Cuando un usuario ejecuta un software, sin importar de qué tipo sea, sólo ve una pequeña parte de éste. La parte exterior, el diseño, y cómo se comporta mientras está siendo utilizado son los elementos visibles. Sin embargo, en la sombra hay un trabajo que no se percibe, pero que es imprescindible para una correcta puesta en marcha de ese producto y para mantener su calidad durante su funcionamiento.
Una parte importante de ese trabajo que no se ve está en el control de calidad. Una vez desarrollado el software y ajustado el diseño, es necesario probar el funcionamiento del producto final. Este proceso es algo más complejo que simplemente utilizar el programa y esperar a que surjan fallos. La calidad estructural se mide con aplicaciones específicamente creadas para este propósito. Esta tarea no es nueva, pero los dispositivos móviles están cambiando la forma en que se desarrolla. Los smartphones y las tabletas han generado una necesidad que no existía antes: ahora el producto debe estar adaptado también a ellos.
La necesidad de tener presentes las aplicaciones móviles ha dado un vuelco a las expectativas sobre qué constituye calidad y qué elementos pueden tirar por tierra esta cualidad en un producto. Anteriormente un software que fuera utilizado por los empleados de una empresa tenía que cumplir con unos requisitos más estandarizados, ya que se ejecutaría solamente en ordenadores de sobremesa y portátiles, de potencia y características similares. Antes se buscaba la perfección en el ámbito de la funcionalidad, ahora se busca más la comodidad.
Hoy en día cada vez es más habitual el uso de smartphones y tabletas como instrumentos de trabajo. El BYOD (bring your own device) y la flexibilidad que ofrece la nube permiten a los empleados utilizar dispositivos móviles para tareas de carácter profesional. Por esta razón se espera de un software que esté adaptado al nuevo escenario.
El reto de los dispositivos móviles
Ante esta tesitura, el proceso de control de calidad está en plena efervescencia. La cuarta edición del informe World Quality Report (PDF), elaborado conjuntamente por la consultora Sogeti y HP, pone de manifiesto que en las aplicaciones ahora se busca un funcionamiento sólido general y usabilidad para dispositivos móviles. No importa si hay algún fallo técnico ocasional.
Las empresas están reajustando prioridades a la hora de definir sus estándares de calidad para un software. Si éste cuenta con una estructura de base robusta se puede sacrificar una mínima parte de su fiabilidad a cambio de ganar adaptación para los dispositivos móviles. Esto supone un cambio de mentalidad importante, ya que anteriormente la tolerancia con los fallos técnicos era nula.
En el World Quality Report se han recopilado datos de empresas de todo el mundo que realizan controles de calidad de software y se ha identificado las principales prioridades para las pruebas con aplicaciones móviles. El rendimiento es la cualidad más buscada (por un 64% de los entrevistados) frente a la funcionalidad, que era tradicionalmente lo que más interesaba. Otra de las características más demandadas en el escenario anterior era la seguridad. Llama poderosamente la atención que menos de un 18% de las compañías encuestadas señalaron la seguridad como un objetivo prioritario. Esto puede significar una relajación en este sentido, aunque también podría pasar por una mayor confianza en la protección inherente de los entornos actuales.
La capacidad de la aplicación para funcionar en dispositivos móviles es la tercera cualidad más buscada en las empresas, siguiendo muy cerca a la funcionalidad, que como hemos dicho hasta hace poco estaba considerada la prioridad número uno. La certificación de aplicaciones queda como última necesidad. El prestigio que concedían este tipo de marcas tiende a valorarse cada vez menos. Esto entra dentro del cambio de mentalidad que está teniendo lugar, en el que se prefiere que los usuarios tengan acceso real al software antes que éste sea premiado por la industria.
Pero actualmente el control de calidad en aplicaciones móviles sigue siendo un proceso minoritario. Quienes atienden a las prioridades anteriores no son la mayoría de las empresas sino un pionero 31%. Pero aún entre ellos el proceso no es todo lo sofisticado que cabría esperar. Un 65% de las compañías afirma que no dispone de las herramientas adecuadas para hacer pruebas dirigidas a smartphones y tabletas.
Otra de las quejas más habituales entre las compañías que realizan control de calidad de aplicaciones móviles es que no cuentan con los dispositivos en el preciso momento en que los necesitan. Todo esto evidencia la falta de medios de las empresas, que aún tienen que hacer una reconversión en este proceso, como en muchas otras áreas que se están viendo afectadas por el crecimiento imparable de smartphones y tabletas.
Una metodología incorrecta y la inexistencia de expertos en control de calidad móvil también aparecen como dificultades. Al tratarse de un campo que ha surgido y crecido con tanta rapidez, escasean los profesionales con experiencia en aplicaciones para smartphones y tabletas. De la misma forma, es complicado tener claras unas pautas de actuación específicas.
En definitiva, no se cuenta aún con los recursos necesarios, ni técnicos ni humanos, para llevar a cabo un control de calidad riguroso en aplicaciones móviles. Precisamente el factor tiempo, uno de los que siempre se enarbola a la hora de desestimar proyectos nuevos en las empresas, es el que menos relevancia tiene en este caso.
Diferencias regionales
La madurez del proceso de control de calidad difiere, dependiendo de la madurez de los mercados regionales. El World Quality Report compara la situación de países punteros como Reino Unido o Irlanda con áreas menos desarrolladas, como América del Sur o Europa del Este.
El principal síntoma de un control efectivo de calidad en aplicaciones móviles es la importancia que se le da al rendimiento. La media de empresas que tienen ésta como prioridad está en un 64%. En Reino Unido e Irlanda el porcentaje sube hasta un 75%, lo que indica el desarrollo del mercado. Los usuarios están habituados a utilizar smartphones y tabletas, por lo que demandan una excelencia que no se da en otros lugares.
El contrapunto lo ponen América del Sur y Europa del Este. Estos mercados están menos desarrollados que la media y aún se respetan los estándares tradicionales del control de calidad. En lugar del rendimiento lo que se exige es funcionalidad, la prioridad que ha quedado relegada al segundo puesto. Concretamente en los países de Sudamérica, más de un 80% de empresas se identifican con esta característica.
La seguridad sigue siendo una de las preocupaciones más destacadas en estas regiones. Lo que sugiere igualmente que el control de calidad aún no ha evolucionado hacia el mercado móvil, ya que esta característica no se encuentra entre las prioridades para quienes trabajan con aplicaciones para smartphones y tabletas. La importancia que se le concede a la certificación (en Europa del Este la citan un 36% de las empresas) refleja también un anclaje en las necesidades del pasado.
Se puede decir que el control de calidad está siguiendo la estela de los dispositivos móviles. Pero el mercado ha progresado más deprisa que la capacidad que tienen las empresas para adaptarse. La expansión de smartphones y tabletas ha sido brutal en los últimos años. Los usuarios crecen y se adaptan pero las compañías no tienen tanta flexibilidad. De hecho, hoy en día se está lejos de contar con los recursos técnicos y la experiencia profesional para llevar a cabo una optimización adecuada. Pero las bases para transformar el control de calidad definitivamente ya están puestas.