Los centros de datos están en boca de todos. Con el auge de la inteligencia artificial, por todo el mundo surgen proyectos enfocados a construir centros de datos para satisfacer la demanda en alza de esta tecnología. Y aunque no fuera así, lo que llamamos Internet se asienta en los centros de datos. Gracias a ellos es posible almacenar nuestras fotos, videos y documentos en la nube. Y empresas pequeñas y grandes pueden poner en marcha páginas web, aplicaciones móviles y servicios online con un mínimo de inversión. Lo que más llama la atención es la propuesta de colocar centros de datos en la Luna o en el espacio, orbitando alrededor de la Tierra.
Como vimos en el artículo “¿Cómo funciona Internet?”, además de la infraestructura de cableado y centros intermedios de las compañías de telecomunicaciones que conectan medio mundo, los centros de datos tienen un papel importante. En los primeros años de Internet, los servidores que almacenaban páginas web o archivos se guardaban en oficinas o, directamente, en la sede de la empresa propietaria. La complejidad de la Internet actual hace que esos servidores estén a kilómetros de distancia. En centros de datos diseñados para satisfacer la demanda de particulares, empresas y profesionales. Con medidas de seguridad, físicas y virtuales, que dificulten el acceso no deseado o la pérdida de datos. Y que garanticen el buen servicio en Internet.
Y aunque la viabilidad de los centros de datos ya estaba garantizada, la llegada de la inteligencia artificial ha propiciado una expansión de este sector. La mayoría de modelos de IA y de aplicaciones y servicios que utilizan inteligencia artificial están ubicados en centros de datos. Ya que necesitan un uso intensivo de hardware y conexiones de alta velocidad para llegar a todas partes. Así que figuras importantes de Internet como Elon Musk, Jeff Bezos y Sundar Pichai, proponen instalar centros de datos en el espacio. En concreto, en satélites artificiales de baja órbita.
Las ventajas de instalar centros de datos espaciales
Los centros de datos ocupan suelo. Y no siempre es barato comprarlo o alquilarlo. En la mayoría de países donde la demanda de centros de datos está en alza, el precio del metro cuadrado experimenta un momento de precios desorbitados. Ya sea para vivienda, industria, almacenaje o para instalar centrales solares o eólicas. Y no solo eso. Los centros de datos necesitan energía para funcionar. Electricidad. Y sistemas de refrigeración para calmar el calor que se genera en los servidores que alberga. Por lo general, agua. Lo que está generando muchas críticas entre la población que reside cerca de estas instalaciones.
Si sumamos la facilidad de enviar cohetes al espacio, con respecto a décadas anteriores, a los enjambres de nanosatélites de telecomunicaciones de empresas como Starlink (Elon Musk) y Amazon Leo (Jeff Bezos) o el proyecto europeo IRIS2, la idea de colocar centros de datos en el espacio no es tan descabellada. Y tendrían muchas ventajas respecto a sus equivalentes en la Tierra.
- En el espacio, los centros de datos tendrían energía solar ilimitada
- Para refrigerarse, lo tendrían fácil. En el espacio, las temperaturas pueden ser muy bajas
- La inversión compensa el coste de su instalación en suelo terrestre
- Las comunicaciones por satélite han mejorado mucho
Así que no es de extrañar que varias voces propongan instalar centros de datos en el espacio. Ya sea en satélites artificiales, alrededor de la Tierra, o centros de datos en la Luna. Aprovechando que varias agencias espaciales planean asentamientos permanentes en nuestro satélite natural. Una carrera espacial del siglo XXI que viene propiciada por cohetes espaciales reutilizables, como los de SpaceX de Elon Musk o Blue Origin de Jeff Bezos. O a más distancia, la española PLD Space.
El gran interés en los centros de datos en órbita
A principios de este año, la empresa estadounidense Lonestar Data Holdings dio que hablar en los medios sobre este tema. Con sede en Florida, estaba probando centros de datos de pequeñas dimensiones, como el que mandó a la Luna, con un cohete de SpaceX, y a bordo del Athena Lunar Lander de la empresa Intuitive Machines. Y no era el único proyecto al respecto.
La Comisión Europea estudia, desde el verano pasado, la viabilidad de lanzar al espacio centros de datos que orbiten alrededor de la Tierra. Y las compañías italianas y francesa, Leonardo y Thales, bajo el nombre Thales Alenia Space, se plantean crear una constelación de trece satélites alrededor de la Tierra para almacenar y procesar datos. El equivalente de 5.000 servidores terrestres.

Si la idea de instalar centros de datos en el espacio levanta tantas pasiones, no podían faltar las grandes fortunas de Internet en este proyecto en alza. El CEO de Blue Origin, Dave Limp, empresa propiedad de Jeff Bezos (Amazon), declaró que era cuestión de tiempo que los centros de datos más importantes abandonaran la Tierra. Y los argumentos son los mismos que vimos antes: energía solar ilimitada y telecomunicaciones a gran velocidad gracias a la tecnología láser.
Las millonarias inversiones en centros de datos por parte de empresas como NVIDIA, Microsoft o Google, movidas por la fiebre de la inteligencia artificial, es el pequeño empujón que necesitaban las compañías de Elon Musk, Jeff Bezos y otros para enviar sus cohetes al espacio e instalar satélites de pequeñas dimensiones que hagan las veces de repetidores para telecomunicaciones y de centros de datos espaciales. Incluso Eric Schmidt, antiguo jefe ejecutivo de Google, compró en mayo la empresa Relativity Space, dedicada al diseño de centros de datos espaciales.
Google, Sundar Pichai y el proyecto Suncatcher
Por parte de Google, su CEO Sundar Pichai, ha sido el último en anunciar su proyecto de centros de datos en el espacio. El proyecto se anunció a principios de noviembre de 2025 y se llama Project Suncatcher. En colaboración con Planet Labs, Google quiere lanzar dos satélites al espacio. Si todo va bien, a principios de 2027. De momento, probaron sus chips TPU para ver si podían aguantar las condiciones de la órbita baja de la Tierra. Especialmente la temperatura y la radiación. Y, al parecer, su proyecto es posible.

Sin embargo, hasta enviar sus primeros centros de datos a la Luna o al espacio, Google tiene mucho trabajo por hacer. En su blog de I+D, explica los retos que tienen que superar para llegar a buen puerto. Por un lado, las comunicaciones entre satélites. La inteligencia artificial requiere un elevado ancho de banda y conexiones de baja latencia. Otro reto es el de controlar un enjambre o constelación de satélites. También habrá que estudiar la tolerancia a la radiación de sus chips de IA, los costes y viabilidad económica.
“Las constelaciones a escala de gigavatios pueden beneficiarse de un diseño de satélite más radical; esto puede combinar nuevas arquitecturas informáticas más naturalmente adaptadas al entorno espacial con un diseño mecánico en el que la recolección de energía solar, la computación y la gestión térmica están estrechamente integradas. Al igual que el desarrollo de la compleja tecnología de sistema en chip fue motivado y habilitado por los teléfonos inteligentes modernos, la escala y la integración avanzarán hasta donde sea posible en el espacio”.
Blue Origin, Jeff Bezos y el proyecto Prometheus
El fundador y presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, dio un paso al lado, hace años, para dedicarse a otros menesteres. Uno de ellos es Blue Origin, empresa de la que ya hemos hablado y que se dedica al diseño y puesta en marcha de cohetes reutilizables. Así que su papel en el envío y despliegue de satélites de baja órbita y de futuros centros de datos en el espacio, en baja órbita, también es importante. No hace mucho, Amazon anunció Amazon Leo, su servicio de Internet por satélite que quiere competir con Starlink de Elon Musk. Pero hay más.
Otro proyecto que centra la atención de Jeff Bezos es Project Prometheus, una startup especializada en inteligencia artificial y de la que Bezos es codirector ejecutivo. Con una financiación de 6.200 millones de dólares, en gran parte aportados por el propio Bezos, y casi 100 empleados, su objetivo es aplicar la IA en tareas físicas. En concreto, en áreas como la robótica, el diseño de fármacos o la investigación científica. El otro cofundador y codirector ejecutivo es Vik Bajaj, físico y químico que había trabajado en el equipo de investigación X de Google. Equipo responsable de los drones de reparto Wing y de los vehículos autónomos Waymo.
SpaceX, Elon Musk y sus satélites Starlink V3
El papel de Elon Musk en la aventura de instalar centros de datos en el espacio, en la órbita terrestre, tiene dos vertientes. Por un lado, su empresa SpaceX podría ser la encargada de enviar todos esos satélites al espacio. Y, por otro lado, sus nuevos satélites Starlink V3 podrían albergar esos centros de datos espaciales. O eso dijo el propio Musk en una publicación en su red social X (antes Twitter).

El CEO de Salesforce, Marc Benioff, compartió un video de Elon Musk en esta red social, el pasado 19 de noviembre, en el que hablaba de los beneficios de tener centros de datos en el espacio. El comentario decía que “el lugar más económico para los centros de datos es el espacio, ya que se pueden alimentar y refrigerar 300 GW de centros de datos informáticos en el espacio cuando se dispone de energía solar continua y no se necesitan baterías”. A lo que el propio Elon Musk añadió que su compañía “debería ser capaz de poner en órbita alrededor de 300 GW al año de satélites de IA alimentados con energía solar, quizá 500 GW”.
El enjambre o constelación actual de Starlink cuenta con la segunda versión de satélites Starlink V2. Su capacidad máxima de descarga es de 100 Gbps. Todavía por desplegar, sus nuevos satélites V3, con un peso de 1.500 kilos, tendrán una capacidad de hasta 1 Tbps. Y el objetivo de Musk es contar con 60 de estos satélites en el espacio, alrededor de la Tierra. Si todo va bien, en la primera mitad de 2026.
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