Convertir las aguas residuales

Cómo las aguas residuales se pueden transformar en hidrógeno y grafito

En Australia han podido convertir las aguas residuales en biogás y, después, en hidrógeno y en grafito, en un proyecto pionero en el mundo.

En un futuro donde los combustibles fósiles se relegan cada vez más, mientras que se apuesta por las renovables, el hidrógeno está destinado a jugar un papel importante. El almacenamiento de la energía es una función que el hidrógeno almacenado a presión podría desempeñar con solvencia, con el permiso de las baterías de ion-litio.

La tecnología para almacenar y transportar el hidrógeno es costosa aún, pero sus beneficios como vector energético son muchos. De ahí que diferentes equipos de investigación trabajen por todo el mundo explorando las posibilidades de este gas en la industria energética.

En Australia, la ARENA (Australian Renewable Energy Agency) ha puesto esfuerzos considerables en este terreno. Entre ellos se cuentan la reciente aprobación de fondos por valor de 9,41 millones de dólares a la empresa Hazer Group. ¿El objetivo? La creación de una planta para convertir aguas residuales en biogás y, de ahí, pasar a hidrógeno.

Esta compañía ha trabajado sobre un método para generar hidrógeno gaseoso de forma alternativa. Las dos principales técnicas, que se emplean habitualmente, son la electrólisis y el reformado por vapor. Este último implica la transformación de hidrocarburos, generalmente metano (CH4) mediante su interacción con vapor de agua. El resultado es hidrógeno gaseoso y monóxido de carbono. Se trata de un proceso contaminante, por tanto.

No ocurre lo mismo con la electrólisis. Esta consiste en romper la molécula de agua para obtener H2 por un lado y O2, por el otro. Aquí no se desprende ningún tipo de contaminación. Si la energía necesaria para dividir la molécula de agua proviene de fuentes renovables, todo el proceso es limpio. El problema suele ser que el aporte energético es muy importante.

La empresa australiana Hazer Group trata de hacerlo de otro modo. Su idea pasa por convertir las aguas residuales, un material del que ya es posible obtener biogás. Este biometano, que se genera a partir de los componentes presentes en estas aguas, se separa mediante un catalizador de hierro.

A partir de este paso se obtienen hidrógeno y grafito. Ambos materiales son aprovechables con fines industriales, según la empresa. El primero como vector energético. El segundo, como fuente para obtener negro del carbón (para pigmentaciones o reforzar neumáticos) y para el ánodo de las baterías.

Las aguas residuales, una fuente de riqueza

Hazer Group construirá una planta con capacidad para procesar 100 toneladas anuales. Se levantará en el oeste de Australia, en Munster, y costará 15,8 millones de dólares. Aunque no son los únicos que se han fijado en las aguas residuales para obtener hidrógeno. Un equipo de investigadores españoles probaron hace algunos años a generar este gas mediante el uso de bacterias exoelectrógenas aplicadas a este tipo de residuos.

La empresa australiana venderá el hidrógeno para aplicaciones industriales, con el fin de rentabilizar sus operaciones. Confía en que, si todo sale bien, el proceso se pueda exportar a otras plantas de tratamiento de agua en Australia. Sería, desde luego, una buena noticia.

Imágenes: aitoff

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