Apple CarPlay conquistó todos los coches, pero CarPlay Ultra está siendo un desastre que (casi) nadie quiere

Apple CarPlay Ultra no termina de arrancar. La apuesta de la californiana para sumergirse y tomar el control del infoentretenimiento de los coches no está convenciendo demasiado a los fabricantes actuales. El sistema partía de una de las funciones más utilizadas en el iPhone: el CarPlay a secas, sin ese apellido Ultra. Millones de usuarios lo utilizan a diario para darle una segunda vida a la pantalla de su vehículo, pero la versión avanzada, esa que prometía integrarse por completo en todas las pantallas, los controles de la climatización y la gestión del coche, no está cuajando. En cambio, Android Automotive, la opción de Google no para de crecer.

Apple ha querido seguir su línea restrictiva y cerrada con CarPlay Ultra, una estrategia que le ha funcionado bien con el usuario final, pero que otras industrias líderes no ven con tan buenos ojos. Los fabricantes de coches están dando de lado el sistema de la californiana por varios motivos, pero hay uno que es el protagonista: no pueden vender un vehículo que solo pueda comprar quien tiene un iPhone en el bolsillo.

Apple CarPlay Ultra necesita un iPhone para funcionar

Así es, Apple ha desarrollado CarPlay Ultra para que controle casi todos los aspectos de los vehículos que lo integren, pero requiere que el usuario tenga un iPhone como móvil personal. Sin el dispositivo, el sistema de infoentretenimiento ni siquiera funciona. La información de las pantallas, al igual que el propio vehículo, se vuelven prácticamente dependientes de otro dispositivo, algo así como una segunda llave sin la que no puedes saber a qué velocidad vas.

Lo que ha desarrollado Apple no es un sistema operativo que corre en el hardware del coche, sino una proyección que constantemente necesita tener un iPhone conectado, operativo y en buenas condiciones. CarPlay Ultra se integra con la pantalla central, aunque también con los instrumentales, el HUD o el sistema de climatización, pero no deja de ser una versión plus del CarPlay que ya se puede utilizar en muchos vehículos.

Apple no ha entendido bien qué es lo que necesitaba la industria automotriz: que no es otra cosa que un compañero que se encargue de diseñar y gestionar su sistema de infoentretenimiento. Los fabricantes de coches quieren olvidarse de esa parte por completo, y esto es algo que CarPlay Ultra no ofrece: al tratarse de una proyección, el vehículo necesita otro sistema operativo propio. Si se te olvida el iPhone no podrías controlar nada.

Además, si estás dentro del ecosistema de Apple y te gusta su interfaz, ningún problema en comprar un coche con CarPlay Ultra y disfrutar de sus ventajas, pero esta decisión supone un anclaje al iPhone durante toda la vida del vehículo. Solo si tienes claro que vas a seguir junto a Apple durante los próximos 10 o 15 años puede tener sentido condicionarse de esta forma.

Apple CarPlay Ultra

Sin personalización, es lo que diga Apple

Que Apple CarPlay Ultra dependa del iPhone en todo momento no es el único motivo de su pobre acogida. De nuevo, las limitaciones de la californiana sobre el diseño y la personalización no convencen a los fabricantes de vehículos. La interfaz la diseña la de Cupertino y las marcas no pueden modificarla a su gusto. Y, si bien seguir un mismo lenguaje en todo el ecosistema es positivo para el usuario, de nuevo, no es algo que le guste a la industria automotriz.

Con CarPlay Ultra, Apple tiene el control de cómo se ve el sistema en los coches, pudiendo realizar cambios a placer, lanzar actualizaciones o modificar la interfaz de un día para otro, les guste o no a los fabricantes. La marca tiene cero control sobre lo que aparece en las pantallas de sus propios vehículos, un detalle sin demasiada importancia al usar CarPlay (el básico) para tener el GPS o Spotify, pero un aro por el que difícilmente va a pasar la industria cuando se trata del control total de todo el vehículo.

Los apoyos son mínimos y muy concretos

No solo suena raro, es una condición que Apple sabía que no sería bienvenida en el mundo del motor, una línea roja que gran parte de los fabricantes no iban a cruzar y que, de hecho, no están cruzando. Solo una marca ha oficializado, de momento, la integración de CarPlay Ultra en sus vehículos: Aston Martin (solo en algunos modelos concretos).

Y, si bien es una marca relevante, no se puede tomar como ejemplo, pues cuenta con su propio sistema de infoentretenimiento y utiliza CarPlay Ultra como una segunda vía para los usuarios más tecnológicos. El problema es que incluso los ricos están condicionados. Probablemente, alguien que se gaste 400.000 euros en un Aston Martin Vanquish no lleva en el bolsillo un Xiaomi de 300 euros, pero si quisiera probar el último Galaxy Z Fold 7 de 2.100 euros se vería en una tesitura bastante absurda a la hora de mezclar la tecnología con el mundo del motor.

Android Automotive le está ganando la batalla a Apple CarPlay Ultra

Android Automotive lleva meses comparándose con Apple CarPlay Ultra, pero la realidad es que no son sistemas homólogos. La opción de Google sí ha pensado muchísimo más en las necesidades de la industria automotriz, y buen ejemplo de ello es la cantidad de vehículos que lo integran o tienen pensado incluirlo.

De hecho, Android Automotive pone el foco en todos esos detalles que frenan la expansión de Apple CarPlay Ultra. Para empezar, se trata de un sistema operativo 100% integrado en el hardware del coche: no se proyecta, sino que se ejecuta gracias a un chip y una serie de componentes dentro del vehículo. Esto hace que, a pesar de ser propiedad de Google, no necesite un smartphone para funcionar, por lo que no limita el uso del coche a usuarios con un dispositivo específico.

Además, al igual que CarPlay Ultra, se integra con todas las pantallas del coche, controla los parámetros del vehículo y permite correr aplicaciones de la Google Play Store de forma nativa.

Android Automotive

Google, a diferencia de Apple, sí da libertad a las marcas

Google no solo le pone la cara roja a Apple en integración, también permite abrir la personalización y que cada marca se encargue de diseñar cómo se ve Android Automotive en sus vehículos. De hecho, la gran G ha pensado en todo: si como marca de coches no quieres preocuparte de nada, ellos se encargan de controlar todo y crear una interfaz. Volvo o Polestar se acogen a esta posibilidad, por ejemplo.

Ahora bien, si como Ford o Renault prefieres modificar detalles de la interfaz, los controles o la integración, puedes hacerlo sin problema. Aquí Google se ha ganado a la industria automotriz, permitiendo que las marcas se desliguen del desarrollo del sistema de infoentretenimiento, pero accediendo a incluir sus pequeñas concesiones personales para seguir teniendo su imagen de marca presente.

Es la solución que está calando actualmente en la industria, no solo por permitir al usuario tener un sistema de infoentretenimiento sumamente inteligente e integrado con sus apps favoritas, sino por dar facilidades a las marcas cuando se trata de entender qué líneas rojas no quieren cruzar.

Apple no ha entendido esto —o no ha querido hacerlo—, y mientras CarPlay Ultra siga siendo una proyección del iPhone altamente condicionada, su expansión en la industria automovilística no parece que vaya a terminar de arrancar.

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