El Programa Copérnico, de la Agencia Espacial Europea, ha detectado un aumento de los fuegos en el Círculo Polar Ártico, acentuado en lo que va del año 2020.
Los grandes incendios que han asolado las masas arbóreas del planeta en el último año son motivo de alarma. El Amazonas ha sufrido uno de los peores desastres de su historia, mientras que en Australia las llamas parecían irrefrenables. Pero aunque estos han resultado ser más mediáticos no son los únicos. Ni tampoco los únicos preocupantes. Los fuegos en el Círculo Polar Ártico se han incrementado fuertemente en 2019 y en 2020.
Así lo muestran los datos recogidos por el Programa Copérnico, de la Agencia Espacial Europea. Gracias a sus herramientas es posible medir las emisiones de carbono a la atmósfera En lo que va de año los fuegos en el Círculo Polar Ártico han sido más virulentos, si cabe. Y esto tiene una importancia capital para todo el planeta. En esta región contiene bosques y también un ecosistema que es básico para el planeta, la tundra.
El Programa Copérnico recoge datos desde hace 18 años y estos dos últimos han sido los más desastrosos. Los fuegos en el Círculo Polar Ártico, en el mes de junio, se acentuaron hasta un nivel alarmante. De hecho, si se toman los registros de 2019 y 2020 y se comparan con los 16 años anteriores, en los dos últimos meses de junio se emitió más carbono a la atmósfera que en los 16 previos.
El ritmo de las emisiones en los meses de junio se muestra en una gráfica, proporcionada por el Programa Copérnico. Las barras grises son la media de emisiones entre el 2003 y el 2018. Las barras amarillas representan el año 2019 y las rojas, el 2020. Se ve claramente que las barras a color están muy por encima de la media de los 16 años anteriores. Mientras que pese a los picos de 2019, este año ha sido aun peor.
Los riesgos de los incendios en el Círculo Polar Ártico
La región del Círculo Polar Ártico tiene ciertas peculiaridades que la convierten en una zona clave para la regulación del planeta. El riesgo de deterioro en esta área no está solo en el deshielo del polo. También la eliminación de masa vegetal tiene una repercusión en el conjunto del globo.
Hay grandes bosques que están dentro del Círculo Polar. Normalmente se encuentran en los límites del mismo y casi se puede decir que actúan como pantalla. El clima más cálido del sur se detiene ante estas grandes masas arbóreas. Y detrás de ellas se encuentra la tundra. Se trata de vegetación baja, con un ecosistema rico que se sostiene sobre el permafrost. Esta capa helada permanentemente contiene grandes cantidades de carbono orgánico acumulado. Su deshielo conllevaría la liberación de una enorme emisión de gases de efecto invernadero.
Si los fuegos en el Círculo Polar Ártico aumentan no solo se lanzan emisiones a la atmósfera. La pérdida de estos biomas acarrea un secado de las zonas y un calentamiento de las mismas. Todo ello podría afectar al permafrost.
