Cinco aplicaciones realmente necesarias (ojalá supiera programar)

A riesgo de sonar como un Dr. Dolittle digital, ojalá pudiera hablar con las máquinas y aprender su idioma. Imagínate charlar con un coche o ponerte de cháchara con un barco en el mar. Parafraseando al doctor: si pudiera hablar con las máquinas, sería un gran triunfo digital.

Pero, por desgracia, no puedo. De momento. Así que, en aras del intercambio de conocimiento, aquí van algunas aplicaciones para el bienestar público que con gusto pagaría* por que desarrollasen. (*Se aplican otros términos y condiciones).

Las 5 apps más extravagantes

El reductor de grosería

Muchas personas, cuando se suben a un coche, se transforman en monstruos. Olvidan todos los buenos modales. Esta app se ejecutaría en el teléfono móvil del conductor y le obligaría a ser más considerado con los demás. Detectaría, por ejemplo, si el conductor gira sin molestarse en señalizarlo. Cuando detectase una falta «colmo de la grosería» (CdG), el móvil se comunicaría con el motor e infligiría al conductor el castigo de los 15 por hora, reduciéndole la velocidad del coche durante un periodo específico. Y si el conductor cometiera tres faltas CdG, la app le bloquearía el volante del coche.

El detector automático de educación

Por otro lado, que la gente sea amable te levanta la moral. Para fomentarlo, debería haber alguna forma de agradecer a la gente que te deje incorporarte al tráfico o que sea considerada conduciendo.

Mi nueva app haría que los conductores pusieran sus móviles en un espacio del salpicadero. Esto los disuadiría de usarlo con el coche en movimiento o en los semáforos. ¡Especialmente en los semáforos! Si los sacasen de su sitio con el motor del coche en marcha, un sensor lo detectaría y enviaría un mensaje al operador móvil del usuario, que premiaría a los mejores conductores con minutos extra o paquetes de datos. Mientras que la conducción egoísta no recibiría ninguna recompensa. Los sensores del coche se comunicarían con el teléfono y le informarían de si se pone el motor a muchas revoluciones o se frena en seco, pues ambas cosas suponen un gran gasto de combustible y provocan contaminación.

Silenciador para cines

Otro ámbito de la vida pública en el que las faltas CdG son cada vez más frecuentes es el cine. Hay diversas molestias que la tecnología tendría que solucionar. Las plagas del cine casi siempre encajan en uno de estos cinco grupos relacionados con la comida. Son: los masticadores de palomitas, los sorbedores de refrescos, los estrujadores de papel de caramelos, los crujidores de cajas de bombones y los tragadores de café. Cada uno de ellos emite un ruido que ocupa una sección específica del espectro de la irritación auditiva. Cuando se juntan, tienen la fuerza suficiente para sacar de sus casillas a sus víctimas y dejarlas indefensas.

Pero la tecnología móvil puede ser útil. Una app en el móvil podría detectar cualquier ruido del espectro de molestias y neutralizarlo con un reductor de ruidos. O bien, por el contrario, emitir un chirrido agudo que convirtiese al infractor en piedra. Aunque esa parte de la app daría bastante trabajo.

El cazador de espectros

Muchos teatros están embrujados por el espectro de un ruidoso usuario de teléfonos. Una vez más, propondría una solución móvil para este problema. En un auditorio en silencio, una combinación de sensores ultrasensibles y tecnología de geoposicionamiento ayudaría a averiguar qué persona del público está hablando y dónde. Una vez localizada, entraría en juego una especie de ataque aéreo automático. Los drones no están preparados para esto todavía, pero mientras tanto, propondría una especie de sistema de picanas eléctricas que saliesen del techo para aturdir a los infractores CdG y obligarlos a estarse quietos.

Empacadora de trenes

Los móviles causan problemas siempre que hay mucha gente junta y apretujada. Los trenes son un buen ejemplo. Hay dos tipos de infractores «colmo de la grosería» (CdG). Por un lado, están los infractores a los que les gusta airear cada detalle de su vida privada para todo el vagón. Por otro, está el caso opuesto, los que están tan abstraídos con sus teléfonos que no prestan atención a nadie más. Lo que no sería grave si no fueran agarrados a un poste y bloqueando los pasillos. La app de la empacadora de trenes obligaría a la plaga telefónica del segundo tipo a avanzar por el vagón, atrayéndolos a puntos de wifi gratis.

A los gritones, a su vez, les grabaría toda su conversación y la emitiría en directo, en un proceso automático que llevarían a cabo sensores y cámaras en el vagón.

Si te interesa desarrollar alguna de estas apps, estaré encantado de recibir tu llamada. Incluso si el del tren, el del cine o el de la carretera soy yo. Estoy seguro de que a la gente no le importará.

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