La herramienta se llama BrainNety, de momento permite la interacción de tres cerebros de forma simultánea. Los investigadores la definen como una interfaz para la resolución colaborativa de problemas.
El cerebro humano constituye una fuente de información apasionante. Definir el funcionamiento de su complejo entramado de conexiones es todo un desafío para la comunidad de neurocientíficos. Las técnicas de análisis de Big Data basadas en Inteligencia Artificial y Machine Learning están siendo de gran ayuda para su estudio.
Ya existen sistemas de realidad virtual capaces de transmitir nuestros pensamientos a una máquina, pero investigadores de la Universidad de Washington y la Universidad Carnegie Mellon han ido más allá, y han desarrollado una interfaz que permite la comunicación de cerebros entre sí.
La herramienta se llama BrainNet y, de momento, permite la interacción de tres cerebros de forma simultánea. Los investigadores la definen como una interfaz para la resolución colaborativa de problemas. Para demostrarlo, han realizado un experimento en el que han conectado los pensamientos de grupos de tres personas (dos emisores y un receptor) para resolver un juego interactivo tipo Tetris.
¿Cómo funciona?
Las personas emisoras son conectadas a unos electrodos de electroencefalografía (EEG) que registran sus señales cerebrales. La información se transmite al receptor mediante pulsos de estimulación magnética transcraneal (TMS), con los que se hacen llegar a su córtex occipital flashes de luz denominados fosfenos.
Se trata de un método no invasivo, pues la transmisión de impulsos eléctricos entre neuronas forma parte del funcionamiento habitual del cerebro humano.
Según los investigadores, durante las primeras pruebas la comunicación se ha realizado de forma exitosa, puesto que la información fue transmitida con una precisión del 81,25%. La puesta en marcha del proyecto supone un primer paso para la creación de interfaces cerebro-cerebro más complejas que posibiliten el trabajo colaborativo de colectivos más grandes. Los avances en técnicas de neurotransmisión y neuroimagen serán clave para su evolución.
Más allá de su concepción inicial, como ocurre con el nacimiento de cualquier tecnología, su desarrollo permite imaginar un amplio abanico de posibilidades de uso. Quién sabe si en el futuro llegaremos a ver la existencia de una red social cerebral que permita a sus integrantes transmitir pensamientos entre sí.
Al mismo tiempo, surgen dudas de carácter ético en torno a la utilización de esta tecnología con fines dañinos. Es fácil asociar la existencia de dispositivos capaces de grabar pensamientos con escenarios de control mental parecidos a los existentes en la serie Black Mirror o la novela distópica 1984.
Todo dependerá de la forma en que se aplique en el futuro. Lo que está claro es que la posibilidad de conectar nuestros cerebros es algo totalmente disruptivo.