Boeing obtiene biocombustible de una forma altamente sostenible: en base a plantas cultivadas en superficies no aprovechables y con agua salada.
Dicen que las grandes innovaciones surgen en épocas de crisis. Teniendo en cuenta el descubrimiento que acaba de anunciar Boeing, no podría ser más cierto. En un contexto de altos incentivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y de caída de la calidad del combustible, Boing se vio obligada a buscar soluciones alternativas a la oferta del mercado. Tras varios años de investigación y de colaboración con otras empresas creen haber encontrado el mayor avance en este campo hasta la fecha, obteniendo biocombustible a partir de plantas del desierto
En una entrevista a Darrin L. Morgan, director de Sustainable Aviation Fuels and Environmental Strategy en Boeing para CleanTechnica y Energy Post explica cómo fue el proceso para descubrir este nuevo biocombustible.
Boeing empezó a colaborar con asociaciones como WWF e investigadores agrícolas y biólogos alrededor de todo el planeta. Según Morgan, Boeing y sus socios tenían un mismo objetivo «queríamos un mercado fuerte para los biocombustibles sostenibles”. Primero de todo porque habían descubierto que el biocombustible que se había aprobado hasta la fecha para aviones funcionaba mejor que el queroseno. Segundo, porque la calidad del combustible tradicional ha ido cayendo año tras año debido al agotamiento de los yacimientos de petróleo.
A partir de esta colaboración se crea en el 2008 el Sustainable Aviation Fuel Users Group, que engloba a una tercera parte de las aerolíneas. De una de las vías de investigación que desarrolla surge el estudio de las plantas halófitas. Estas plantas crecen de manera natural en áreas afectadas por alta salinidad, como desiertos y litorales.
Los investigadores descubrieron que en estos tipos de plantas era más fácil separar el azúcar que con otras. Esto es posible porque las halófitas tienden a tener poca lignina (un polímero de las paredes celulares formado por agua y azúcares) y mucho azúcar apto para convertirse en hidrocarburo. Al ser sencilla la liberación del azúcar, la temperatura para llevar a cabo dicho proceso es relativamente baja, por lo que es más económico. Lo más curioso es que nadie lo sabía debido a que no se había investigado detalladamente esta familia de plantas hasta entonces.
Un biocombustible que puede solucionar grandes problemas medioambientales
Hoy en día, en torno al 20% de la superficie terrestre son desiertos o tienen riesgo de desertificación. Por lo tanto, una industria basada en el cultivo de esta planta en superficies no aprovechables y con agua salada sería una alternativa altamente sostenible para el futuro del planeta. Estas plantas no son aptas para el consumo humano ni pueden ser cultivadas en tierra útil para otros frutos, no crearía problemas de abastecimiento de alimentos.
Morgan explica también que quieren combinar la producción de biocombustible a partir de estas plantas con la acuicultura. Uno de los problemas principales de esta industria son los residuos que produce: agua salada con nitrógeno, fósforo y potasio. Pero por otro lado, lo que necesitan las plantas halófitas para crecer son precisamente estos componentes. Por lo tanto, una combinación de ambas industrias podría eliminar la contaminación de los océanos ocasionada por piscifactorías y generar biomasa para producir combustible.
Imagen CleanTechnica