Controlar el tráfico sin semáforos, aligerar los problemas de aparcamiento o dormir en el coches de camino al trabajo son algunos de los cambios que pueden convertirse en realidad en unos años.
El avance de los coches autopilotados lleva camino de consolidarse en los próximos años, tal vez la década siguiente. Mientras en algunos lugares ya se están aprobando leyes para el uso de este tipo de vehículos, aún quedan otras cuestiones por solucionar. Una de las principales es el impacto que tendrán estos automóviles sin conductor en las ciudades y de qué manera pueden transformar el urbanismo o los hábitos de las personas.
Científicos e ingenieros reflexionan y debaten cómo la introducción masiva de coches autónomos podría modificar aspectos fundamentales de las urbes, para anticiparse y allanar el camino a estos cambios. Lo más inmediato pasa por ser la congestión de tráfico y los problemas de aparcamiento. Cuando apareció el automóvil se vaticinó que éste acabaría con la congestión de coches de caballos en las ciudades. No fue así y puede que tampoco sean la solución los vehículos sin conductor, pero sí mejorarán el panorama.
No serían necesarios tantos parkings y cambiaría la forma de utilizarlos. Sobre todo cuando la gente que va a bajarse del coche a hacer alguna gestión breve para después montarse de nuevo e irse. En ese caso, el vehículo puede dar una vuelta a la manzana y recoger a su dueño en cinco minutos sin ocupar ninguna plaza de aparcamiento. Pero también podrían crearse parkings diferentes a los actuales, con una dinámica más parecida a la de las paradas de taxis: una fila de coches que se van moviendo cada poco tiempo cuando el primero deja su lugar.
Una gran parte del tiempo de conducción en las ciudades se emplea en buscar aparcamiento. Esta tarea se diluirá con los coches autónomos, por lo que se consumirá menos gasolina y habrá un ambiente menos contaminado. Aunque los coches estén en movimiento más tiempo su automatización los hará ser más eficientes.
En cuanto al tráfico, algunos semáforos serían innecesarios porque los sensores de los coches y otros emplazados en las calles servirían para coordinar el tráfico. El Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Texas, en Austin, está trabajando en un proyecto que ve a las ciudades del futuro sin semáforos. Los propios vehículos se enviarían información entre ellos para ajustar su ruta y coordinarla con el resto de automóviles en la carretera, tal y como explican en el siguiente vídeo.
La reformulación del espacio y la disolución del concepto de propiedad
Dentro del coche también cambiarán las cosas, ya que los que antes eran forzosamente conductores ahora serán pasajeros y podrán ir repasando asuntos de trabajo o dedicando un momento al ocio, viendo una serie en la pantalla (que ya a estas alturas tendrá todo vehículo) o leyendo algo de su interés. El vehículo será como una extensión del hogar, lo que también permitiría alargar el tiempo de sueño.
Por último, uno de los cambios más interesantes es el trastorno del concepto de propiedad. Desde la Universidad de Harvard destacan que el 98% del tiempo los coches están aparcados, sin usarse. Los vehículos autónomos podrán dejar a su dueño en el trabajo y después ir a recoger a sus hijos para llevarlos al colegio. Pero también será posible que durante el día hagan de taxis para otras personas, conocidos o no. Incluso varios ciudadanos podrían compartir la propiedad de un coche o a cada distrito le correspondería un cierto número de ellos, desfigurando así la línea entre el transporte público y el privado.
Imagen: Stuck in Customs