Existe la sensación de que obtener una financiación de venture capital o capital riesgo en castellano (una inyección de capital para contribuir al crecimiento de la empresa a cambio de una parte de la empresa) es una señal del éxito de una startup. Después de todo, significa que alguien cree en la idea de la empresa y considera que existe un mercado viable para ella. Si no fuera así, ¿por qué iba una compañía de financiación a malgastar millones, a veces cientos de millones, en una nueva empresa?
Y las cifras de la financiación de venture capital son enormes, en especial cuando se trata de compañías tecnológicas. Según la FT, solo en el Reino Unido se invirtieron cerca de 900 millones de libras (1.400 millones de dólares, 1.200 millones de euros) en startups tecnológicas en 2014, una cantidad 20 veces mayor que cuatro años antes. Y no es nada comparado con EE.UU., donde las empresas de venture capital invirtieron en el mismo periodo 22.000 millones de dólares en compañías tecnológicas.
Parece que todas estas inversiones apuntan a un futuro prometedor para las compañías que reciben el dinero, pero no siempre es el caso. De hecho, según el Wall Street Journal, cerca de las tres cuartas partes de las empresas tecnológicas no recuperan la inversión original.
Echemos un vistazo a algunos de los fracasos más sonados del sector:
Pets.com
Uno de los más famosos fracasos de las puntocom. Como su nombre indica, pets.com vendía comida y accesorios para mascotas. La compañía solo duró dos años y pico, pero en ese tiempo se las arregló para fundir cientos de millones de dólares de financiación, gastarse más de un millón de dólares en un anuncio en la Super Bowl, participar en el desfile del día de Acción de Gracias de Macy’s, expandir su infraestructura y su espacio de almacenamiento, hacerse pública y darse cuenta de que su modelo de negocio no era sostenible (perdió dinero en todas sus transacciones). Cerró sus ciberpuertas para siempre en noviembre de 2000.
Webvan.com
Una historia similar a la anterior: Webvan fue una de las primeras tiendas online de alimentación que atrajo una inversión de cerca de 400 millones de dólares. Estaba planeada una rápida expansión por los Estados Unidos, y la empresa hizo un pedido de 1.000 millones de dólares en almacenes y camiones de reparto. En marzo de 2000, salió una OPI que valoraba Webvan en casi 5.000 millones de dólares, pero la cosa no duró. Aunque la compañía se expandió rápidamente, la demanda era simplemente inexistente, y se declaró en bancarrota en 2001… solo cinco años después de su fundación.
Flooz.com
Fue la primera versión de una moneda virtual (¿a qué nos recordará?). Los «flooz» se adquirían o compraban online y se podían utilizar en las tiendas online que participaban. Pero el sistema tenía dificultades para atraer a usuarios y vendedores, y el servicio tuvo problemas cuando bandas de delincuencia organizada empezaron a usarlo para blanquear dinero. Tras fundir casi 50 millones de dólares de financiación, Flooz cerró su tienda en agosto de 2001.
Otras menciones especiales
eToys.com, una juguetería online.
DrKoop.com, una web de información médica.
Kozmo.com, una tienda que ofrecía entregas gratuitas y en solo una hora de productos que iban desde aperitivos hasta electrónica. Obtuvo unos 250 millones de dólares, pero cerró en abril de 2001.
Es interesante cómo para poner estos ejemplos tenemos que retrotraernos al pinchazo de la burbuja de las puntocom de principios de siglo… ¡Sin duda, una época de inversiones temerarias!
Pero la sobrevaloración era solo uno de los problemas
Muchas de estas compañías gastaron buena parte del dinero de los inversores en ampliar sus operaciones mientras sobrevaloraban enormemente la demanda de sus servicios. Recordemos que hacia el año 2000, Internet era todavía un fenómeno relativamente nuevo, especialmente para el usuario doméstico. Si alguien necesitaba comida para su mascota, por ejemplo, encargarla online no era, desde luego, lo primero que le venía a la cabeza.
Una de las cosas más interesantes de estos fracasos es que todos ellos tienen equivalentes a día de hoy que funcionan estupendamente. Para Pets.com, existe Petsmart.com; para Webvan.com, está Ocado o cualquier supermercado del Reino Unido; para Kozmo.com está, una vez más, Amazon.
Las ideas, por lo tanto, no eran malas… ¿Serían los plazos y la ejecución los factores de ruptura?
Desde luego, esto no significa que ninguna de las startups que atraen inversiones rápidas y precoces implique inteligencia empresarial. Algunas de las empresas más grandes y exitosas del mundo no existirían hoy si no fuese por el dinero de los inversores. Hay que recordar que Apple tuvo que aceptar una inversión de Microsoft de 150 millones de dólares para no ir a la quiebra.
El grupo de inversores Elevation Partners del cantante de U2, Bono, inyectó a Facebook 210 millones de dólares, que se convirtieron en 1500 millones cuando la red social salió a bolsa en mayo de 2012.
Algunas de las compañías tecnológicas de más actualidad (Snapchat o Uber, por ejemplo), reciben financiación de cientos de millones de dólares. Para mí, es demasiado pronto para decir si esas inversiones son un éxito o un fracaso. Pero aunque podamos discutir, y de hecho discutamos, las valoraciones actuales, la omnipresencia de los smartphones y del acceso a Internet implica que la demanda de esos servicios no debería ser un problema. Ahora lo más importante es no ser solo un nombre más en una lista de grandes fracasos tecnológicos…