¿Las apps nativas han matado las aplicaciones web? Puede que sí y puede que no. En la conferencia Future of Web Apps surgió el interesante tema de cómo rescatar la web y el debate de si merece siquiera la pena hacerlo. En un mundo cada vez más móvil, ¿todavía nos preocupa la web? ¿O estamos siempre en busca de una app para cada cosa? Este artículo es una reflexión sobre la batalla que tiene lugar entre la web y las apps nativas, pero no proclama necesariamente un campeón: le dejo la decisión al lector.
No hay duda de que los iPhone y los Android han cambiado para siempre nuestra forma de procesar la información, cuyo último cambio drástico tuvo lugar hace tan solo 20 años. No es solo que queramos conectarnos con quien sea: es que queremos hacerlo desde cualquier lugar y obtener la misma experiencia independientemente del dispositivo que utilicemos. Pero, por mucho que lo queramos, no significa que lo podamos conseguir, y tal vez no lo obtengamos nunca.
Lo que la web ha hecho mal
Dicen que la imitación es el mejor halago. Paradójicamente, en los últimos años la web se esfuerza por disfrazarse y comportarse igual que su hermana mucho más joven, la app nativa, ¿pero es eso lo que hace que la web parezca vieja y torpe?
Robert Nyman, de Google Nordic, comenzó su discurso enunciando el que parece ser el estado actual de la web: «La web, a día de hoy, es un circo de los horrores». Al esforzarse tanto por ser lo que no es, la web tiene un aspecto desmañado al lado de sus amigas las apps nativas.
«Creo que es arriesgado pensar que las imita. Si te limitas a esbozar una imitación de las principales características de cada plataforma, estás confundiendo las cosas desde el principio», explicó Nyman. No obstante, no cree que la imitación tenga que ser necesariamente mala, si se hace con una estrategia en mente. «La idea es más bien imitar las características clave que hacen que las cosas sean interesantes para los usuarios y desarrolladores». La palabra fundamental es «características clave» o «beneficios clave», y no hacer un copia-pega de la experiencia de la app tal cual.
Según Nyman, si la web quiere ganar la carrera de la longevidad, tenemos que construir «cosas que sigan funcionando cuando hayan pasado diez años».
El estrategia de las plataformas móviles Peter-Paul Koch arrancó su polémica charla en FOWA llevando mucho más lejos su crítica al estado actual de la web con estos cuatro errores:
Los desarrolladores web quieren imitar las apps nativas. Él cree que es imposible, y afirma que si la web sigue empeñada en encontrar la cuadratura, se quedará atrapada en el círculo de la tecnología móvil, y se quedará cada vez más atrás si sigue «arruinando la usabilidad» con un producto «defectuoso» y «estropeado».
Esto hace que los navegadores estén sobrecargados de características. La web está añadiendo más y más características para competir con las apps nativas, pero, al menos en opinión de Koch, nunca las alcanzará. «Es imposible que la web iguale a las apps nativas», explicó, especialmente porque no todos los navegadores soportan las nuevas características.
Cada vez tenemos más herramientas, y él cree que esto es más un problema que otra cosa.
Los recién llegados a la web piensan en ella como una simple plataforma, cuando en realidad es una multitud.
¿Cómo hacer frente a esto, según el hombre conocido como «PKK»? Me gustaría resumirlo con la primera regla del periodismo: KISS: Keep it simple, stupid [Simplifica, estúpido]. No es un: «Si no puedes con ellos, únete a ellos». Se trata de recuperar los principios de la sencillez, trabajar por la perfección a partir del código y dejar de ser un quiero y no puedo respecto a las apps.
¿O serán estas las que sueñan con ser la próxima web?
A Nyman le preocupa que muchas empresas «quieran crear fidelidad e inviertan a largo plazo en una app, como si no pudieran ofrecer lo mismo en la web». Sin embargo, citó estadísticas que parecen negar esta creencia generalizada que hace que las empresas se precipiten a crear una app: Facebook tiene 1000 millones de usuarios al día en facebook.com, y solamente 844 millones a través del móvil. Es verdad que la app está ganando terreno, pero todavía no ha dejado atrás a la web.
De hecho, Paul Kinlan, el representante de los desarrolladores de Google, dijo que «todas las apps quieren ser ‘el próximo navegador'», lo que significa que muchas empresas están creando megaapps o megaplataformas para suministrar todos los servicios a sus usuarios. Por supuesto, esto implica que nuestros teléfonos o «tablefonos» serán cada vez mayores y tendrán cada vez más memoria, llegando a ser en algunos casos más caros que un ordenador. Pero eso no implica que las apps sean suficientes.
«Una de las cosas que a la gente le gusta de las apps es que uno las instala y se quedan en la pantalla de inicio, y se pueden activar desde ahí», explicó Bruce Lawson de Opera. De hecho, destacó que «instalar las apps más sencillas no es muy diferente de añadir a marcadores las cosas que más le interesan al usuario». En muchos sectores, las apps no son tan importantes, pero parece como si lo fueran, desde el momento en que no basta hacer clic en el navegador del móvil para hacer algo.
De hecho, la invasión de las apps puede llegar a ser realmente molesta. Hay una fuerte tendencia a que la instalación de apps genere intersticiales y ventanas emergentes que nos piden que nos descarguemos tal app nativa, algo muy molesto para las personas a las que no nos gusta descargárnoslo todo. De esta manera, la web ha intentado tirar balones fuera volviéndose compatible para móviles al tiempo que impulsaba las descargas de sus apps, pero Google palidece ante esto, pues da oficialmente preferencia en sus búsquedas a las webs que se adaptan a diferentes pantallas y que son compatibles con los móviles.
Nyman citó una encuesta realizada por Google en la que preguntaban a la gente qué buscaba en una app. Parece que Facebook funciona porque la gente busca frecuentemente apps que incluyan una aplicación de mensajería instantánea, fotos y mensajes, seguidos de chat en grupo y videochat. De modo que la mayor parte de las personas no necesitamos una súplica constante para que descarguemos una app, pues parece que todavía utilizamos los navegadores de toda la vida.
Dicen que la imitación es el mejor halago. Paradójicamente, en los últimos años la web se esfuerza por disfrazarse y comportarse igual que su hermana mucho más joven, la app nativa.
Además, una app, aunque sea más sencilla para el usuario final, es cara. Jason Summerfield de Human Service Solutions advierte: «Lo que se trata de evitar a toda costa es el innecesario y caro ejercicio de crear una app para hacer algo muy básico que se pueda llevar a cabo con una web móvil».
¿Y si hubiera sitio para todos?
Lawson explicó cómo las apps nativas son más rápidas para el mercado, «porque no es necesario que alguien las implemente», mientras que la mayoría de las webs se esfuerzan por funcionar aunque sea en un par de navegadores. Dijo que las apps nativas llevan ventaja porque los navegadores se oponen a la competitividad, lo que a su vez se opone a la innovación: un comentario bastante mordaz respecto de los navegadores, apps y teléfonos bloqueados, como los de Apple.
Aunque tal vez esto tenga los días contados. Han tenido lugar recientemente un par de reuniones de signo optimista en las que Chrome, Safari, Opera, Firefox y Edge (el navegador antes conocido como Internet Explorer) se han unido en un esfuerzo por construir algo parecido a una perspectiva común a los cinco navegadores. Y se han bautizado con el nombre de la persona más conocida por sus ilusiones y su clarividencia: Houdini. Todavía es muy pronto y, como explicó Lawson: «Aún estamos pensando en cuáles van a ser las especificaciones», pero esta reunión de las cabezas pensantes de nuestros navegadores podría servir para reconquistar la web.
El objetivo, como debe ser, es, ante todo, facilitarles las cosas a los desarrolladores. Lawson prosiguió: «Tenemos que hacer que los desarrolladores concreten y creen las cosas que hay que crear porque las determinan los clientes», y no porque sea posible hacerlas en tal o cual navegador.
Nyman dice que si la web quiere ganar la carrera de la longevidad, tenemos que construir «cosas que sigan funcionando cuando hayan pasado diez años». En su opinión, esto nos retrotrae al milagro de la URL, que consiste en compartir cosas online de forma sencilla y accesible entre todas las plataformas.