Big Data, la clave del futuro de la industria automovilística

¿Estamos viviendo ya en el futuro? Si le echamos un vistazo la tecnología usada en los coches autónomos, pensaremos que el futuro ya ha llegado. Lo que en un primer momento parecía una fantasía irrealizable, es ya una realidad y varias compañías automovilísticas, como Tesla, ofrecen esta tecnología al público general. Pero, ¿sabemos cómo funcionan y qué papel juega el Big Data en este sector?

Los coches están equipados con diferentes sensores que analizan su entorno. En concreto, los coches autónomos creador por Google, los Google cars, son capaces de elaborar mapas 3D de la zona por la que transitan, como si en efecto tuvieran ojos. También pueden analizar el movimiento de otros objetos a su alrededor (otros vehículos) utilizando tecnologías de radar.

Todo se traduce en una conducción más segura para el usuario. Los coches autónomos se caracterizan por tres elementos principales. En primer lugar, los sensores que ya hemos mencionado. En segundo lugar, los procesadores que interpretan y evalúan la información recogida por éstos, y, por último, los actuadores, que convierten los algoritmos informáticos en acciones físicas como puede ser frenar o tomar una curva.

Los vehículos autónomos generan, aproximadamente, 4000 GB de datos cada día. Los datos son depurados, compactados y subidos a la nube, mejorando así las capacidades de los coches autónomos, ya que es una información compartida de la que todos “aprenden”. Esta tecnología saca un gran partido de la nube, ya que los coches informan sobre cualquier pequeño cambio en el entorno, tales como una nueva señal de stop o una cámara de control de velocidad.

Pero, ¿qué papel que juega el Big Data en este caso? Los coches toman decisiones en el momento basándose en información almacenada. Google, por ejemplo, tiene un banco de datos de más de 4.8 millones Km reales recorridos a los que se suman 1609 millones Km simulados recorridos desde 2016. Todos estos datos se almacenan en gigantescas bases de datos que cubren casi cualquier circunstancia que pueda surgir en la conducción. Así, cuantos más coches autónomos circulen, más aprenderán todos ellos.

Este almacenamiento de datos se ha ido creando poco a poco. El fabricante Ford ha recogido información de más de 4 millones de coches desde 2004, cuando equiparon su modelo Aston Martin DB9 con una red capaz de optimizar el rendimiento del motor y cambiar sus parámetros según los distintos estilos de conducción.

Claramente, el camino ha sido largo para llegar a la situación actual. Pero, ¿cuál es el futuro de esta industria? La consultora McKinsy and Co, estima que el valor del Big Data en la industria automovilística alcanzará en 2030 un valor de 750.000 millones de dólares. Este vertiginoso crecimiento se mueve alrededor de tecnologías Big Data.

Algunos fabricantes son reticentes a la introducción de estas tecnologías y de los coches autónomos en el mercado del automóvil. Tienen la impresión de que las grandes compañías tecnológicas como Google dominarán el mercado dejando de lado a los fabricantes tradicionales. Algo parecido a lo que pasó con Nokia, que en su día llegó ser uno de los líderes en el mercado de telefonía móvil, pero hoy se ha convertido en un jugador de segundo nivel debido a la revolución de los iPhone de Apple. No obstante, Ford tomó la decisión correcta y lleva varios años invirtiendo en tecnología para tener una flota de vehículos autónomos a disposición del público en 2021.

Además, los coches autónomos ayudan a reducir la huella de carbono. Maximizan a la eficiencia de los carburantes ayudando así a los consumidores a ahorrar combustible, y por tanto reducir gastos. Un menor consumo de combustible se traduce en una disminución de las emisiones de CO2, y una reducción del impacto de los vehículos sobre el medio ambiente. Siempre habrá cierto escepticismo sobre los coches autónomos.

Seguirán surgiendo cuestiones sobre temas como la seguridad y la fiabilidad a largo plazo. Pero los hechos son claros. Los vehículos siempre están alerta y la probabilidad de que cometan un error es mucho menor que la de un “error humano”. Sin duda, son la mejor opción para el futuro de la industria automovilística.

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