Compartir el PC en casa sin peleas es posible con las cuentas de usuario

Tengo la suerte de ser el único en casa que utiliza el ordenador. Pero lo habitual es que sean dos o más quienes lo utilicen. En ese caso, compartir el PC puede ser motivo de conflictos. Una solución es usar cuentas de usuario.

A pesar de su nombre, un ordenador personal no siempre es tan personal, pues en más de un hogar es compartido por varios miembros de la familia. Esto puede llevar a muchos problemas de convivencia por la falta de privacidad.

Lo ideal es que cada uno tenga su propia computadora, pero bien por presupuesto o por uso que le vamos a dar, no siempre compensa llenar la casa de trastos.

Los sistemas operativos actuales permiten crear cuentas de usuario para cada persona que acceda al equipo. Así, compartir el PC es algo que podemos hacer manteniendo un espacio propio para cada uno con su propio escritorio, configuración de programas y archivos guardados lejos del alcance de los demás.

Obviamente está el límite de tiempo, y es que dos personas no pueden usar un mismo ordenador a la vez, pero los demás problemas derivados de compartir el PC estarán resueltos.

El origen de las cuentas de usuario

Las cuentas de usuario no son nada nuevo, si bien Windows no las introdujo hasta 1993 en su versión para empresas y redes (Windows NT). Para el ámbito doméstico, no fue hasta 2001 que pudimos crear cuentas de usuario con Windows XP.

Las primeras computadoras no estaban pensadas para el uso de una única persona. Para ello deberemos esperar hasta finales de los 70 principios de los 80, en que el PC o Personal Computer se hará popular y asequible.

En los años 50 y 60, se trabajaba con grandes ordenadores centrales, sólo al alcance de grandes empresas, organismos públicos y universidades. No se accedía directamente a esa computadora, si no que mediante terminales conectados se podía trabajar pidiéndole cosas a ese ordenador central.

Con estas grandes computadoras centrales, varias terminales permitían que dos o más personas trabajaran a la vez, y para gestionarlas, era necesario diferenciar cada terminal y cada usuario.

Esto cambió con los microordenadores, los que conocemos hoy en día, y que son más baratos y accesibles. Además, se podían conectar en red y gestionar un volumen de datos similar al de los grandes ordenadores anteriores.

Con la gestión de redes, las cuentas de usuario siguieron siendo necesarias. Y así hasta nuestros días.

Las cuentas de usuario de Windows

Decía unos párrafos más arriba que Windows XP fue la primera versión de este sistema operativo para usuarios domésticos con gestión de usuarios. El motivo es que las dos ramas de Windows, la profesional (NT y 2000) y la doméstica (3.11, 95, 98, ME), se fusionaron en un único sistema operativo (si bien luego se lanzaron varias versiones, pero ése es otro tema).

El caso es que desde entonces, Windows permite crear cuentas de usuario, lo que permite el acceso de varias personas manteniendo configuraciones y archivos por separado.

En Windows podemos compartir el PC creando cuentas de usuario estándar y también con una cuenta de invitado. Esta segunda opción es práctica para quien necesita usar tu ordenador una sola vez y no de manera habitual.

Lo ideal es crear una cuenta de administrador, la cuenta principal que gestionará el equipo, y que las demás cuentas sean estándar. Por otro lado, se puede habilitar una cuenta de invitado cuando se necesite.

Crear cuentas de usuario en Windows es relativamente fácil. En Windows 7, desde Inicio > Panel de Control > Cuentas de usuario y protección infantil > Cuentas de usuario. Haz clic en Administrar otra cuenta y luego en Crear una nueva cuenta y rellena los campos.

En Windows 8 y 8.1, debemos ir a Configuración > Cambiar configuración de PC > Cuentas > Otras cuentas. Desde ahí, hacemos clic en Agregar una cuenta.

Desde Windows 10, basta con ir al Panel de control > Cuentas de usuario > Administrar otra cuenta para crear cuentas nuevas.

En Windows 8, 8.1 y 10, podemos tener dos tipos de cuentas: local o Microsoft. La primera sirve si sólo usamos esa computadora, y la Microsoft es para sincronizar nuestros datos de usuario con otros equipos. En el segundo caso, necesitarás conexión a internet y una cuenta de Microsoft (Hotmail, MSN, Outlook…). Si no la tienes, la puedes crear en ese momento.

Una vez creadas las cuentas, en cualquier momento podemos cambiar su configuración. Eso sí, sólo el usuario Administrador puede cambiar el tipo de cuenta (estándar, administrador o invitado).

Además, el Administrador puede aplicar el Control Parental en las cuentas estándar para limitar el tiempo de uso o el acceso a determinado contenido, muy práctico en el caso de menores.

Cada cuenta de usuario tiene su propio escritorio, sus propias carpetas donde guardar archivos y, en el caso de las cuentas Microsoft, la información y servicios asociados están configurados y sincronizados por separado.

Imagen | Pixabay.

RELACIONADOS