Ponemos rumbo al norte de Europa. En Dinamarca, en la localidad de Billund, la compañía de ladrillos de juguete más famosa del mundo, Lego, ha establecido su gigantesco hogar, al que nos invita para vivir una experiencia inolvidable. Además, nos anuncia que su casa está impregnada del concepto de "aprender jugando". ¿Nos acompañas a conocerla?
Hablamos hace días de Woven City, la «ciudad inteligente» en Japón, en la que todo está conectado. Estará, porque aún se encuentra en fase de construcción y no estará operativa hasta dentro de, al menos, un año.
Un lugar que funcionará a todos los efectos como una ciudad real, pero que será como un laboratorio gigante, en donde sus habitantes, que son científicos y trabajadores de Toyota, probarán los últimos avances de la tecnología mientras viven rodeados de ellos. En otras palabras, una experiencia inmersiva, como ocurre también en el parque de Universal Studios con los dinosaurios de Jurassic World o en en el hotel Atari de los videojuegos.
Este concepto, es el que nos sirve de introducción para presentar no un proyecto, sino una realidad que ya funciona desde 2017. Bienvenidos a la Casa Lego.
Diseñada a la imagen de los juguetes
La inmersión no es el único nexo que une Woven City y la Casa Lego. También lo es la firma arquitectónica que hay detrás del diseño: el grupo danés Big (iniciales de Grupo Bjarke Ingels).
Lego le encargó varios años atrás su estructura, para la que después se necesitaron cuatro años de construcción. No querían un edificio cualquiera, sino un espacio original, inspirado en el juego, que fuera capaz de transportar a otra atmósfera a todos los visitantes que entraran por la puerta. Una atmósfera de entretenimiento, de imaginación y también, de aprendizaje.
Bloques enormes
En total, una cantidad de 25 millones de ladrillos -que se dice rápido- son las que componen esta colosal Casa Lego. En 12.000 metros cuadrados, en la pequeña localidad de Billund, a cuatro horas de Copenhague, se levanta la obra arquitectónica.
Se componen de 21 ladrillos blancos gigantes -del aspecto de los Lego-, apilados unos encima de otros. La fachada está cubierta de azulejos y la asemejan también a una construcción de los juguetes, pero a tamaño gigante.
Entramos en la Casa Lego
Al llegar a la entrada, nos topamos con una inmensa plaza -Plaza Lego- de 2.000 metros cuadrados. Podemos ascender por los ladrillos hasta cierta altura o sentarnos en ellos para esperar o descansar un rato.
En el interior de la planta baja, nos encontramos con varias zonas, todas ellas ambientadas en el tema. Tres restaurantes, una tienda donde adquirir recordatorios o comprar regalos y una sala de conferencias. Un auditorio porque la Casa Lego es uno de los lugares más icónicos no de Billund, sino de toda Dinamarca, y en donde se reserva espacio para charlas. Según los cálculos de Kjeld Kirk Kristiansen, presidente de la compañía, esperan recibir la visita de unas 250.000 personas cada año.
Otro dato anecdótico que nos acerca a conocer la importancia que tiene la Casa Lego para el país es que, en 2017, el día de su inauguración contó con la presencia de la familia real danesa. Nada más y nada menos.
El plato fuerte
Subiendo a la segunda planta nos topamos con nuevas zonas ambientadas. Las paredes y los techos se empiezan a teñir de colores. No es aleatorio, sino que tiene un significado muy concreto. Hemos llegado a las “zonas de la experiencia”.
Cada color representa un aspecto especial de juego y de aprendizaje. El rojo es para las habilidades creativas; el azul, para las cognitivas. El color verde es para las sociales y el amarillo, para las emocionales.
“Se trata de celebrar la creatividad. Cuando juegan, los niños aprenden las habilidades básicas que necesitan para muchas actividades cotidianas. Competencias como la creatividad, la colaboración o la capacidad para resolver problemas”, apunta Kirk Kristiansen.
Un lugar diverso en donde la tecnología también está presente, con impresoras en 3D, por ejemplo, que te permiten realizar tus propias creaciones y obtenerlas en material físico. Unos resultados que mejoran la experiencia de los usuarios junto a las zonas de la experiencia, a las que se añade todavía más dinamismo y emoción con una app propia de la casa en la que tienes que ir consiguiendo puntos.
Un poco de historia
También hay momento para el conocimiento. Como quizá hayas imaginado, Lego es tan importante para Dinamarca, y en concreto para esta localidad de Bellund, porque la compañía se fundó aquí. En 1932, Ole Kirk Kristiansen, un carpintero que se dedicaba a producir muebles grandes para el hogar decidió adaptarse a los nuevos tiempos de escasez de la Gran Depresión. Para ello, empezó a fabricar juguetes de madera, como yoyos, coches y aviones en miniatura, que requerían menos cantidad que los muebles.
Al lado de estas zonas lúdicas y de aprendizaje, los visitantes se encuentran con un museo de Lego, en donde se incluyen algunas de estas primeras creaciones y otra información sobre los orígenes y la evolución de Lego.
En la cima de la Casa Lego
Coronando el edificio, hay una galería -Master piece Gallery – en donde se exponen las mejores creaciones de algunos aficionados. De alguna forma, este espacio rinde homenaje a la comunidad Lego, distribuida hoy por todo el mundo. La figura más grande y llamativa es el “Árbol de la Creatividad”, de 15 metros de alto y construida a lo largo de unas 20.000 horas con la ayuda de 6 millones de ladrillos.
Más arriba de este espacio, hay una terraza desde la que se puede apreciar una panorámica de toda la ciudad.
Puedes obtener más información en su página web.
Ilustración de la cabecera: Gonzalo Chávarri. Imágenes: Abc, Laurian Ghinitoiu (en Plataforma Arquitectura), Revista Merca2.0, Sopitas y Expansión.