respirador low-cost

Cómo estas jóvenes afganas han construido un respirador low-cost

Un grupo de jóvenes afganas apasionadas de la robótica ha creado un respirador low-cost, que solo costaría 700 dólares.

En la ciudad de Herat, al oeste de Afganistán, un equipo de chicas jóvenes ha puesto su granito de arena para luchar contra el coronavirus. En su caso se han enfocado en el tratamiento de los casos agudos de covid-19, aquellos que requieren de cuidados intensivos. Uno de los requisitos clave en estos pacientes es la respiración asistida.

Durante los meses más aciagos de la pandemia, en países con sistemas sanitarios sólidos, de larga tradición y envergadura, los respiradores han escaseado. La cooperación de todos para salir adelante ha sido esencial durante los peores meses de la pandemia. Telefónica también aportó su granito de arena con la compra de 150 toneladas de equipamiento sanitario para todas las Comunidades Autónomas de España.

Las unidades de cuidados intensivos se desbordaron y la respiración asistida se convirtió en un lujo dramático. De ahí que surgieran muchos proyectos con vistas a crear un respirador low-cost, un dispositivo capaz de suplir la escasez general de forma económica.

La necesidad es mucho mayor en países donde los sistemas sanitarios no tienen un alcance tan extenso ni un arraigo tan firme. Afganistán, después de décadas de guerras e inestabilidad política, no cuenta con el mejor paraguas sanitario para combatir la epidemia. Por eso, el equipo de Afghan Robotics Team, compuesto por mujeres, se puso a trabajar en un proyecto de código abierto para crear un respirador low-cost.

Han sido varios meses de trabajo desde el mes de marzo, pero finalmente hay un productor terminado. Fabricar el dispositivo cuesta alrededor de 700 dólares. En comparación, el precio de un respirador de mercado es de 20.000 dólares. En su caso, es fácilmente transportable, un aspecto clave en un país donde los recursos escasean y habrán de balancearse según las necesidades de las distintas regiones. Además, funciona con una batería durante diez horas, otro factor importante, para tener independencia del suministro eléctrico.

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El premio a la constancia

Con la primera ola de la epidemia en Europa explotaron los proyectos colaborativos, de apoyo a la lucha contra la covid-19. Pero poco a poco algunos se han ido desinflando, otros han dejado de ser necesarios. No ha sido el caso de este grupo de estudiantes afganas, algunas de ellas muy jóvenes, incluso de 18 años.

El equipo tomó el respirador del MIT, de diseño open source, como modelo. A partir de ahí han aplicado sus propias modificaciones. Para ello han recibido los consejos de expertos de la Universidad de Harvard. El resultado ha sido un respirador low-cost capaz de paliar la escasez de recursos del país.

El propio ministro de Salud de Afganistán ha felicitado al equipo y ha dicho que una vez se apruebe el dispositivo, este se entregará a los hospitales afganos y su diseño se compartirá con la OMS. Para esto aún quedan las pruebas finales.

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