Cruise Automation ha logrado en siete meses crear un sistema de conducción autónoma relativamente barato, en comparación con los que se están gestando en el mercado.
El objetivo de la startup de San Francisco Cruise Automation es colocar en cualquier coche su sistema de conducción autónoma por menos de 10.000 dólares. Ni qué decir tiene, se trata de una rebaja considerable de los costes respecto a proyectos como Google Car o los coches autónomos previstos por Mercedes y otros fabricantes. Se trata de un equipo de sensores y radares que recogen información del entorno y son controlados por un ordenador central, cuya misión es tomar las decisiones apoyado por algoritmos.
La parte más visible del sistema Cruise RP-1 –éste es el nombre que le ha dado la compañía– se coloca en el techo del coche. Desde allí recopila datos sobre los coches que circulan en la carretera y otros objetos cercanos mediante cámaras, radar y otros sistemas de medición. El ordenador y los controles del sistema se integran en el interior del vehículo.
Esta misma semana Cruise Automation ha empezado a aceptar reservas para distribuir 50 unidades de su producto RP-1, teniendo previsto empezar a instalarlos en vehículos el próximo año. Por el momento el sistema sólo funciona en los modelos Audi A4 y S4, para los que ha sido adaptado y con los que se han realizado pruebas. Ahora la compañía está trabajando para que su tecnología sea con otros fabricantes.
Cruise Automation se ha decantado por un tipo de conducción autónoma más sencilla que la que ambicionan otros proyectos. En lugar de tratar de abarcar todos los contextos se han centrado en la autopista. El sistema toma el control del acelerador y los frenos, así como del volante. Cuando el conductor lo desea puede detener el modo de conducción automática.
Los empleados de Cruise Automation hacen pruebas como mucho de 10 minutos en modo automático. Los vehículos son capaces de hacer giros complicados, pero la compañía aún tiene que recoger una buena cantidad de información para optimizar la tecnología y evitar que el conductor tenga que estar pendiente. Cuentan con un plazo de entre seis y nueve meses para testear de arriba abajo el producto y mejorarlo. Puede parecen un margen reducido pero cabe recordar que la empresa sólo tiene siete meses de vida y en este corto periodo de tiempo ya ha construido prototipos funcionales.
El escenario cambiante de los coches autónomos
En Cruise Automation afirman que trabajar con los fabricantes de automóviles directamente puede conllevar entre tres o cinco años de desarrollo, mientras que actuando de forma independiente progresan mucho más rápido. Ni el mercado ni la tecnología de los coches autónomos está aún definida, pero desde que en 2010 saliera a la luz Google Car se han conocido muchos proyectos en este terreno.
La posibilidad de que la tecnología de conducción autónoma la desarrolle una compañía especializada, ajena al fabricante de coches, para después integrarla en los vehículos, va cobrando fuerza. Al fin y al cabo es por lo que han apostado muchas marcas a la hora de instalar sistemas operativos conectados a Internet, desarrollados por QNX (BlackBerry) o Microsoft.
El proyecto de un estudiante de 19 años también ha vislumbrado este camino. Su sistema de conducción autónoma fue premiado con el Gordon E. Moore (cuyo nombre es también autor de la ley de Moore, por cierto) en los Intel International Science and Engineering Fair. El coste total de su tecnología, aún por madurar, claro, es de 4.000 dólares (se dice que el sistema de Google cuesta 75.000 dólares).
Imagen: Cruise Automation