Un grupo de científicos británicos estudia una variedad atípica del cólera gracias a una cepa congelada que data de 1916.
Hace ya más de un siglo que acabó la I Guerra Mundial, y aun así todavía se siguen descubriendo nuevas maneras o vías por las que la Gran Guerra afectó a la vida en el planeta Tierra.
Si bien es cierto que fue una época marcada por la confrontación armada entre los dos bandos, una gran parte de la contienda se sucedió en las intrahistorias propias de los soldados de los dos frentes. La muerte no solo llegaba en combate, sino que se presentaba de múltiples maneras más, sobre todo, a través de enfermedades.
El comienzo del siglo XX fue turbulento bélicamente, y la higiene y sanidad de los ejércitos propició, aún más si cabe, que la contienda fuera más cruenta y salvaje.
100 años después, una bacteria ha vuelto a la vida
Un grupo de microbiólogos del Wellcome Sanger Institute y la sanidad pública británica han conseguido recuperar una bacteria que llevaba congelada desde entonces.
Se trata de la especie bacteriana Vibrio cholerae, causante del cólera. Formaba parte de la Colección Nacional de Cultivos Tipo (NCTC en inglés). Un repositorio británico que almacena 5.100 cepas bacterianas con el fin de estudiarlas y secuenciarlas genéticamente para conocer su historia biológica.
Los resultados del estudio realizado con esta cepa han sido publicados en Proceedings of the Royal Society B y atestiguan que dicha bacteria está alejada de las dos variedades de cólera habituales, que llevan mermando a la población desde comienzos del siglo XIX.
Esta bacteria fue sustraída de una muestra de heces realizada a un soldado británico, del que se desconoce el nombre, en 1916 durante la contienda mundial.
Los científicos han concluido, que pese a ser de una cepa diferente a las que sí que provocan la enfermedad, siempre es positivo y satisfactorio estudiar todas aquellas bacterias que existen y han existido en nuestro corto periodo de vida.
Por último, y a modo de epílogo, apuntalan el estudio con un remate que establece que dentro de sus genes han descubierto una serie de ellos, destinados a defenderse de los antibióticos. Es decir, antes incluso de que Fleming descubriera la penicilina esta bacteria ya tenía incluido en su genoma una defensa frente a posibles ataques antibióticos.