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Un riñón que cabe en un chip para mejorar la medicina

Científicos de la Universidad de Michigan desarrollan un riñón que cabe en un chip, con el que mejorar la investigación de medicamentos y su aplicación clínica.

La impresión 3D nos ha permitido desarrollar vasos sanguíneos en el laboratorio. No es el único órgano artificial que el ser humano ha logrado crear fuera del organismo. Los cultivos celulares están detrás de la fabricación de «minihígados«, que nos permiten soñar con un futuro donde podamos generar órganos o tejidos a la carta. Y aunque este objetivo está lejos de convertirse en la realidad, las investigaciones tratan de avanzar para mejorar los trasplantes y otras áreas de la medicina.

La Universidad de Michigan ha presentado un reciente trabajo que puede servir en el desarrollo de fármacos, ayudando a mejorar la eficacia en la dosificación de medicamentos. Los científicos han implementado un sistema llamado riñón en un chip, con el que mediante un dispositivo microfluídico pretenden mimetizar la actividad de estos órganos en el laboratorio. De esta manera tienen como objetivo ver qué pasa cuando un fármaco atraviesa el riñón y sus posibles efectos sobre las células renales.

Según sus conclusiones, el riñón que cabe en un chip puede mejorar la eficacia de las dosis a las que se administran los medicamentos. Este problema es especialmente importante en las unidades de cuidados intensivos, donde resulta fundamental determinar la toxicidad a la que se aplican los fármacos. Y es que de acuerdo a los investigadores, dos terceras partes de las personas ingresadas en estas áreas sufren problemas de riñón. En un 20% de los casos, se debe precisamente a dosis demasiado tóxicas de medicamentos.

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Determinar cuál es la dosis adecuada de un fármaco no es tarea fácil. Además de los estudios realizados en modelos animales, las investigaciones clínicas en seres humanos tratan de garantizar que el medicamento estudiado no sólo sea eficaz, sino que también sea seguro. Pero a veces estos análisis no son suficientes, y no se estiman de forma correcta sus efectos. Por ello contar con más herramientas para detectar una posible toxicidad mejora la medicina. Y esto es precisamente lo que logra el riñón que cabe en un chip, aseguran los científicos.

El sistema simula el proceso de filtración que se da en el riñón, ofreciendo unas conclusiones mucho más exactas acerca de su impacto y comportamiento dentro del organismo. En el estudio presentado, los investigadores de la Universidad de Michigan comprobaron los efectos de la gentamicina, uno de los antibióticos más usados en las unidades de cuidados intensivos. Así vieron que una única administración diaria del fármaco produce menos daño que la aplicación continua. Sus resultados han sido publicados en la revista Biofabrication, y demuestran cómo la tecnología puede complementar otro tipo de investigaciones convencionales para mejorar nuestra salud.

Imágenes | Universidad de Michigan

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