¿Influye el formato digital en la comprensión lectora?

La lectura en formato electrónico ha llegado para quedarse, pero... ¿tiene aspectos negativos o positivos frente a la lectura en papel si hablamos de retención de la información?

Hace no demasiados años, parecía una broma hablar de lectura intensa y profunda en medios que no fueran el libro, o en su defecto revistas o periódicos. Sin embargo, no es ya una novedad para nadie que el libro electrónico ha entrado dentro de nuestras vidas y ha llegado para quedarse como fuente de lectura, junto a las pantallas cada vez más nítidas de los dispositivos móviles y ordenadores. Ya vimos cómo el formato digital afecta a la compresión a la hora de escribir, y hoy repasamos cómo lo hace a la hora de leer.

Según leemos en The New Yorker detrás de la lectura y del soporte donde leemos hay muchas variables más allá de si la tinta está impresa o es electrónica. Y dichas variables influyen no sólo en la vista, sino en el grado de comprensión de la lectura y en la concentración que tenemos en cada momento. Además del formato, cambia la psicología. En la opinión de la experta Anne Mangen, en la lectura influye la ergonomía, lo tangible del papel frente a lo intangible de lo digital, la disposición de las palabras, etc.

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Llegados hasta este punto, cabe preguntarse si la influencia de la lectura electrónica es positiva o negativa. Parece que en formato digital, el lector tiende a leer más rápido (otras veces, casi por obligación), de una manera más diagonal y menos lineal, buscando más palabras clave que siguiendo el texto en profundidad. La sobreinformación que podemos encontrar en Internet está detrás de este hecho, y a la larga puede hacernos reflexionar menos sobre el contenido que estamos leyendo.

Otro problema es que, sobre todo, en lectura online, la disposición del texto varía mucho en distintas áreas de una web, lo que produce más cansancio y dispersión que si el contenido está centrado en una sola columna.

Pero más que el formato en que leemos, lo relevante puede ser qué hacemos mientras leemos. Como decía antes, la novedad del mundo digital es la sobreinformación, y si bien hay muchos ávidos lectores acostumbrados a centrarse en el contenido y dejar el resto de cosas para cuando acaben de consumir el presente.

Pero hay muchos otros, entre los que me incluyo, que hemos crecido en el fenómeno del click a mitad de noticia, y ese puede ser el problema. He comprobado conmigo mismo, y los estudios parecen ir en ese sentido que, si leo en digital sin conexión a Internet, mi grado de inmmersión en el texto puede ser similar al que tengo estudiando con un libro.

audiolibros

Creo que, además del medio donde leemos, que sin ninguna duda genera una experiencia distinta, es necesario desarrollar una educación en prácticas de lectura para los nuevos tiempos, teniendo en cuenta que, las tablets, por ejemplo, ya están en las aulas. Al igual que cada vez impera más la cultura de lo efímero, pero seguimos leyendo contenidos que pretenden ser igual de profundos, necesitamos que la retención, asimilación y utilidad para el momento de después de apagar el Kindle o cerrar el navegador, continúe siendo la misma.

Que los nuevos formatos sean mejores o peores ahora mismo no es un asunto relevante a largo plazo, pues están aquí y se van a quedar, pero sí lo es a corto-medio plazo que las generaciones futuras y también la actual, que es la que ha vivido la disrrupción, sepan optimizar los recursos que siempre tendremos para adaptarnos a todas las novedades que lleguen a la esfera digital y del conocimiento, porque esa es otra cuestión interesante. Incluso aunque la retención sea menor, la democratización del conocimiento nunca será más negativa, y en la balanza siempre tendrá que ganar.

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