En estos tiempos, donde se premia el espacio de almacenamiento, muchas empresas y particulares están optando por la nube como el principal elemento de computación.
La enseñanza, a grandes rasgos, se desarrolla en los colegios, y más en concreto en las aulas. Esta es una manera más de diseñar la educación. Que es, a su vez, el modelo escogido por la gran mayoría de instituciones para cumplimentarla.
En este tipo de enseñanza y educación la labor de los alumnos es la de aprender dentro de cuatro paredes. Y realizar sus tareas y deberes de igual manera.
Si, al contrario, dichos alumnos salieran a la calle y desarrollaran su aprendizaje en el exterior; las posibilidades de aprendizaje, incluso de interacción, serían mayores.
La nube, el aire libre de lo digital
En el ámbito informático, y haciendo un paralelismo con el mismo, se podría designar que la computación estándar es la que se impulsa a través del software y el hardware, es decir, entre «cuatro paredes». Mientras que la nube funcionaría de igual manera que una enseñanza en la calle o en el parque, o a fin de cuentas, al aire libre.
Una cuestión con muchas más posibilidades de las que cuentan los ordenadores y sistemas convencionales, que se ven anclados por sus limitaciones técnicas.
En este aspecto, la nube supone un espacio indefinido donde almacenar la información de la red.
Por ejemplo, servicios como Gmail o la copia de seguridad de las fotos en los smartphones. Netflix también confía en los servicios de computación en la nube para ejecutar su servicio de transmisión de vídeo y sus otros sistemas de negocios, además de contar con otras organizaciones.
Es decir, en estos momentos, es un espacio muy solicitado en el panorama digital, debido a que materialmente, como hemos dicho antes, hay una disposición limitada por su propia estructura.
Por lo tanto, pese a que la nube es un elemento que lleva varios años en funcionamiento, a partir de ahora, con la computación por bandera será uno de los espacios clave en el uso tanto público como privado.
