Los centros de datos han encontrado en el fondo de los océanos el escenario perfecto para su actuación. Sus beneficios y desafíos se presentan ahora en el último trabajo de Microsoft: Proyecto Natick.
Los centros de datos bajo los océanos centran el debate de la segunda fase del Proyecto Natick de Microsoft. ¿Qué beneficios aportan? ¿Qué desafíos suponen? ¿Es rentable contar con ellos? ¿Se convertirán en el futuro del almacenamiento informativo? Toda una serie de preguntas para las que este experimento de investigación de la empresa estadounidense tratará de buscar respuestas. ¿Te animas a saber cómo tratarán de resolverlas?
Un tanque del tamaño de un contenedor lleno de datos
Los datos invaden hoy la información. Su tráfico es inmenso, y por ello la necesidad de implementar sus centros de almacenamiento a gran escala. Una necesidad que Microsoft lleva estudiando desde hace algún tiempo con Natick, proyecto al que ahora lleva a su segunda fase.
En este segundo momento del proyecto de investigación, se trata de vislumbrar los beneficios y desafíos de apostar por centros de datos bajo el agua. Para ello, el equipo encargado de Natick hundió un tanque que alcanzaba el tamaño de un contenedor de envío lleno de numerosos bastidores de servidores. El lugar elegido para situarlo fue frente a la costa de las islas Orkney (Escocia), donde, según lo previsto, se mantendrá durante varios años para comprobar su viabilidad como modo de incrementar dichos centros de cara al futuro.
¿Por qué el fondo del océano puede ser un buen almacén?
Dos son las razones de peso por las que el fondo de los océanos se dibuja como un buen lugar para instalar servidores: proporcionan energía renovable y los mantienen refrigerados.
Al situar los centros de datos bajo el agua, es posible aprovechar el potencial energético que aportan los parques eólicos marinos, fuente renovable de una gran parte de la población en todo el planeta que vive a menos de 200 kilómetros de distancia de alguno de los océanos.
Además, al encontrarse debajo del agua, estos centros de datos se benefician también de una condición ambiental marina: la refrigeración. Gracias a ella, los investigadores entienden que los servidores podrán mantener unas condiciones óptimas para su permanencia y mantenimiento.
Una localización estratégicamente escogida
Microsoft no da puntada sin hilo, y gracias a la experiencia adquirida en la primera fase del proyecto en 2013, ha vuelto a escoger las aguas del Océano Pacífico como escenario para situar a los servidores.
En esta ocasión, la costa de Escocia ha sido la elegida para llevar a cabo el proyecto. Pero, ¿por qué exactamente las islas Orkney? Sencillo: el Centro Europeo de Energía Marina. Su proximidad a estas instalaciones supone contar con ciertas ventajas estructurales, tales como la infraestructura necesaria para alimentar la embarcación con fuentes de energía renovables.
Pero la realidad del proyecto es que parece que las cosas fracasarán, pues el mantenimiento del buque será prácticamente imposible cuando se encuentre bajo el agua. Habrá que esperar algunos años para recuperarlo, reacondicionarlo con máquinas nuevas y volver a desplegarlo.
Unos años que podrán ampliarse si la idea de los investigadores de Natick triunfa: llenar la atmósfera con nitrógeno para evitar la corrosión. Para dar fe de ello, se mantendrá un buque similar en tierra con el que se irá conociendo de primera mano en qué estado se encontrará el barco en cada momento.