Si quieres conocer de primera mano los "mantras" del ecosistema de Silicon Valley, sigue leyendo. En su tercera jornada de viaje, nuestros Talentum nos muestran los valiosos consejos recibidos en sus tours por empresas como Plug and Play o la mismísima Twitter, donde podéis seguir sus pasos en #somoshackers
Somos muy afortunados. Muchísimo. Es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en la gran oportunidad que un servidor y 14 amigos emprendedores más estamos teniendo la suerte de poder disfrutar y aprender en la cuna del emprendimiento, Silicon Valley.
Aquí, frente al teclado, en una de las mesitas de la habitación del hotel, a eso de las 23:30 horas (las 8:30 h. en España) recuerdo que hoy debería haberme centrado en prepararme más la presentación del pitch. Pero seguramente cuando acabe de escribir estas palabras, esté tan agotado después de los más de 16.000 pasos que mi aplicación de fitness me marca en el día de hoy, tras toda esa vorágine de información que pulula ahora por mi cabeza, que acabe por dejarlo para mañana a primera hora.
Y vuelta a comenzar una nueva jornada, la tercera ya en el Valle del Silicio, a las seis de la mañana. Un aseo matutino, responder algunos emails de clientes y revisar el Linkedin de todos aquellos que ibamos a conocer en el día, mantengo la esperanza de sacar al menos media hora para estrenar la piscina. «Lamentablemente», la realidad del emprendedor acaba por ponerme los pies en la tierra. Descartada ya la opción del ocio, corro raudo y veloz al Starbucks de la esquina, en Union Square, donde de seguro ya estarán unos cuantos Talentum, y donde acabaré con varias tareas, entre ellas, la de desayunar.
Jackeline Hernández, Vice-presidenta de Operaciones y Customer Engagement, nos esperaba en Silicon Valley para hablarnos de cómo opera y «engagementea» Plug and Play, aceleradora donde comenzó PayPal o Dropbox, entre otros.
Enfocada como está en proyectos que ya tienen una tracción (bien sea a nivel de equipo, bien sea por su trayectoria en el mercado), es realmente interesante descubrir cómo buena parte de las grandes corporaciones asentadas en Silicon no dudan en acercarse a las startups allí presentes. Buscan una sinergia que permita a las primeras validar potenciales proyectos y mantenerse actualizadas, y a las segundas obtener acuerdos de cooperación que materialicen su propuesta de valor descontando, por supuesto, el valor intangible de estar ya en el radar de los grandes.
Una Jackeline que vive y siente la marca que representa, y que pese a su cargo, no dudó en entregarse y sincerarse ante las múltiples preguntas con las que la atosigamos.
Conocemos además a Eduardo Fernandez (@efernandez), profesor de la Universidad de la Singularidad y Startup VC (experto en financiaciones de tipo capital riesgo, venture capital, destinadas a early stage startups, aquellas que se encuentran en su fase de crecimiento) Ed tuvo la amabilidad de ofrecernos una master class sobre inversión en este tipo de compañías desde el punto de vista del inversor, y basado, como no podría ser de otra manera, en su propia experiencia.
Hablamos de bootstrapping, «el yo me lo guiso, yo me lo como» por el que la mayoría de emprendedores hemos pasado; de la importancia de saber retener el suficiente equity en las rondas de inversión para no diluir en demasía el beneficio; de la necesidad de tener un equipo todoterreno, en el que podamos apoyarnos cuando haya que «llorar» y que sea capaz de sacar adelante el proyecto cuando nosotros caigamos enfermos; del compromiso, ese mismo que te lleva a dejar un trabajo bien remunerado, un país o una hipoteca, por sacar adelante algo en lo que crees y quieres apostar. Y por supuesto, del «inmaterial» que da título a este artículo, y que por alguna razón se me ha quedado grabado a fuego: «valemos lo que valen nuestros clientes».
Twitteando desde el interior de Twitter
.@jmalvpal @ThinkBig_open, que sepáis que desde las ofis de SF de Twitter os tenemos vigilados G.G #SomosHackers pic.twitter.com/OELrhfsjaW
— Pablo F. Iglesias (@PYDotCom) 13 de abril de 2016
Una comida rauda en el centro de la ciudad de San Fancisco, una visita exprés a la fachada del Ayuntamiento (simplemente porque nos quedaba justo al lado), y de ahí, a las oficinas de Twitter, que abrió sus puertas a la insaciable sed de conocimiento de estos humildes españoles.
What happens in #TwitterAviator… gets Tweeted. pic.twitter.com/dsgOfBCkqI
— Twitter Studio (@TwitterStudio) 13 de abril de 2016
Porque si tengo que llevarme algo de aquí, que sea esa cultura de siempre estar dispuesto a aportar, a servir de ayuda al prójimo. Algo que Jackeline nos había demostrado momentos antes con la sencillez y cercanía de su propuesta, que Eduardo expuso muy acertadamente en la charla que tuvimos en la terraza de Plug and Play, y que Allison Johnston (@allechristine), profesional de Twitter y quien nos acompañó por las entrañas de la red de microblogging, acabó por confirmármelo, al comprometerse personalmente a encontrar solución a un problema que llevo tiempo arrastrando en mi cuenta personal.
Algo que precisamente en España, y en especial, los españoles, tendríamos que saber aplicar al dedillo, y de lo que lamentablemente carecemos. En nuestro país una persona con un puesto como el de Jackeline, el de Eduardo o el de Allison, no hubiera estado dispuesto (excusado seguramente por una agenda terriblemente compleja) a «perder el tiempo» con nosotros.
Es una pena que fallemos precisamente en algo que a priori debería ser seña de identidad de una sociedad latina, de sangre caliente, como la nuestra. Porque vaya si no tenemos puntos fuertes en el otro lado del charco…
De nuevo. Valemos lo que valen nuestros clientes. Y en este caso, me gustaría valer en este punto tanto o más de lo que valen los de por aquí. Así lo hacemos con otros muchos. Es hora de que también lo hagamos con este.