Científicos del Institut Pasteur plantean que un sencillo análisis de sangre puede ayudarnos a determinar la mortalidad por ébola.
El ébola fue una de las noticias de mayor impacto mediático de 2014. El brote epidémico, tan invisible como mortal, surgió en África provocando más de 28.000 infecciones y la muerte de 11.315 personas, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud. El ataque sanguinario de este virus, frente al que todavía no tenemos vacuna ni tratamiento, afectó principalmente a Guinea, Sierra Leona y Liberia, tres de las regiones más pobres del planeta.
La poca atención informativa recibida al principio ayudó a que el ébola se expandiera de forma silenciosa. Además, la posibilidad de que el virus fuera transmitido desde otras especies animales -como los murciélagos- a los seres humanos, el desconocimiento sobre esta enfermedad y su elevada mortalidad -que según la cepa podía alcanzar el 90%- facilitaron el contagio de una enfermedad descubierta inicialmente en 1976.
En 2015, las medidas de prevención y la difusión de consejos como no tocar fluidos biológicos posiblemente contaminados han ayudado a controlar la epidemia. Aunque el brote sigue estando muy presente, particularmente en África, lo cierto es que la situación ha mejorado considerablemente. Pero la comunidad científica sigue trabajando en el desarrollo de vacunas, tratamientos y métodos de diagnóstico y detección del ébola para que la crisis vivida el año pasado no vuelva a repetirse. La OMS también ha planteado la creación de un biobanco para almacenar las muestras sospechosas o infectadas por el virus del ébola.
Hace solo unos días, científicos del Institut Pasteur presentaban un nuevo avance en la lucha contra el ébola. En un artículo publicado en la revista PLOS Medicine, los investigadores presentaban un curioso estudio en el que relacionaban los niveles del virus en sangre (un parámetro también conocido como viremia) como la tasa de mortalidad que presentaban las partículas víricas que habían atacado a ese paciente. Dado que las diferentes cepas del ébola presentan una distinta tasa de mortalidad, resulta importante conocer la gravedad de las personas afectadas por ébola a la hora de abordar, controlar y tratar su enfermedad.
Para ello, los científicos analizaron datos clínicos, demográficos y de laboratorio de pacientes en los que se había confirmado la infección de ébola, con el fin de correlacionar su viremia con la evolución de cada caso. Según sus resultados, los investigadores plantean que será más sencillo estimar la eficacia de los tratamientos contra el ébola en ensayos clínicos no aleatorizados, además de ayudar a «estratificar» o clasificar a los pacientes según la viremia que presenten. De esta manera, los científicos apuntan que podría reducirse el número de participantes en los estudios para analizar la seguridad y eficacia de nuevas terapias contra el ébola en un 25%.
La variabilidad en la evolución de los pacientes y en su tasa de mortalidad podría depender, de acuerdo a sus conclusiones, con los distintos niveles de viremia. Gracias a este trabajo, en el futuro podría ser posible calcular la mortalidad del virus del ébola mediante un sencillo análisis de sangre, con el que se pueda determinar los niveles del virus en el torrente sanguíneo de las personas afectadas.
Imágenes | NIAID (Flickr), CDC Global (Flickr)