el Ultra HD, tecnología que gracias al entusiasmo de los fabricantes ahora es mucho mejor conocida como 4K.
Puestos a encontrar diferencias entre el 4K y el Full HD, es evidente que la primera y principal es la resolución. Y es que aunque aún quedan algunos plasma en el mercado, y el OLED siempre ha intentado hacerse hueco, la mayoría de pantallas Full HD son LCD, por lo que en términos de tecnología no son muy diferentes del 4K, salvo por la cantidad de píxeles embutidos en una sola pantalla.
Quizás sorprenda a muchos saber que, pese a la mayor cantidad de píxeles, la mayoría de televisores 4K suele tener densidades de píxeles similares a lo que podemos encontrar en los televisores de tipo Full HD más populares. La razón de esto es sencilla, los fabricantes solían limitarse con el tamaño de las pantallas Full HD porque mientras más grande la pantalla también debía ser más grande el píxel.
Lo descrito en el párrafo anterior nos lleva a otra de las diferencias fundamentales entre los televisores Full HD y los Ultra HD. Las pantallas 4K suelen ser más grandes. De hecho, la mayoría de pantallas 4K pequeñas suelen ser del tamaño promedio de las TV 1080p más amplias. Y es que con una mayor cantidad de píxeles los fabricantes han podido abarcar más superficie sin preocuparse por pérdida de calidad, aunque como ya he dicho, eso se traduce en una densidad de píxeles similares al promedio de antiguos TV Full HD que en promedio eran más pequeños.
Especialmente importante a la hora de elegir una resolución o la otra es dónde se va a ubicar. Aunque es cierto que los televisores 4K por su mayor resolución pueden ofrecer un sensible aumento en la calidad e imagen, hay que tener en cuenta que mientras mayor sea la distancia entre el observador y la pantalla, menos notable es el incremento en la calidad. Es por tal que si tienes un salón pequeño y observarás la pantalla a una distancia menor a los 10 metros el 4K es una gran alternativa para ti, pero con distancias mayores no vale la pena el gasto extra.
Por último, siempre debes tener en cuenta que tan importante como la pantalla son los medios que vas a reproducir en ella. Si la mayoría de tu biblioteca o proveedores de servicio no cuentan con ningún contenido 4K, entonces no deberías siquiera plantearte hacerte con una de estas pantallas, pues aunque sí notaras mayor calidad de imagen, no será realmente importante pues al final seguirá tratándose de vídeo 1080p escalado.