Es innegable que, si estás leyendo este artículo, de alguna manera tienes que estar utilizando algún dispositivo tecnológico con acceso a Internet, ya sea un portátil, una tablet o un smartphone. Todos tenemos alguno y lo utilizamos a diario para ir tirando.
Estos dispositivos se han convertido en una parte esencial de nuestras vidas. Nos permiten comunicarnos con nuestros amigos y familiares, acceder a información muy valiosa, hacer nuestro trabajo y, gracias a los juegos, al streaming, etc., entretenernos.
¿Pero diríamos que estas actividades son adictivas? No lo tengo muy claro. La cuestión es que utilizar tecnología digital es relativamente normal. Y la pregunta que debemos hacernos, sin embargo, es: ¿cuándo este uso se vuelve adictivo y potencialmente dañino? Investiguemos.
Estudiando a más de 3000 empleados, se ha descubierto que los niveles de «tecnoestrés» tienden a aumentar.
Las estadísticas
Antes de comprender verdaderamente esta cuestión, es importante definir las características de un adicto al móvil o a la tecnología. Según la empresa de analíticas móviles Flurry, una persona adicta a la tecnología móvil utiliza apps más de 60 veces al día. Esto multiplica por seis la media de los usuarios, según la empresa.
Lo que resulta preocupante es el rápido aumento del número de adictos al móvil. De acuerdo con las investigaciones de Flurry, que analizaron 500.000 apps en más de 1300 millones de dispositivos, esta adicción aumentó en un 123 % entre 2013 y 2014. En marzo del año pasado, había 176 millones de adictos, y un 52 % de ellos eran mujeres.
Los estudiantes y los jóvenes se han identificado como los mayores grupos de riesgo en muchas ocasiones. Un estudio sobre estudiantes universitarios en todo el mundo, publicado en 2011 por el International Center for Media & the Public Agenda (ICMPA) en asociación con la Salzburg Academy on Media & Global Change, desveló que una «gran mayoría» de los 1000 estudiantes que participaron eran incapaces de renunciar voluntariamente a sus aparatos tecnológicos durante un día.
Los riesgos
Este estudio identificaba también diversos riesgos para la salud mental y física originados por tener que renunciar a la tecnología. Los estudiantes mostraban signos de angustia, pánico, confusión y aislamiento. Reconocían sufrir mono y ataques de ansiedad al no tener acceso a la tecnología y las redes sociales.
Las personas con carreras profesionales también son susceptibles de sufrir adicción a la tecnología. La profesora Monideepa Tarafdar de la Escuela de Administración de la Universidad de Lancaster ha llevado a cabo investigaciones sobre la transformación digital del trabajo, en particular, y ha destacado que existe un «lado oscuro de las TI».
Analizando indicios en más de 3000 empleados, ha descubierto que los niveles de «tecnoestrés» tienden a aumentar con la digitalización del espacio de trabajo. Sobre estas conclusiones, comenta: «Se incluye la sobrecarga de responsabilidades, donde la tecnología provoca que los trabajadores perciban sus responsabilidades como «excesivas»; conflictos, cuando los trabajadores no llegan a un acuerdo sobre las buenas prácticas que ofrecen las nuevas tecnologías; disminución de la satisfacción laboral entre las personas a las que les cuesta la tecnología; menor innovación, ya que la tecnología fomenta unas respuestas más apresuradas y menos creativas; y menor productividad, ya que la sobrecarga tecnológica distrae a las personas con información innecesaria».
¿Y qué podemos hacer?
Tarafdar cree que para combatir este estrés en el trabajo, los gerentes tienen que ayudar a sus empleados a tomar distancias y analizar su relación con las TI. Dice: «Los empleadores tienen que ser más conscientes de los efectos positivos y negativos, en el trabajo y en casa. Y deberían empezar por sí mismos. ¿Cómo beneficia o dificulta a su rendimiento cotidiano su uso de las TI por las noches y los fines de semana?
La pregunta que debemos hacernos es: ¿cuándo este uso se vuelve adictivo y potencialmente dañino?
«En lo relativo a este lado oscuro, los gerentes tienen que ser más conscientes y estar más capacitados para gestionar las amenazas que implica. El abuso y el exceso de dependencia de las TI puede conllevar una pérdida de productividad y problemas organizativos».
Peter Andrews, profesor adjunto de Marketing en la Escuela de Empresariales de la Universidad de Hull, también ha investigado sobre esta cuestión. Aunque detecta una escasez de estudios para el tratamiento, nos dice cuáles son algunas de las cosas más importantes que podemos hacer.
Dice: «Aunque no se recomienda la abstinencia total, hay algunas cosas que pueden ser útiles. Se puede interrumpir el patrón de uso planeando otras actividades en los momentos en que se usarían dispositivos digitales; apagando los dispositivos antes de irse a dormir; renunciando a las aplicaciones más problemáticas durante breves periodos diarios o semanales (por ejemplo, los viernes sin Facebook); poniéndose límites o calculando el tiempo de uso«.